jueves, 29 de septiembre de 2016

El Comienzo - Cuento de un Ángel para una niña llamada…



Un día maravilloso, de esos de un cielo azul, con un brillo de sol danzante, Dios se acercó a un grupo de ángeles, quienes jugaban al son de unas dulces melodías, en un universo deslumbrante. Cantó con todos ellos, bailó con todos ellos, y los tomó a todos de sus manos, deseándoles la mayor bendición en ese día memorable...

Casi al terminar la algarabía de la celebración, de una fiesta que dio más luz al radiante sol, un pequeño ángel del grupo se acercó tímidamente al Señor, para preguntarle acerca de la vida terrenal, de los niños y de las niñas, de las madres, y de todos aquellos señores mayores, que miran fervientemente a ti Señor, y piden por ti, y piden por ellos, y piden por los suyos, y cantan, y lloran, y a veces mueren, sin dejar de creer en ti Señor...

Dios agraciadamente le dijo lo siguiente: “En ese mundo terrenal, allá todos son mis hijos, todos son mi rebaño, todos son quienes reciben y dan amor, todos son seres admirables, todos son seres únicos, porque todos nacen, crecen y mueren, siempre recibiendo la bendición del amor”...

Y el ángel curiosamente le vuelve a preguntar: “Y nosotros, tus ángeles que cantamos, bailamos, celebramos y siempre estamos aquí contigo, también ¿somos tus hijos, tu rebaño, y recibimos siempre tu amor y bendición?...

Dios cálidamente le dijo lo siguiente: “En el universo, en todos los cielos, en este bello paraíso, todos ustedes son mis hijos, son mi rebaño, son mis fervientes ángeles, que cuidan y protegen, a esos niños y niñas, a esas madres, y a esos señores, quienes necesitan igualmente de mi amor, por tanto siempre han de recibir mi amor y mi bendición”...

Entonces el ángel nuevamente le dice al Señor: “Entonces nosotros podemos ir con ellos, unirnos a su celebración, cantar, bailar y bendecir con oraciones de amor”. “Si es así, ¿Por qué nosotros estamos aquí, y ellos están allá abajo?...

Dios entonces le contestó: “Querido ángel, todos en este universo mágico y asombroso, tenemos una labor de honor”. “Ustedes son la pureza divina, son la esencia de mi amor angelical, ustedes cuidan y protegen desde aquí, y a veces desde allá mismo, a esos seres indefensos, a esos seres nobles, a esos niños y niñas, que llegan a ese mundo, para cumplir con una labor”. Así como la tuya, la de tus hermanos y hermanas, las de ellos, y la mía propia...

Y el ángel entonces le hizo una petición: “Querido Maestro, mi Señor, yo deseo compartir mi celebración al lado de alguien quien allá abajo, necesite de muchas bendiciones y de mucho amor. ¿Tú puedes concederme esa labor? ¿Tú me das el permiso de ir hasta allá, como tu representante del amor? ¿Tú me das la bendición?...

Dios, creador de todo lo que está en el cielo, en la tierra, en el universo y más allá de nuestra percepción, quien todo lo puede, quien todo lo da, quien con mucho amor, siempre concede cualquier petición, le dijo lo siguiente: “Amado ángel, te concedo esa loable labor, te doy mi humilde bendición, te pido entonces por favor, cuida, protege, ama y orienta a una bella niña, quien llegó a ese mundo imperfecto, pero lleno de mucho candor y color, con ganas de llegar a ser alguien mucho mejor. Una niña quien nació en el mes de Diciembre, en el año del Señor, gracias al amor de su bella madre, al amor concedido de su amado padre, por el mismo amor de su floreciente condición, y le dieron por nombre Sophia, una Princesa de un reino humilde pero de una gran tradición”...

Y el ángel agradecido por su designación, beso la mano del Maestro, pidió una vez más su bendición, Dios lo besó en su mejilla, y entonces el ángel partió rumbo a ese viaje, hasta el mundo terrenal, para dar amor, cuidar y proteger, llevar de su mano, y evitar que en ese mundo imperfecto, puedan atentar contra la tierna y bella vida, de esa Princesa llamada Sophia, por quien entonces ella tendrá su total protección...

Y de esta manera comenzó la tierna historia, de apenas unos meses de iluminación, entre un ángel del cielo llamado “Lucero” y una Princesa de las tierras andinas llamada Sophia. En la siguiente historia, contaremos más acerca de sus aventuras y de sus enseñanzas, en este mundo imperfecto, pero lleno de mil y una emoción...

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