Un caminante recordaba, entre tantas leguas y caminos que tanto andaba, y él
decía con voces al viento, que al mirar atrás sin mucho espaviento, solo veía desde
lejos, aquellos pendejos perplejos y grandes fantoches, que le vieron desde siempre,
como un burdo farolero, como un miserable andariego, quien despilfarraba por
doquier, letras, historias y cuentos, cuando los demás solo escuchaban, las
noticias del momento, los comerciales del sustento y los chismes de esos
quienes se palmeaban, de cristianos y religiosos sin ningún fundamento...
Entre estropajos y pelos alborotados, con una botella de buen vino tinto, un
rico pan tostado y acaramelado, con trozos de queso bien madurado, un fajo de
billetes bien guardados, continuaba su cíclica vida, sin pedir limosnas, ni
fisgonear a nadie, sin perturbar los niños que lo miraban asombrados, de mirada
pícara y con suspicacia, de reojo siempre alerta estaba, siempre confundían su
extraña pinta, con un pobre andariego, con un miserable pordiosero, pensando
era él, un pobre hombre sin dinero, sin conocimiento alguno, un triste vagabundo
y un hombre sin testamento...
Cuanto estaban equivocados, aquellos quienes miraban siempre a ese
caminante, por sus estrafalarias ropas y por sus trapos arbotantes, cuando la sabiduría
sabe más por vieja que por diablo, y era esta su arma de doble filo, era esta
su carta secreta, guardada bajo la manga sedienta, más allá de su extraña
andanza, por aparentar por lo que los ojos pagan...
En relicarios de iglesias, de bibliotecario, de farmacia y medicina, hasta en
una buena cocina y de barrendero, también de mensajero, de buen portero y como
licorero de bodega de ocho cuartos, a la usanza vieja, aprendió con empeño, un
poco de todo eso, con disciplina y con mucho conocimiento, al libre albedrio, autodidacta
pero buen librero, pero no se sentía libre, y no era como el viento, quien va
donde quiere, cuando sintiera ese alegre momento...
Fue todo un señor, fue un gentil caballero, fue todo un metodista, fue un
humilde escritor, cantante y bailaor, muy buen anfitrión, amigo de la gente,
amigo de sus enemigos, escopetero y sainete, hasta payaso y cuenta cuentos,
pero seguía sintiendo, la necesidad de la libertad, se apenaba de la falta de
sinceridad, de la compasión y de la ilusión, de la decadencia y del exceso de
opulencia, de todos esos que aparentaban lo que no eran, de los charlatanes de
oficio, de los politiqueros y tracaleros, que manipulaban una sociedad, quien
había perdido el rumbo de la vida, por lo material, por la banalidad, por la
triste historia, de aparentar, más allá de esa realidad, por asumir la
mendicidad, como oficio de turno, por permitir ser usados, como instrumentos de
punto...
Y en una noche a la estela del jilguero, al toque del vals de un bello
lucero, vio al cometa, vio esa flecha, vio esa luz de colores, quien dejo una
larga estela, escucho un susurro, en esa noche de un letargo en silencio, en
una noche llena de estrellas, las más brillantes de todo el firmamento, escucho
la voz de su conciencia, escucho la voz de alguien a lo lejos, escucho desde
los cielos, sé libre, no te de pena, no te amilanes, no te acomplejes, no te pares,
ve donde quieras, haz lo que te dicte tu conciencia, si quieres escribir hazlo,
si quieres hablar grita, si quieres bailar no escatimes, si quieres reír no te
detengas, si quieres andar como el viento, solo déjate llevar por la brisa de
mi sustento, déjate guiar por la luz de los misterios, de esas que se ocultan,
a los ojos de los ciegos, que aun viendo la luz blanca, solo ven oscuridad en
sus cielos...
Fue entonces cuando decidió echar andar su bella, estrafalaria y alegre vida,
fue entonces como un hombre culto, decente, socialmente ilustre, de buen andar
y caminar, de buenas maneras de mil hablar, de vestimenta impecable, de
conocida trayectoria insospechable, decidió dejar libre al viento, los
sentimientos y ansiedades por vivir la vida libre, sin espavientos, sin
cordura, sin ataduras, sin bocanadas de majaderías y adulerías, sin estar
pendiente de los diretes y de los chismes, echo a andar su flamante vestimenta,
al son de la música no estridente, pero de letra consistente, y de mucha sangre
en su vientre, para bailar como el mejor sainete, al candor del sol, bajo las
lluvias a granete, a la sombra de las ceibas, de las palmeras, de los edificios
de cristal en exhibición, descalzo sobre las arenas, en sandalias sobre el
asfalto caliente, con aroma a de todo, con olores sudorosos, barbado,
despeinado, y con sus gafas oscuras, simplemente para mirar mejor, a los que
hablan a su lado, a su costado, a sus espaldas, y por su andanza, loca y
vertida de entusiasmo avivado...
Pidió perdón a los suyos, pidió perdón por su error, pidió perdón a Dios, pidió
perdón con honor, se perdono él por todo lo anterior, por no haber sido sincero
pensado en lo mejor, pidió perdón a su mujer, por no haberla amado más de lo
que le dio con todo su amor, pidió perdón a sus hijos, por no haber sido padre
a la altura, de lo que otros siempre emitieron en su opinión, pidió perdón a su
madre, por no haber sido un mejor hijo y un noble descendiente de su gran amor,
pidió perdón a la vida misma, por no haberlo hecho antes, cuando tuvo la
ocasión, pero nunca será tarde en esta vida, ni en la siguiente, ni en las
historias que dejara en su misión, tuvo en bello pasado, aprendió en ese gran
presente, pero ahora ve un futuro incierto, pero con gran premonición, sabe que
muy adelante estarán las puertas, los caminos de resurrección, ha de ser
bendecido, ha de ser agradecido, con todo lo que ha ocurrido, y es así como
este pobre andariego, echo a andar con la pinta, con algarabía, con la mayor
ilusión, una vida libre y muy divina, llena de pasión, armonía, paz e ilusión...
Son cuentos, son breves historias, son melodías y canciones, versadas en
sonetos de gran composición, son palabras que se diluyen en trivial tradición,
que dicen de todo, que a veces no dicen nada, pero alegran mas la vida, sonríes
sin dejar que la misma, te pase por encima, te pise sin permiso, te deje sin
aviso, y llores sin ningún motivo, y es así, entregando mas amor, entregando más
ilusión, bailando al son de la canción, motives a la nueva generación, que hay
que aprender, hay que cultivar, hay que sembrar, los valores de la humanidad, al
candor de la mayor motivación, hay momentos de momentos, hay que afrontar con
valor, levantase y continuar siendo, la parodia de un caminante, quien será
siendo un gran actor, un gran compositor, un bailaor del flamenco, de la salsa
y del tango en ebullición, drenando sudor, contagiando con estupor, y
estimulando a la estirpe que están llegando a continuación...
Continuare luego narrando, algunas breves historias, de este sainete,
bailaor, cantante, cocinero y escritor, quien tienen en sus andanzas, cuentos
breves jocosos, alegres, de borracheras, de quesos, de buen vino y de picantes brochetas,
de esas que empalagan por tanto pimentón...
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