El tiempo no se detiene,
transcurre sin interrupción alguna, más allá de toda comprensión racional o
espiritual, a veces es lento, pausado y constante, y otras veces, es significativamente
rápido, volátil e intempestivo, y es cuando en ocasiones nos detenemos un
instante para mirar atrás, tal vez para dilucidar, quizás recordar, o
simplemente determinar a qué y a quienes hemos dejado atrás, que aprendimos de
todas esas vivencias, y cuanto hemos errado en esas andanzas a través de ese
camino lleno de obstáculos, atajos y de cuestas, para luego voltearnos y posar
esa mirada tenue y vislumbrar aun cuanto nos falta por alcanzar, sean nuestros
deseos, anhelos y nuestros propios sueños. Definitivamente así es la vida para
algunos de nosotros...
Nuestra llegada a
este santuario tiene un significado histórico en algunos casos, aun cuando la
gran mayoría no cree en los tiempos de una vida pasada, ni en la
re-encarnación, y menos en deudas pendientes interrumpidas por alguna razón inconveniente
en esos tiempos. Pero más allá de las creencias y de nuestra existencia, cada
ser humano que llega en el tiempo correspondiente, tiene una misión
existencial, espiritual y carnal. Desde el momento que llegamos estamos
luchando cada momento de este tiempo finito y existencial. Para aprender, para acertar,
también para errar y enseñarnos al mismo tiempo; todo es un círculo que se
mueve alrededor de este Universo asombroso, mágico y divino, y no podemos escapar
ante ello...
En la medida que
vamos ascendiendo sobre esa escala de tiempo con la que nos medimos, algunos
vamos entendiendo que somos consecuencia de una elección fortuita desde los
tiempos de nuestro Creador, somos simplemente energía transformada en seres especiales,
carnales, racionales y volubles a miles de situaciones y atenuantes. Nuestras
acciones definen en este tiempo gran parte de nuestra personalidad, de nuestro
carácter y de nuestra intención de trascender o ser uno más del montón, como
decimos coloquialmente en un vocabulario burdo y común. Y es de esta manera
como este Universo mágico, como nuestro Creador nos mira, nos vigila, nos escucha
y eventualmente acciona toda su magia a favor de complementar nuestras ansias,
nuestros deseos y nuestros impulsos, simplemente para alcanzar todo aquello que
nos propongamos profundamente. Es lo que llamamos "Fe y Creencia" en nosotros
mismos...
He de comenzar con
este preámbulo para intentar comprendas, y también para aquellos quienes
dediquen un instante de su tiempo para leer este escrito, cuan valioso son
todos aquellos aspectos que forman parte de nuestra vida y que nos definen como
personas más allá de cualquier categoría o escala de valores sociales. Hay
diversos aspectos a nuestro alrededor, unos son determinados como virtudes, y
otros son conocidos como nuestros defectos. Ambos conviven dentro de nuestra
existencia racional y nuestra psique, y forman parte de nosotros, sea esto
controversial o contradictorio al mismo tiempo. La respuesta es muy simple, el
universo es perfecto, el tiempo de nuestro Creador es perfecto, biológicamente
somos organismos casi perfectos, pero existencialmente somos seres muy imperfectos,
finitos y a veces hasta complejos, de acuerdo a nuestras elecciones, decisiones
y consecuencias de todo ello...
Durante nuestros
andares y sortilegios nos encontramos con muchos seres similares. Algunos muy
compatibles y otros definitivamente diferentes de nuestra percepción del mundo.
Sin embargo todo ese grupo que nos encontramos forman parte de nuestras enseñanzas
y de nuestras lecciones de vida. Combinamos nuestras virtudes y defectos en
esos cruces de caminos. Algunos damos lo mejor de nosotros a pesar de muchas
veces errar, y así aprendemos lecciones de vida. Sin embargo siempre hay quien
nos vigilan, nos cuidan, nos guían y a veces por causas inexplicables nos
detienen ante eventualidades de crónicas que anuncian alguna fatalidad. Pero
cuando hay esas conexiones inexplicables, absolutamente nada ni nadie puede
impedir que continuemos en este segmento del tiempo juntos, muy a pesar de
nuestras elecciones y decisiones de separarnos en esos caminos, en algún punto
de esa senda compartida. Nuestro Creador y el Universo con toda su magia se
encargan de volver a juntarnos por alguna razón divina, especial e inesperada.
Simplemente porque nuestras energías están entrelazadas, conectadas y fluyen
constantemente sobre un mismo espacio de tiempo el cual compartimos, aun cuando
posiblemente formamos parte de un todo, desde tiempos pasados y continuaremos
hacia un tiempo futuro escrito en ese universo circundante. Es la magia de la
vida que nos señala la ruta elegida, pero somos nosotros quienes decidimos
seguirla o simplemente dejarla...
Absolutamente nada
sucede al azar, ni por casualidad, no es cuestión de suerte o de coincidencias.
Todo está conectado en este universo que compartimos en esos segmentos de
tiempo finito, aun habiendo controversias, contradicciones y confrontaciones
dentro de reacciones racionales vinculadas con la psique humana o con lo
denominado pensamientos neurológicos. Pero más allá de eso hay algo llamado
alma, corazón y espíritu. Estos tres elementos místicos, interactúan
constantemente con la mente humana y tienen un poder tan extraordinario que la
gran mayoría no lo comprenden aun. Y es cuando muchos en la gran mayoría de las
ocasiones o eventualidades, le damos mayor importancia a lo que dictan nuestros
pensamientos. Y es cuando a veces lamentablemente erramos en algunos casos, dramáticamente
enredando y convirtiendo todo en algo complejo, caótico y hasta difícil, más
nunca imposible de enmendar o de superar cuando lo intentamos realmente...
Y a pesar de toda
esta controversia, posiciones encontradas y puntos de vista individuales, hay
algo más poderoso que nosotros mismos siempre, hay un manto de luz y energía
que nos protege, que nos conduce espiritualmente por la senda correcta, muy a
pesar de esos pensamientos racionales. Nuestra mente a veces nos traiciona, no
porque ella se comporte de manera independiente, o porque siempre sea de esta
manera. Simplemente porque parte de nuestra conducta o personalidad, nos define
y nos marca como conductores de nuestro propio destino...
Las constelaciones,
las estrellas, los planetas y la misma luna, quien naturalmente equilibra gran
parte del movimiento de nuestro mundo y logra el balance natural de las aguas,
que forman parte de más del 75% de lo existente en nuestro planeta, así mismo
todo esto forma parte de este universo, y mágicamente están interconectados con
nuestra almas y nuestros espíritus, para que de esta manera reaccionemos y
actuemos de acuerdo con algo llamado “Intuición”. Para mí es muy simple, es
quien ha dictado a lo largo de mi tiempo finito, mi conducta y mis acciones,
muchas para bien, y otras para errar y aprender, muchas veces con consecuencias
muy lamentables. Es la ley de la vida no escrita en blanco y negro, pero
presente en la historia de toda nuestra humanidad a lo largo de siglos de
constantes cambios y progreso. Y es como a veces somos tan contradictorios, tan
osados, tan aventureros, tan misteriosos y hasta tan diferentes en algunos
aspectos...
Obviamente las
similitudes y el balance en acciones socialmente encausadas en conductas
racionales, nos permiten formar parte de muchos grupos, consolidamos amistades,
compartimos entre la familia, nos emparentamos y continuamos nuestro
crecimiento dentro de estas sociedades. Pero siempre queda ese aspecto
misterioso, reservado u oculto, místico y diferente, que muchas veces une a las
personas en esos tiempos de compartir, independientemente de su naturaleza y su
ubicación global. Los sentimientos, las sensaciones y las emociones son las
manifestaciones intangibles pero presentes a los llamados del alma, corazón y
espíritu, a través de un lenguaje único, universal y puro llamado simplemente “Amor”...
Es ese bien llamado “Amor”,
es esa magia incontrolable, es ese frenesí que se presenta en diversas formas,
sin avisar y sin condición alguna. Es la bondad que nace de algo tan simple y
tan insondable en su sentir. Este amor invoca los sentimientos más profundos, puros
y divinos entre las almas de las personas, son esos que emanan protección y
cuidado, armonía y equidad, humidad y comprensión, felicidad y alegría, esa que
acompaña en las tristezas y el dolor, es ese amor incondicional que grita desde
cualquier rincón del alma, llamando y pidiendo misteriosamente su aparición, y
que solo es escuchado a través de la magia de nuestro misterioso universo, por
ese cruce de constelaciones que sincronizan melodías que se escuchan únicamente
en nuestros corazones, y es así como terminamos algunos entendiendo su
significado y su trascendencia entre los albores de encuentros inesperados, a
veces intempestivos y hasta fortuitos, donde a pesar de nuestros pensamientos
buenos o no tan buenos, sabemos que algo ha de pasar, sin tan siquiera medir el
espectro que nos rodea, independientemente de nuestras reacciones y nuestra
incomprensión racional...
Fue así como una
serie de acciones independientes, en el tiempo perfecto, entre almas de seres nobles
y fuera de toda lógica racional, pero conectados espiritualmente a un fin
determinado, sincronizaron un mecanismo melodioso escuchado desde lugares remotos,
por esa relación intrínseca quien nació en un segmento determinado de nuestro
tiempo, y el cual permitió compartir sin condición alguna vivencias y memorias
inolvidables que forman parte de esos libros de vida, con momentos de historia
común, creando una red invaluable e imposible de interrumpir, más allá de toda
comprensión inocua y referencial. Somos definitivamente energía que une, energía
que ilumina y brilla sobre nuestras auras, energía que a pesar de diferencias y
argumentaciones, dicta un mensaje que es único, es la necesidad de unir
esfuerzos en aquellos momentos requeridos, necesidad de asistir en momentos
difíciles, de evitar sortear aislado ese cruce oscuro, nublado y frio, muy a
pesar de actitudes contradictorias que solo pretenden evitar preocupaciones. Y
mayormente todas esas ansiedades afloran en las horas nocturnas, en las horas
menguadas, en las horas de soledad y aislamiento, cual necesidad de gritar
ahogado en remordimientos y angustias, de lucha entre los dictámenes de nuestra
mente y los latidos de nuestro corazón, de los gritos del alma y la valentía de
un espíritu incontrolable, que le pide al universo ayuda para determinar que
estará bien y así intentar espantar las dudas de los pensamientos inevitables
que llegan sin preverlo...
No somos perfectos,
no somos ángeles, pero tampoco demonios, muy a pesar de actuar algunas veces
como ellos. Somos una combinación de seres racionales con el misticismo que
algunos ocultamos secretamente en nuestro mundo interior. Impulsivos muchas
veces porque nuestra intuición no lleva por esa senda de la vida. Detractores
de lo racional muchas veces. Afrontamos con vigor los desafíos ante lo
inesperado, ante los problemas a pesar de las dificultades, de los atenuantes y
de las limitaciones que a veces nos impiden mentalmente elegir o decidir las
acciones requeridas. Sin embargo hay quienes simplemente se atreven, sin pensar
mucho, sin permitir que otros interfieran en tales decisiones, sin importar las
consecuencias, que a la larga el maestro del tiempo, nos dice que fue la
correcta. Y podemos equivocarnos, pero también podemos enmendar y rectificar
por un bien común...
Un encuentro
inesperado cruzando algunos desafíos, lograron que a través del llanto
perpetuo, de emociones encontradas, del sentir en un abrazo casi eterno,
cálido, frenético, puro y sincero, se transmitieran energías acumuladas y
emanadas desde diversos lugares y de tiempos. Fui el mensajero y quien cargo
esas energías acumuladas con humildad y con honor. Más que palabras solo fueron
miradas, más que un decir fue todo un sentir, más que el aroma de un recuerdo
fue el color de un presente, más que la sensación de un golpe en el pecho fue
el alivio de corazones muy abiertos. Fue un contexto que nos llevó atrás, que
exploro un suceso y que nuestro Universo presencio con halago, cortesía,
alegría y emoción, destellando mil luces espontaneas alrededor de nuestras
auras, contagiando con ahínco y desdén un momento de ilusión y de ensoñación. Y
dejamos que fluyera lo que oculto permaneciera. Fue el destino que forjamos y
que a pesar de decidir viajar por caminos adversos, es el tiempo quien con su
magia nos devuelve aquello que nunca muere, que nunca se desvanece y que
permanece en nuestro tiempo, ratificando con determinación, aún hay páginas en
blanco que debemos escribir, aún hay historias que contar para que otros puedan
intentar sentir, aún hay un trecho de camino que juntos debemos construir, aún
tenemos deudas pendientes de un pasado que truncaron sin poder concluir y que
si no culminamos en este tiempo finito, simplemente tenemos la esperanza que
cuando lo disponga nuestro Creador, poder retornar a concluir lo que aún
tenemos pendiente, de ese pasado silente, quien nos permitió vivir momentos
trascendentes y que nos permitirá afianzar un legado para esas generaciones que
dejamos a nuestro paso en ese presente. Para nuestros hijos, para los hijos de
esos hijos, para los hijos de nuestros seres queridos, y para todos aquellos
que comprendan que la vida es una sola en el tiempo en que fuimos elegidos, y
que bien no vale la pena sortear los desafíos de momentos duros y complejos,
aislados de quienes nos aman y de quienes amamos, sin condición y entregando
con el corazón, todo aquello que tenemos y lo que no tenemos también. Los bienes
materiales van y vienen, pero los sentimientos, las sensaciones y las emociones
permanecen, en el alma, en el espíritu, en nuestros corazones, quienes son
testigos, de momentos, de imborrables recuerdos y de un camino hacia un incierto
destino, lleno de sorpresas, de valor y de mucha entereza por siempre...
Hermano del alma,
amigo perene y eterno, compadre y mi pana de siempre, aún nos quedan muchas
leguas, hay muchas energías, todo un ciclo, mil caminos por andar pero todo hacia
un sublime e inexorable destino, hoy por ti, mañana por mí, también por los
otros con quien compartimos ayer, hoy, mañana y quizás siempre, y ahora es que
queda trecho y definitivamente a tu regreso, tal como lo manifesté antes de ese
trago con antecedentes, espero yo y mis amigos de siempre, celebrar, festejar y
comenzar de nuevo, justo a la alborada de un nuevo amanecer y así será por
siempre...
Gracias una vez más,
por permitirme compartir y hacer lo que muchas veces saben que hare, para bien
y a veces para no tan bien. El loco aventurero de siempre, quizás predecible y
otras veces impredecible, impulsivo pero con un alma noble quien entrega todo
por el amor a sus amigos, a sus seres queridos, a sus hijos y a su gran amor por
siempre…
Esdras...