Muchas veces necesitamos entrar
en esos estados apacibles, de meditación y serenidad, para buscar muy dentro de
nosotros, a través de esas rutas, hacia esos rincones, de los que son a veces difíciles
de acceder. Tal vez por esos caminos, de esos que también a veces se nos pierde
en nuestra memoria su ruta. Eso que perseguimos con determinación en algunas
ocasiones. Eso que se llama “Destino”. El destino no llega por casualidad,
tampoco llega por azar o suerte. No se compra, ni lo regalan, tampoco lo venden.
Simplemente cada uno de nosotros lo forja a su semejanza, a su manera, a su
condición, aunque muchas veces se nos extravíe la ruta...
A todos en vida, siempre nos
llegan eventos, situaciones, momentos, con particularidades muchas veces. Con
sorpresas también. De esos golpes inesperados del destino, que a veces decimos ¿Por
qué? Y simplemente mucho tiempo después, algunos logramos comprender que debía
ser así. La perfección en los sucesos y eventos terrenales no existen. Eso
solamente es una virtud de Dios y su infinito universo creado. Todo aquello que
soltamos a los cuatro vientos, siempre retorna. Y muchas veces olvidamos que lo
soltamos. Pero más tarde que temprano llega, aunque no recordemos y solo
manifestamos ¿Por qué?...
Tal vez el tiempo nos ayuda a
comprender una parte de las razones de nuestro paso por este momento de vida.
Tal vez en un pasado algo remoto y distante, como si nosotros re-encarnáramos,
con algunas flash de esos “Deja Vú” que aparecen, como si ya lo hubiésemos vivido.
Tal vez suene extraño, tal vez suene irreal, tal vez algunos puedan decir que
todo eso es absurdo. Sin embargo tenemos el deber de respetar todas las opiniones,
similares y opuestas, acordadas o confrontadas. Simplemente porque debemos
aprender a aceptar todo lo que para bien llega. Nada, absolutamente nada llega
para mal. Solo es que hay tal vez aspectos, que se nos escapan de nuestras vidas,
y solo suceden en el lugar o momento equivocado, cuando no deberíamos estar...
Las casualidades y en mi opinión
personal no existen. Lo que para este hombre, quien intenta continuar en ese
extraordinario aprendizaje de vida, lo que existe son las causalidades. Lo que
muchos conocen como “Causa y Efecto”. Accionamos a cualquier circunstancia de
vida. Permanecemos en vida, tomando decisiones. Acertadas o erradas. Y lo
importante siempre es decidir después de todo. Ya que es la única manera de
aprender también. Hay un dicho popular en nuestra cultura, “Quien no arriesga,
ni gana, ni pierde, pero tampoco lograra saber qué hubiese pasado”. Solo
quedara a especular y tal vez comentar sobre algo que no vivió...
A toda acción realizada, siempre tendremos
una reacción. De lo que sea o de quien sea. Nuestras acciones por lo general
siempre están alrededor de otras personas, muy cercanas y queridas, tal vez
algo cercanas y conocidas, o si se quiere, por lo menos de algunos poco conocidos.
A veces pensamos que nuestras decisiones no tienen que ver con los demás.
Lamentablemente es un error el hecho de no aceptar, que sencillamente si
afectamos muchas veces a otras personas...
Cuando Dios decidió crear el
universo y la vida, de todos los seres que habitamos este imperfecto, asombroso
y extraordinario mundo, permitió que evolucionásemos de acuerdo a nuestras
condiciones, circunstancias, diferencias y propósitos. También dejando muy
claro, que solo nosotros deberíamos ser capaces de afrontar, decidir y solucionar
todos los inconvenientes, pruebas y obstáculos, que nos encontrásemos en ese
peregrinaje y aventura de vida. Para simplemente aprender a convivir. Para
aprender a apreciar la vida, el compartir, el ayudar y a continuar siempre, en
la búsqueda de una forma de vida “no perfecta”. Más bien basada en valores,
principios y fundamentos de amor y paz. Con reglas establecidas por los
mortales, para tal vez limitar acciones desbordadas, anarquía y aprovechamiento
de poderes, aun cuando hoy día, es bastante común en ciertas sociedades, el
abuso de esas cuotas de poder temporal. Nada dura para siempre, muy a pesar de
que a veces pasa largo tiempo, antes de los cambios necesarios...
Pero todo eso a lo que hago referencia,
siempre es necesario, siempre es vital, siempre amerita una etapa de redención,
tal vez evaluación, tal vez introspección. Para luego reorientar esfuerzos con
más contenido espiritual, tal vez menos materialista, y forjar muy dentro de
nuestro espíritu, a través de nuestras almas y con ese sentido intuitivo muchas
veces apartado, porque también a veces prevalecen los intereses, de esos que
son generados en nuestra mente y no en el corazón, una reconducción a la ruta
perdida...
Son esos momentos de paz,
serenidad, tranquilidad y placidez, cuando de manera natural, interviene algo
de eso a lo que hago mención. Alrededor de todos nosotros, siempre hay
personas, hay actividades diversas, hay acciones y reacciones, hay momentos de
alegría y de dolor, y tal vez fácil no es apartarse de todo eso. Pero si nos
tomamos el tiempo, si nos damos la oportunidad, y si aceptamos entrar en esa
etapa de búsqueda y encuentro con nosotros mismos, hacia la búsqueda del
equilibrio, de la integración del ente pensante, con los designios del espíritu
y eso que llamo instintos, es totalmente factible, viable y probable, re-encontrar
la ruta hacia eso que se conoce como “Destino”...
Un breve comentario pensando en
voz alta y plasmado en este escrito, con el deseo y propósito de compartir, con
todos aquellos quienes deseen una oportunidad consigo mismo, con momentos de paz
y tranquilidad, para re-encontrar su búsqueda, hacia donde realmente anhelen ir...