miércoles, 15 de diciembre de 2021

Capítulo XXIX – En los tiempos cuando era todo posible para las Princesas, sin embargo todavía quedan las esperanzas…

 

 


Quizás no tan atrás en el tiempo, tampoco tan cercano, pero definitivamente eran otros tiempos… Para ese entonces apenas alguien intentando soñar más allá de sus limitaciones, aun cuando los sueños no tienen límites, pero era esa época cuando buscábamos más allá de nuestra capacidad para alcanzar miles de esos sueños latentes…

Como errante, como aventurero y soñador, sin nada que perder pero tal vez mucho que ganar esperaba con total ansiedad la llegada de una pequeña niña, quien cambiaría radicalmente la manera como intentaba visualizar al mundo. Eran de esos tiempos donde a mi alrededor había mucha gente valiosa, tan soñadores como yo, impetuosos, atrevidos, buscadores de esa esperanza que jamás sueltas y creyentes de todo lo posible, aun cuando yo iba quizás un poco más allá, creyente hasta de lo imposible, y lo sigo intentando todavía…

Esa niña llegó, hoy precisamente hace 35 años, dulce, ingenua, tierna, sensible, delicada como un ángel quien llegó a este mundo para disfrutar, para aprender, soñar y afrontar algunas realidades extraordinarias y otras tal vez no tan buenas, pero a la larga enteramente satisfactorias porque siempre dejan enseñanzas y lecciones de vida…

Durante sus primeros años de infancia e inocencia mis ojos estuvieron casi cien por ciento sobre su proceso de crecimiento y desarrollo, sobre sus cuidados y sus necesidades a pesar de esa realidad que me circunscribía, pero gracias al Universo y a Dios con la dicha de tener a mi alrededor gente que nos ayudó a afrontar ese tiempo de vida, por supuesto una vida extraordinaria y valiosa como gran parte de lo que a nuestra vida nos llega…

Esa niña siempre ha sido parte intrínseca de mí, porque en referencia al tiempo hemos descubierto muchos que a través de esos pequeños detalles, momentos e instantes de vida, esos que cargamos en nuestro mundo interior como una marca indeleble y que en ocasiones aflora sobre nuestra piel para que nunca lo olvidemos, nos permite entender la esencia y los aspectos más relevantes de nuestras vidas. El tiempo transcurrió de la manera más bonita con sus altas y sus bajas, pero entendiendo que eso forma parte de nuestra vida, de nuestro aprendizaje, de nuestros éxitos alcanzados como también de nuestras derrotas por quizás esas malas elecciones y decisiones que tienen indudablemente consecuencias…

Esa pequeña Princesa a quien nombramos Adriana Carolina, quizás vino a este mundo a cumplir una misión, porque definitivamente el Universo, Dios y hasta Los Ángeles nos conducen, nos guían y nos llevan por esa ruta que en muchas ocasiones no entendemos, pero el más sabio de todos, el Maestro tiempo termina otorgándonos los argumentos necesarios para comprenderlo y asentar las bases de ese valioso conocimiento expresado en lo conocido como es la razón…

Esa Princesa le pudimos dar todo aquello que logramos con dedicación, trabajo y sacrificio como herramientas para su vida, la vi crecer, la vi desarrollarse y la vi despegar a tal vez temprana edad para irse a forjarse una carrera, una vida, un sin número de experiencias y convertirse en una pequeña Reina, una Reina de su hogar, de su propio castillo, de un mundo únicamente para ella, para así continuar aportando y trabajando por sus sueños, sueños que posteriormente y gracias a su temple y dedicación logró realizarlos con trabajo y sacrificio…

Esa Reina al tiempo logró uno de sus grandes sueños, convertirse en Mamá, un aspecto relevante en la capacidad de una mujer, y que por su naturaleza propia lo tuvo muy claro desde muy pequeña. Llegaría a nuestro mundo terrenal una pequeña Princesita, esa Princesa por la quien he escrito y dedicado parte de su propia historia, e historias que nacen de mi alma, de mis encuentros espirituales y hasta en esos sueños donde hemos circunstancialmente coincidido en un contexto extraordinario. Una Princesita que logró cambiar su vida, la mía y la de otras personas de forma determinante porque así como Adriana Carolina vino a este mundo a cumplir una misión que aún continúa su curso, ese pequeño ángel protector también vino a hacer lo suyo propiamente como mandato del Universo y de Dios

Durante ese periplo hubo muchísimas satisfacciones a pesar de las circunstancias, fueron tiempos como dije literalmente al principio, “Los tiempos de las Princesas”, que para algunos como nosotros, soñadores y hasta románticos, idealistas y narradores de historias, es un aspecto que permanecerá en nuestro mundo interior incluso más allá de esta vida limitativa que tenemos cuando tenemos la oportunidad de llegar a este mundo, un mundo a veces extraño, contradictorio, lleno de oportunidades que en ocasiones dejamos pasar, de eventos circunstanciales y de una belleza natural extraordinaria…

Durante ese corto período de tiempo que Dios le permitió a la pequeña Sophía permanecer en este mundo, disfrutar de una gran Mamá, de una familia y de seres que compartieron con ella infinidades de momentos que hoy se guardan y permanecen en la memoria de muchos, esa Princesita a mi criterio y manera de ver las cosas con mi óptica particular, dejo una marca que jamás se borrará, y que de alguna manera mantendré tan viva como pueda ser posible, porque ella entre sus travesuras, desarrollo y crecimiento aprovechó cada minuto de ese tiempo valioso otorgado por Dios y el Universo para aprender de este mundo y llevarse al cielo lo necesario, y continuar desde allá dándonos cada día una oportunidad, una esperanza, una valiosa razón para aferrarnos a nuestros sueños y hacernos entender que absolutamente nada sucede al azar, ni por suerte, menos por casualidades, porque así es nuestra vida, un sin número de hechos, de eventos, de elecciones y decisiones que nos permiten forjar nuestro temple, nuestra personalidad y amoldar nuestro temperamento a las circunstancias correspondientes…

Esa Princesa y esa Reina estuvieron intrínsecamente vinculadas, unidas, adheridas una a la otra, hasta que pasó lo que pasó, un pequeño período de tiempo doloroso para todos, pero aún más doloroso para esa abnegada Reina y Madre que necesito sacar fuerzas de donde no las tenía para superar tal circunstancia…

Sin embargo el tiempo, el gran Maestro y Sabio componente de nuestra vida, en confabulación con el Universo, Dios y ese ángel protector a quien llamamos Sophía hicieron de las suyas, y los sueños persisten cuando te aferras a ellos, los sueños se convierten oportunamente en una gran realidad, los sueños te permiten continuar creyendo en lo posible y hasta en lo imposible, y entonces esa Reina que tuvo lamentablemente que dejar ir a su Princesa más amada en un momento no esperado, tuvo su sueño nuevamente cristalizado, convertido oportunamente en una doble oportunidad de volver a convertirse en una gran Mamá, una gran Reina, una gran Mujer, así como una gran profesional en su carrera, al llegar a este mundo dos nuevas Princesas, la pequeña Isabela (a quien le digo cariñosamente Issa), traviesa, con mucho temple, determinada a ir más allá de sus sueños, y la más pequeña, Alejandra a quién cariñosamente le digo Alex

Ellas llegaron a este mundo para traer esa alegría, esa esperanza, esa dicha y fortuna a la vida de mi adorable hija Adriana Carolina, un regalo que quizás viene desde el cielo gracias a las acciones espirituales también de su adorable Sophía quien desde esos predios le está diciendo “Mamá no te preocupes, todo estará bien”…

Yo particularmente sigo viendo a mi pequeña niña tanto como ayer mismo, todavía veo esa pequeña princesa delicada, sensible, soñadora a quien por mucho tiempo sostuve en mis brazos y mantuve lo más cerca de mí a través de esa infancia que todavía mantengo en mi alma. Los años tal vez continúen pasando, pero esos momentos de Princesas, de Reinas, de sueños y hasta de fantasías, permanecerán en el tiempo más allá de esta y de muchas otras vidas, te convertiste en una gran Mujer y una Gran Madre, aspecto por lo que obviamente debo sentirme un Padre orgulloso…

Querida y adorada Adriana Carolina, tal vez no fui el Padre Perfecto (obviamente eso no existe), pero intenté, y aun intento dar lo mejor de mí como papá a pesar del tiempo y las circunstancias, lamento no poder estar mucho más cerca de ti, y ser parte del crecimiento de esas niñas que ahora son las Princesa de tu reino, pero siempre intentare expresar y plasmar a través de estas líneas y de muchas lo importante que fueron, que siguen siendo y que seguirán siendo ustedes cuatro, mis Princesas de mi Reino aunque fuese de esos de fantasía que continuaré llevando en mi alma…

Son ahora treinta y cinco, una pinta más para la tigresa, un año más de experiencias, de circunstancias, de vida, de sueños y de esperanzas, porque todavía queda mucho tiempo para continuar haciendo de todo un poco, incluyendo la consolidación del sueño más importante de tu vida, el de tus bellas y adorables hijas… Tú papá por siempre quien aún desde cualquier lugar de este universo estará ahí para ti, tu humilde narrador de historias, tu persona más cercana a tu alma, Feliz y placentero cumpleaños mi niña por siempre…

Simplemente Esdras…