viernes, 18 de septiembre de 2015

Desde lo más controversial, tal vez atrevido y con un encantamiento natural, hablemos de “Amar a un Hombre real en libertad”…



Tomando el concepto expresado en el capítulo anterior, y en referencia a “Amar”, pero ahora bajo la óptica masculina. Es decir cuando esos sentimientos son recibidos desde el amor de una mujer hacia un hombre, quién desea ser amado, correspondido y así poder satisfacer, esos anhelos celosamente bien guardados. Me permito en este momento, intentar plasmar a través de estas escrituras, y desde mi punto de vista particular, quizás en algunos otros casos también y en general. Obviamente en términos naturales, con las idénticas características y criterios inconfundibles, con lo ya anteriormente mencionados, y posiblemente, como quizás algunos hombres, desean, quieren y aspiran, con ese encanto sutil y femenino de una mujer. Definitivamente existe probabilidades, de que en alguna parte de este inmenso, imperfecto y asombroso mundo, existan casos, existan bellas y buenas damas, y existan claras intenciones, de ser correspondidos en esos mismos términos. Tal cual exprese abiertamente, al amar a una verdadera Mujer en libertad, casi de una manera incondicional y convirtiéndola en un ser especial...


Tal vez la gran mayoría de los hombres (no puedo yo ni remotamente asegurar que sean todos), distan mucho de expresar abiertamente, tal vez en privado, en confianza, o en la intimidad misma, y hasta en una bella relación de pareja, de describir, manifestar, dejar salir todo lo que guarda o espera, de una extraordinaria mujer. La razón y en mi humilde opinión, es netamente cultural y de vicios transferidos, a lo largo de siglos y siglos de evolución en nuestras sociedades. Sin embargo hay signos en las últimas décadas, de cambios sustanciales. Algunas veces expuestos y vistos con regularidad, en algunos países, en algunas localidades y en diferentes sociedades. Es decir, las tendencias con los instrumentos de hoy en la comunicación, están permitiendo cruzar las fronteras de los paradigmas, y yo creo es una buena y extraordinaria señal a fin de cuentas...


Es bastante probable que existan detractores de esta visión, de estos pensamientos, de esta visión masculina y personal, en cuanto a dejarse seducir por una bella dama, cuando se despierta el interés a través de sus encantos reales y naturales, por una mirada que dice mucho acerca de la intención, de llegar hasta uno como hombre, tal vez atractivo o interesante en primera instancia. Quizás por esos momentos de pasión desbordada que a posterior suceden, que emana muchas veces como un volcán en erupción y sin control, brotando cual lava ardiente, cálida, envolvente y adictiva. Es así como yo siento eso en su piel, pudiendo alcanzar y ver su alma, cruzando sus ojos con esa mirada perdida, intentando salir prontamente de esa infinidad de grutas, que en su interior se encuentran.  Escuchando sus latidos incesantes en su pecho, al besarla, al apretarla y aferrarme a su hermoso y delicado cuerpo. En ese dulce sabor diluyente que nos pasamos por ambos paladares, por su boca, por la mía, aspirando todo su amor y encanto en una bocanada, que no queremos dejar de succionar, y al mismo tiempo dejar en su ser interior...


Insisto fervientemente, no se confunda nada de esto con los pensamientos, con los intereses personales, con los gustos o disgustos, con la naturaleza humana muchas veces presentes en la mujer, acerca del machismo, acerca de su racionamiento, acerca de la necesidad imperiosa de garantizar un futuro a veces incierto. No se trata de nada eso en este momento. Se trata de dejar fluir esas sensaciones extrañas, incomprensibles, supra naturales, universales, mágicas y eternamente sensuales, con instantes de pasión, sumisión, de un paseo por las nubes, tocando tal vez las estrellas, viendo hasta luces a nuestro alrededor, entre dos seres que desean ir mucho más allá de la comprensión y del entendimiento racional...


El hombre tal cual ser humano complejo a veces, y otras excesivamente simple y práctico, también necesita atención, también necesita a veces palabras de aliento, cariño, amor, dedicación y devoción, en tal igual proporción como algunos de nosotros deseamos y otorgamos sin condición alguna, dar a nuestra dama elegida. El hombre quién escribe y pretende mostrar en esencia, necesidades y deseos, abrir esa “Caja de Pandora”, bien guardada, con celo, con pena, con excesiva discreción muchas veces, en ocasiones se cohíbe, y otras se escuda bajo una actitud defensiva, muy bien disfrazada, aparentando sus dotes de líder, de masculinidad, de recio y a veces excesivamente fuerte, cuando en el fondo con un pequeño impulso, queda totalmente desarmado ante la naturaleza misma de esas sensación de amor sincero y natural. Continua tal vez escuchándose a lírico, profundo, idealizado o hasta extraído de un libro de romances. Pero absolutamente, ni remotamente parecido. ¿Y por que realizo tal aseveración? Muy simple, los libros de romances son creados por una mente quizás diestra en el arte de la escritura y la seducción, pero tomando patrones, lecciones y experiencias de la vida real. Cito una historia de la vida real...


Cuenta una historia transformada luego en leyenda, de la milenaria cultura de la espiritual y asombrosa India. Una vez un Príncipe, muy culto, inteligente, de muy buen aspecto y porte, despojado de los intereses mundanos, un día decidió dar una pequeña travesía por algunos bazares, de esos alegres y coloridos, tal cual como aún continua su pueblo y su sociedad. Encontró sus ojos, con los ojos de una bella y atractiva adolecente de 15 años. Ella pretendía adquirir una hermosa prenda, para engalanar aún más su propia belleza. Sin embargo ella solo la estaba probando, y admirando la delicadeza de la pieza en sí. El Príncipe de manera educada se acercó, preguntó acerca de la delicada pieza, sin dejar de mirar a la adorable y hermosa niña. Le dijo el mercader de la tienda que se trataba de un collar de diamantes, con un costo de 10 mil rupias. El Príncipe pago el precio de la pieza sin dudar y se lo obsequio a la pequeña dama. Con eso el Príncipe se ganó el corazón de esa apreciada y hermosa dama. Luego tuvo que esperar cinco largos años, para poder casarse con la hermosa mujer, y sin poder verla aunque fuese una sola vez antes de ese evento matrimonial. La ceremonia tuvo lugar en el año 1.612. Posteriormente el Príncipe fue coronado Rey, tomando como nombre Shah Jahán, el Rey del Mundo. Gobernó con sabiduría y paz. Su esposa favorita fue nombrada Mumtaz Mahal, la Elegida o bien llamada Perla del Palacio. Cuatro años más tarde luego de su coronación y por causas de fuerza mayor, su esposa la favorita y Reina del Imperio, estaba embarazada de su nuevo hijo. No pudo soportar el parto y murió. El Rey sufrió una de las penas más amargas de toda su historia. En su lecho de muerte, antes de pasar a la otra vida, su esposa le solicitó construir un santuario, un mausoleo, una magnífica obra en su nombre. Un monumento sin igual en el mundo. Construyó la obra que duró 22 años en erigirse, con las mejores piedras, mármoles, piezas y extraordinarios materiales de todas partes del mundo. Un santuario al amor, en nombre del amor y por el más autentico amor, jamás antes visto en esa región. El asombroso Taj Mahal, una obra solamente diseñada y construida por más de 20 mil trabajadores, en nombre del mismo amor, como devoción y veneración por alguien que lamentablemente no pudo disfrutar más tiempo, al lado de su compañero de vida...


Tal vez podrán decir, que por el hecho de ser Rey, disponer de todos los tesoros del mundo, de un poder supremo y temporal, él podía hacer lo que fuese para complacer a su amada mujer. Pero no es así. La historia no termina ahí. Antes de poder ver su inmaculada obra, y también por esas cosas inexplicables que a veces no entendemos, su tercer hijo se hizo del poder, venció a sus hermanos y encarceló a su propio padre, en una fortaleza, desde donde podía ver su obra inmaculada, para su amada mujer, esposa, compañera, amiga, confidente y leal amante. Muriendo poco tiempo después, para luego descansar su cuerpo en la misma edificación que logro construir para ella. Así pasaría a la historia convertida en leyenda, pero de un amor puro, honesto, sublime y eterno...


Partiendo de esas historias de la vida real, cual cito como ejemplo, muchos, pero muchos han escrito, investigado, extraído, mostrado al mundo, una buena cantidad de extrañas pero adorables historias de amor, como pocas, como únicas, como muy auténticas, de las cuales muchos también se conmueven, desean verse en situaciones similares, necesitan sentir y vivir experiencias tal vez similares, para luego dejar como legado, que su vida, aún cuando no sean de reyes y reinas, de zares y zarinas, de emperadores y sus esposas, también pueden ser dignas historias para contar y pasar a ser referenciales y testigos de una extraordinaria historia de romance y sufrimiento conjunto. En nuestros tiempos modernos, complejos y hasta controversiales...



Regresando al tema en cuestión y hablando de aspectos deseados por el hombre, creo yo entender que en la misma proporción como a la mujer, ha de ser respetada, adorada, bien tratada con educación, dedicación, amor sublime y sincero, pues el hombre de igual manera requiere y necesita sentir esos sentimientos. Aun cuando existan otros atenuantes, eventualidades y complejos de nuestras sociedades, entre la mal llamada hombría y el papel de la mujer en una relación marital, de visión compartida para toda una vida, de amor de compromiso bajo solo y únicamente, el deseo de amar y dedicarse por igual entre ambas personas. Y eso es un tema que he dejado de un lado, simplemente porque en estas letras, yo intento exponer, todo aquello que tiene que ver con los sentimientos y el nacimiento dentro de nuestro ser interior, de lo que todos tal vez conocemos como “Amor”...


Cuando ese aspecto sublime y natural existe entre dos personas, y que continúa creciendo a partir de esa chispa que encienda la flama, avivando cada día, cada momento, cada instante, sin cuestionamiento, sin intereses, sin pensamientos oscuros o ventajas detrás de las cortinas, sin condicionar todos aquellos aspectos concatenados, que tienen que ver obligatoriamente con una relación a largo plazo, todo lo demás, el universo, el esfuerzo mutuo, el compromiso de superar todos los obstáculos naturales que encontramos todos en ese andar, durante ese paseo de vida, han de poder ser resueltos, construidos, reparados, aceptados, afrontados y debidamente superados. Porque así es la vida, así fue creado este universo, así Dios mismo dispuso que los seres humanos seamos capaces de todo y para todo. Y es cuestión de voluntad, compromiso y persistencia, para aprender las lecciones, y seguir intentándolo, acertando y errando, de forma natural, intuitiva y creyendo firmemente en cada uno de nosotros. Nadie aprende de las experiencias de los demás. Todos aprendemos las lecciones de nuestras propias vivencias, y muchas veces necesitamos escuchar y seguir escuchando, asombrosas historias, para intentar entender que todos estamos expuestos a ser felices y también a sufrirlo...


Es cierto que en la mayoría de los casos, y en términos generales, la sensibilidad de la mujer, su sensualidad y su manera de ver de forma a veces muy distinta el amor, con respecto a la simpleza a veces expresada o manifestada por el hombre, hace ver como una debilidad en la mujer. Eso hoy ha cambiado y poco a poco, ellas se están dando cuenta de las herramientas que poseen, de las debilidades también ocultas del hombre y de los deseos absolutos, que un hombre requiere, para ser feliz y poder cumplir su papel en la relación de pareja. La vida en pareja no es perfecta, aun cuando el amor es un sentimiento perfecto, y nace dentro de nosotros. Eso no implica nunca, que ese aspecto pueda garantizar una relación perfecta, tal cual los colores del arco iris. Los compromisos deben ser equitativos, profundos, honestos y auténticos. Es de ambas partes construir y andar, no de un solo lado de la balanza...


Y culmino esta última parte por los momentos, acerca de una visión masculina en los temas de amar a un hombre real, tal como lo expreso en el título, esperando con humildad, respeto y consideración, todas las críticas a estos comentarios, independientemente de cualquier posición al respecto, considerando en los mismos términos, si algo ha quedado por fuera, no ha sido con intención alguna. Solo intento interpretar mis sentimientos y dejo fluir lo que por dentro conservo y he logrado quizás entender. No soy un hombre que pudiera hablar con propiedad, como si tratase de comportarme a la altura de un erudito o investigador. Estos temas en mi opinión sincera, no son para investigar o estudiar. Son más bien para permitir que afloren muchas cosas que todos sentimos, que todos percibimos, sin pensar mucho, dejando que salgan desde los lugares más recónditos de nuestro interior...


De alguien que solo continua intentar escribir, expresar, manifestar lo mejor que puedo quizás, haber aprendido a sentir durante mis momentos de meditación y reflexión...

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Desde lo más sublime, encantador y apasionado, hablemos de “Amar a una verdadera Mujer en libertad”…



Amar, según un humilde concepto que pretendo expresar, es el sentimiento más natural, puro, esencial y extraordinariamente sublime, que un ser humano, puede llegar a sentir, siempre que no se confunda, con los pensamientos, las corazonadas, los intereses y todos aquellos aspectos que a nuestro alrededor, de alguna manera intervienen en la dinámica de una relación, basada en la confianza, lealtad, sinceridad, pasión, compromiso y dedicación intrínseca, de parte y parte, y entre ambos seres...

Tal vez para algunas personas eso pareciera escucharse como una utopía, algo irreal, idealizado, iluso y hasta imposible de llegar a alcanzar entre dos seres humanos. Entre un hombre y una mujer, entre dos personas, que por a veces razones inexplicables, pareciera que nacieron el uno para el otro. Sin embargo y para no entrar en esas polémicas, que muchas veces generan un desgaste inocuo, tal vez una mala interpretación del concepto, o simplemente una idea banal, acerca de los sentimientos, que nacen de almas, espíritus y corazones  sensibles y dispuestos a amar, más allá de nuestra comprensión, permítame manifestar ciertos puntos, que defiendo como un ser humano, lleno de romanticismo, serenidad y espiritualidad hasta el día de hoy. Con una visión muy clara, acerca del concepto del amor, de la pasión (que es otro aspecto ligado a esto, pero distinto), la devoción y el sacrificio por ese sentimiento, a veces confuso o superficial para unos, y asombrosamente necesario para vivir y continuar buscando para otros...

Dos etapas, fases, momentos o tiempos, se viven con una intensidad que gradualmente va en incremento, a medida que avanza ese contacto. Cuando dos personas posiblemente se atraen, por ese sentimiento denominado “Amor”. El primero siempre estará vinculado con tal vez el estándar de las parejas, el de las posibles relaciones, el de las atracciones fortuitas o causales (no casuales, porque para mí, ese concepto probable, es simplemente matemática filosófica, sin formula de comprobación absoluta), entre un hombre y una mujer. Cuando ellos se encuentran, se ven, sienten y perciben, ese extraño deseo de conocer, acercarse, buscar y tratar de llegar prontamente a esa otra persona. Es un aspecto muchas veces de parte y parte. Y otras veces es inducido por una de ellas, demostrando el interés y el deseo de estar un poco más cerca de la otra. Aclaro algo sustancial y relevante, esto no tiene nada que ver con el sexo y las feromonas que explotan, para saciar un deseo carnal. Es simplemente algo que se siente, más allá de nuestra comprensión biológica o racional...

La segunda etapa está más vinculada a esos aspectos muchas veces inexplicables, aunque estén intrínsecamente vinculados a los intercambios, el tacto, las sensaciones y las apreciaciones entre gustos y disgustos, entre conocer sus aficiones y sus conocimientos acerca de una relación seria, basada en la formación y consolidación de una relación de vida y de una familia. Pretendo dejar eso temporalmente a un lado. Y quiero enfocar el tema en el otro aspecto, ese que yo deseo exponer. Esas sensaciones de “mariposas en el estomago”, de latidos acelerados del corazón, cuando esos pensamientos a veces encontrados afloran. De esas sensaciones cuando tú deseas saber muy en el fondo, si está pensando en ti, porque sientes en el organismo muchas veces, una diluida sangre circular más rápido. Sientes que tus neuronas no te dejan a veces pensar, o concentrarte de manera normal, como antes de este encuentro, tú lo venías realizando. De esas sacudidas emocionales con ganas de liberar o manifestar abiertamente, cuanto extrañas a esa persona. Cuando escuchas una melodía musical y te transporta hacia lugares remotos e imaginarios, en tu mente, interconectada con tu espíritu. Yo creo que tal vez las féminas pueden entender a que me refiero con los términos expuestos...

Ahora bien entremos en esas pequeñas señales a los cuales, tanto de un lado, como del otro, se comienzan a sentir, fluir, emanar y hasta aflorar sin comprensión, tales como sensaciones y anhelos encontrados, controvertidos, inexplicables, sublimes y hasta intensamente apasionados. ¿Me equivoco? Yo creo que no. En la mujer tal vez es más atenuante, sensible, conmovedor y hasta expresivo. Quizás por parte de esas barreras culturales, acerca del hombre y las a veces pocas expresividades o manejo de esas mismas emociones. Quizás por sentir que se pierde la bien llamada “hombría” o “machismo superficial”. Aprendí a diferir de eso, y de comprender que sigo siendo el mismo hombre, solo que intento expresar todo lo que siento, sin vergüenza, sin remordimiento, sin atentar contra nadie, ni manipular las emociones, ni intentando seducir a nadie, por quién no sienta absolutamente nada. Por el contrario, el respeto y las consideraciones entre ambos géneros, es totalmente necesario y sustancialmente relevante, para dejar fluir la naturaleza misma de esas sensaciones...

Un hombre quien siente las primeras señales de amor, por lo general y de acuerdo a muchas historias reales, no de cuentos, no de libros, no de novelas precisamente, aun cuando todos esos escritos en muchos casos se basan en situaciones cercanas a la realidad, comienza a hacer ciertas cosas, que anteriormente no las hacia bajo una conducta tal vez regular o típica. Esas son las primeras manifestaciones acerca de los sentimientos inexplicables. Es el deseo de cortejar, de hacerse sentir, de manifestar a través de los detalles, hacia donde desea llevar la posible relación...

A una dama, a una mujer, a una fémina, tal como lo han dicho miles de personas a lo largo de la historia de la humanidad, debemos tratarla con delicadeza, con ternura, con educación, con respeto, con intuición. Ir escalando poco a poco a través de las intrínsecas montañas rocosas de su corazón, descubriendo las miles de galerías de cuevas, que están en su escondida alma, y buscando esa pequeña luz, a través de su espíritu medianamente encendido bajo una flama de baja intensidad en ese momento. Y así alcanzar la cima, el clímax, las estrellas, tomar la luna, pero mantener la premisa, que todo eso no acaba ahí. Tal cual planta que necesita riego eventualmente, quien necesita alimentación, renovación, re-invención y mantenimiento permanente, a sabiendas que siempre, cual jardín expuesto, miles y miles de elementos, extraños seres y a veces torrenciales lluvias, hay que atenderlas en los momentos apremiantes y de emergencia...

Nadie dice que sea fácil, nadie dice que eso es imposible, nadie dice que sea una misión escabrosa en el tiempo, y nadie puede decir, que aquello que nació de una sensibilidad extraña y hasta inexplicable, por una pequeña chispa generada en un encuentro a veces misterioso, tenga que apagarse, extinguirse, confiarse, abandonar o simplemente asumir, que muy a pesar de que los sentimientos siguen ahí, no debemos expresarlos, atenderlos y renovarlos, hoy, mañana, la siguiente semana y siempre, Tampoco nadie pueda estar exento de cometer errores, pero siempre vale la pena reconocerlos y enmendar, redimir y reconducir con humildad, para aceptar la mejor de las disposiciones y continuar la caminata juntos, superando cada barrera y cada prueba universal...

Caminar juntos por la misma vereda, enlazados de las manos, a veces mirándonos tiernamente, tal vez riéndonos de cualquier eventualidad o manifestación. Compartiendo cualquier detalle, un helado, un chocolate, una galleta en la boca. Mirar al cielo, tal vez sobre las bien creadas e imaginarias formas en las nubes, o tal vez observando el manto estrellado en una noche fulgurante, viendo pasar una estrella fugaz, y ambos pedir un deseo, tal cual tradición ancestral. Disfrutar del silencio a través de una mirada, a través de un abrazo, a través de un roce, o un tierno beso. Tal vez siempre decir cuánto te quiero hoy, cuanto te voy a querer mañana, y cuanto estoy dispuesto a quererte y demostrarte siempre, lo que soy capaz de hacer por ti. Solo son sentimientos, sin intereses, sin materialismo, sin condiciones, sin pensar, sin medir, sin evaluar. Solo dejando fluir la naturaleza misma del amor, hoy, mañana, siempre y tal vez pensar, más allá de la eternidad. Tal vez renacer nuevamente, volver a encontrarte, volver a cortejarte, volver a conquistarte y continuar la historia en otro tiempo de vida. Una vida que quizás Dios mismo, nos pueda dar esa extraordinaria oportunidad de volverla a vivir...

Así como manifiesto y expreso los sentimientos que hacia una mujer, hemos de hacer sentir, mantener y dedicar, también en igual proporción y correspondencia, la naturaleza misma del amor, del universo, y de algo que está más allá de nuestra comprensión racional, la mujer en muchas ocasiones, hace lo mismo o quizás mucho más. Y es entonces cuando ambos seres, inician una sana y maravillosa exploración y competencia misma, de sensaciones, pasiones, deseos y manifestaciones, que nunca queremos que termine, que se apague o que se extinga, hasta en los momentos apremiantes, difíciles y complejos...

Y culmino esta primera parte de este artículo, esperando con humildad, respeto y consideración, quizás miles de observaciones, tal vez críticas de cualquier posición y posiblemente, puedan continuar aportando aspectos, que han quedado fuera. No por intención alguna. Solo que yo no soy el dueño de la verdad. No tengo el conocimiento absoluto o suficiente, para aseverar muchas de estas manifestaciones. Solo intento yo expresar, mis consideraciones, sentimientos y aspiraciones, acerca de hacia dónde continuo mi búsqueda incesante, de una felicidad de vida compartida para toda una vida, y tal vez como ya lo manifesté, más allá de la vida que hasta ahora yo conozco...

De alguien que solo intenta escribir y expresar, lo mejor que puedo tal vez haber aprendido a sentir con el tiempo...

martes, 15 de septiembre de 2015

Un breve cuento del Ángel Alhaayt - Capitulo 9 – Renacer…



El amanecer ya pronto despuntaría a través de una sutil luz, vista en los albores de las dunas, al este, donde se unen los mortales con la platea espiritual del universo. Prontamente el calor sobre las áridas arenas, obligaría a todos armar nuevamente las alforjas, recoger las tiendas y provisiones, para nuevamente continuar cada quien su ruta...

Los beduinos estaban ya por partir, rumbo al sur. El jefe del grupo, un hombre de una serenidad inagotable, pero mortalmente peligroso, decidió cambiar la ruta al despertar. Había algo le decía acerca de un encuentro fortuito, el cual debía evitar a todo costo. Un hombre profundamente devoto de Alá y el Corán, muy a pesar de estar consciente él, de su naturaleza delictiva, no contradeciría las señales y los sueños espirituales, acerca de los peligros en las extensas arenas del desierto...

Mientras en el otro lado de las dunas, cabalgaban a toda prisa el grupo de El Príncipe y El Mercader, rumbo a un encuentro insospechado, pero terriblemente inevitable. Esa mañana El Príncipe había despertado más temprano de lo habitual. Necesitaba aislarse unos minutos. Miró a las últimas estrellas a lo lejos del firmamento, logro ver pasar una estela de una fugaz estrella, perdiéndose al horizonte, justo a la salida del radiante sol del desierto, que ya mostraba los primeros rayos de luz. Bendijo bajo sus costumbres y comenzó a despertar a los miembros de su grupo. Había tomado una decisión...

Alhaayt despertó en otro lugar algo distante, cerca de una tienda de mercadería y a los pies de un alazán majestuoso, quien lo inducia a levantarse prontamente. No sabía que hacía en ese lugar. No tenía la menor noción de su aparición ahí. No recordaba casi nada. Pero algo le decía que tenía que levantarse, montar ese caballo y cabalgar a algún lugar. Trataba de recordar quién era, antes de despertar, pero no sabía quién era y como llegó ahí. No había rastro de recuerdo alguno. Comenzaba así una nueva oportunidad de vida, un desconocido despertar, para un ángel convertido en hombre, convertido en un simple mortal, vuelto a renacer desde las sombras, desde la oscura noche en el desierto, desde una añoranza y un deseo sublime de encontrarse, tal vez con un pasado remoto, tal vez con un presente inevitable y solo tal vez, con un futuro incierto y esperanzador...

Alanna-Zuhi y su hermana, cabalgaban juntas una yegua dócil, robusta y de buena estirpe. No era el mismo animal de los días anteriores. Esta era mucho más fuerte. Tal vez la decisión de cambiarles el animal, era por el peso de ambas, y por la posible larga jornada a la que todos estarían expuestos el día de hoy. El grupo había partido muy temprano, justo al alba. El jefe del grupo cabalgaba al frente, junto a su más cercano y fiel servidor. Ningún otro miembro hacia comentario alguno, custodiaban el grupo con celo y alerta, ante cualquier eventualidad. Todos sabían que sobre las arenas, cualquier sorpresa, podía significar la vida o la muerte...

A lo lejos y en lo más alto del cielo, volvía a aparecer el ave. Una harpía de extensas alas, quién chillaba muy fuerte, emitiendo un extraño sonido, haciendo eco a lo largo de las arenas, y de alguna manera debía ser interpretado como una señal direccionada. Eventualmente volaba en círculos, bajaba en picada y volvía a subir a lo alto del cielo azul, cual cometa fugaz, anunciando un acontecimiento inesperado del universo...

Alhaayt logró montar el alazán, bravío, corpulento, alto, de pelaje negro, con largos crines y una cola que rozaba el piso. El animal se comportaba con él, como si fuese su inseparable dueño y amigo. El caballo salió del área tal cual animal de estirpe, luciendo su extraordinario porte. Todos los transeúntes admiraban al animal, pero también reverenciaban a Alhhayt. Y realmente él no sabía porque, ni aún quién era. Como tampoco porque tanto respeto hacia él. Pero nadie se le acercaba, así como él no se atrevía a preguntar nada. Solo dejaba que todo fluyera naturalmente, decía Alhaayt en sus pensamientos – ahora recordare, solo debo esperar despejar mi mente. Partieron a rumbo desconocido. El alazán parecía saber el camino...

En la caravana del Príncipe y del Mercader, habían cabalgado algunas extensas leguas, sobre las estériles arenas del desierto. El calor y el radiante sol, a veces era muy insoportable, pero el deseo y voluntad de dar caza a los beduinos, sobrepasaba cualquier sufrimiento ante el ferviente ardor, sobre los cuerpos protegidos con las amplias y largas túnicas de algodón, permitiendo soportar el calor sin deshidratarse. A pesar del hambre a veces agobiante y la sed en la extenuada cabalgata, la caravana mantenía el paso, comían solo lo necesario y distribuían el agua de forma equitativa y medida. Sabían que las provisiones podían mantenerlos cerca de 7 días, pero no más...

Estaban cerca del ocaso y la caravana de los beduinos, asumían se habían alejado lo suficiente de la ruta inicial, para así despistar cualquier persecución a su grupo. Y eso realmente estaba lejos de la verdad. El jefe le participo a su segundo, hacer la parada correspondiente al avistar un pequeño oasis que estaba en la ruta del grupo. Tal vez una media hora más de extenuante camino. La hermana de Alanna-Zuhi se encontraba literalmente agotada, con cierta deshidratación, en vista de no estar ellas preparadas para estas situaciones. Sin embargo su hermana mayor trataba de darle fuerzas y ánimo. Ella presentía que prontamente habría un desenlace. Ella veía a lo lejos del cielo, el ave volando en círculos, justamente en la dirección del oasis y ella lo interpretaba como una señal, una buena señal. Sus creencias y su fe, jamás la doblegarían, más allá de la situación de ella y su querida y atormantada hermana...

El bravío corcel al que montaba Alhaayt, apresuraba el paso a medida que el atardecer caía, aún quedaba claridad suficiente para avanzar más, y muy a pesar de lo extenuado que se sentían ambos, parecía que las energías de sus organismos, recargaran fuerzas. El ahora terrenal chico, convertido en todo un hombre, presentía que estaba en los albores de una hazaña, de un encuentro inexplicable y de una encrucijada, en la cual su destino ya estaba escrito. Sin embargo y buscando respuestas muy dentro de su corazón y espíritu, seguía aturdido referente a quien era, donde estaba y hacia donde iba. Extrañamente y de manera intuitiva dejaba fluir energías que lo impulsaban a continuar, sin preguntar, sin dudar y sin condicionarse a sí mismo, acerca de las razones que lo llevan a alguna parte...

El Mercader continuaba la jornada con valentía y dignidad, a pesar de que sus condiciones no eran las mismas de su juventud. Era un aspecto que El Príncipe admiraba y respetaba, al punto, que él sentía que era su primer compromiso digno como hombre, como miembro de una familia proveniente de una antigua estirpe. A veces parecía que su ahora amigo El Mercader, desfallecería, pero al verse a los ojos mutuamente en la cabalgata, el señor de las hermosas mujeres, tomaba mas aliento, mas energías, mas vitalidad y le transmitía al Príncipe sin emitir palabra alguna – “Continuemos, que aun estoy más vivo que nunca”. Y eso precisamente, era más digno de enaltecer...

El oasis se encontraba aislado a un lado de la ruta y bajo una hondonada sobre las extenuantes dunas. Un lugar relativamente pequeño, tal vez acogedor en el medio de tanta aridez. Un manantial de agua profunda, se encontraba a través de un pozo de piedra, construido cientos de años atrás. Sobre esta pequeña cuenca semi-oculta, y entre las arenas, estaba este punto de vida verde y colorida, llena de palmeras, dátiles, y algunas otras plantas extrañas, pero llenas de vida. Presencia de algunas rocas, con formas extrañas, dando la sensación de una fortificación. Algunos animales e insectos complementaban este pequeño mundo de vida y contradicciones...

Y la caravana de los beduinos, logró alcanzar el oasis a las primeras horas del anochecer. Descargaron las provisiones y las cargas que traían los animales, les dieron de beber y los alimentaron. Luego armaron las tiendas provisionales, y había un signo de agotamiento en casi todos, con mayor intensidad en las dos hermosas mujeres. Colocaron tres vigías, a custodiar el oasis y las tiendas. La noche se encontraba en silencio, iluminada por un manto de estrellas refulgentes. La luna en cuarto creciente, apenas mostrando una pequeña parte de su imponente redondez. Alanna-Zuhi estaba muy agotada, pero sentía en su alma y corazón, que debía estar atenta. Ella presentía que algo sucedería en ese lugar y usualmente sus instintos no se equivocaban. Su hermana luego de comer, quedó extenuada y a dormir quedó. Ya no tenía ganas de llorar, solo dormir para luego despertar de la pesadilla, que hasta ahora ambas han tenido. Pero todo pronto se develaría...

Alhhayt continuaba su marcha, montando ese hermoso y bravío corcel negro, bajo una extraordinaria noche fulgurante, cabalgando ambos con altivez y mucha seguridad, sobre las densas y áridas arenas. Daba la sensación de parecer un legendario Príncipe de las Dunas, en busca de sus tropas para la batalla final. Su corazón cada vez latía más rápido, presentía llegaría prontamente a su destino, a un inesperado encuentro con la vida, con la muerte, con la eternidad, sin saber siquiera el porqué, ni donde, o como llegó a esas circunstancias. Continuaba sin recordar absolutamente nada, pero no había temor, ni dolor, menos dudas, acerca de esa ruta hacia lo desconocido. Y pronto su encuentro con lo inesperado, tal vez, solo tal vez, podría traerle las respuestas que esperaba...

El Príncipe envió adelante a dos de sus mejores rastreros del desierto. Estaba seguro en ir sobre la ruta correcta, sin embargo también estaba consciente, que debían encontrar la manera de tomar por sorpresa a los forajidos beduinos, a esos traficantes de hermosas mujeres del desierto. Todo eso tenían que realizarlo con estrategia y en el silencio más absoluto de la noche, si era posible. Aún con el cansancio acumulado de la extenuada cabalgata, el Mercader sentía la necesidad de sacar fuerzas, desde lo más profundo de su ser interior. Sus hijas siempre fueron lo más importante en su núcleo familiar, y si debía dar la vida por rescatarlas y que estuviesen a salvo, lo haría sin pensarlo, sin remordimiento y con la fe puesta en sus creencias y en Dios...

Uno de los vigías destacado, se plantó a lo alto de una de las rocas de un pequeño promontorio, con la finalidad de poder visualizar el acceso desde el Sur. El otro se destaco sobre la ruta de los viajeros, pudiendo avisar desde su puesto, al vigía de las tiendas. Y el último vigía, estaba apostado en la zona Nor-Este del oasis, para así cubrir los flancos más débiles del entorno. El jefe del grupo se sentía inquieto, pero el cansancio del viaje lo venció definitivamente y cayó rendido luego de comer y beber. Ahora solo la noche debía continuar hacia lo inesperado...

Los dos jinetes enviados por El Príncipe, avistaron desde lejos y pasada la media noche, al vigía apostado sobre la ruta. Con mucha cautela se separaron, para establecer una especie de perímetro, y de esta manera poder visualizar las tiendas y detectar los otros vigías. Lograron ver los caballos y algunos camellos, descansando cerca de unas nutridas palmeras datileras. Una vez avistado a todos los vigías, y evaluar la situación, decidieron regresar rápidamente sobre la ruta, para avisarle al Príncipe, el paradero de estos beduinos, quienes asumían ellos, eran los raptores de las hijas del Mercader. El plan de rescate había comenzado con la ubicación del grupo...

Muy a pesar de las eventualidades, las circunstancias y las pruebas a las que viven los mortales expuestos, lo importante, lo relevante y lo necesario, es dar la cara, afrontar las penas y angustias, y encontrar el mejor camino, para superar las vicisitudes...