Tomando el concepto expresado en
el capítulo anterior, y en referencia a “Amar”, pero ahora bajo la óptica
masculina. Es decir cuando esos sentimientos son recibidos desde el amor de una
mujer hacia un hombre, quién desea ser amado, correspondido y así poder
satisfacer, esos anhelos celosamente bien guardados. Me permito en este momento,
intentar plasmar a través de estas escrituras, y desde mi punto de vista
particular, quizás en algunos otros casos también y en general. Obviamente en
términos naturales, con las idénticas características y criterios
inconfundibles, con lo ya anteriormente mencionados, y posiblemente, como
quizás algunos hombres, desean, quieren y aspiran, con ese encanto sutil y
femenino de una mujer. Definitivamente existe probabilidades, de que en alguna
parte de este inmenso, imperfecto y asombroso mundo, existan casos, existan
bellas y buenas damas, y existan claras intenciones, de ser correspondidos en
esos mismos términos. Tal cual exprese abiertamente, al amar a una verdadera Mujer
en libertad, casi de una manera incondicional y convirtiéndola en un ser
especial...
Tal vez la gran mayoría de los
hombres (no puedo yo ni remotamente asegurar que sean todos), distan mucho de
expresar abiertamente, tal vez en privado, en confianza, o en la intimidad
misma, y hasta en una bella relación de pareja, de describir, manifestar, dejar
salir todo lo que guarda o espera, de una extraordinaria mujer. La razón y en
mi humilde opinión, es netamente cultural y de vicios transferidos, a lo largo
de siglos y siglos de evolución en nuestras sociedades. Sin embargo hay signos
en las últimas décadas, de cambios sustanciales. Algunas veces expuestos y
vistos con regularidad, en algunos países, en algunas localidades y en
diferentes sociedades. Es decir, las tendencias con los instrumentos de hoy en
la comunicación, están permitiendo cruzar las fronteras de los paradigmas, y yo
creo es una buena y extraordinaria señal a fin de cuentas...
Es bastante probable que existan
detractores de esta visión, de estos pensamientos, de esta visión masculina y personal,
en cuanto a dejarse seducir por una bella dama, cuando se despierta el interés a
través de sus encantos reales y naturales, por una mirada que dice mucho acerca
de la intención, de llegar hasta uno como hombre, tal vez atractivo o
interesante en primera instancia. Quizás por esos momentos de pasión desbordada
que a posterior suceden, que emana muchas veces como un volcán en erupción y
sin control, brotando cual lava ardiente, cálida, envolvente y adictiva. Es así
como yo siento eso en su piel, pudiendo alcanzar y ver su alma, cruzando sus
ojos con esa mirada perdida, intentando salir prontamente de esa infinidad de
grutas, que en su interior se encuentran.
Escuchando sus latidos incesantes en su pecho, al besarla, al apretarla
y aferrarme a su hermoso y delicado cuerpo. En ese dulce sabor diluyente que
nos pasamos por ambos paladares, por su boca, por la mía, aspirando todo su
amor y encanto en una bocanada, que no queremos dejar de succionar, y al mismo
tiempo dejar en su ser interior...
Insisto fervientemente, no se
confunda nada de esto con los pensamientos, con los intereses personales, con
los gustos o disgustos, con la naturaleza humana muchas veces presentes en la
mujer, acerca del machismo, acerca de su racionamiento, acerca de la necesidad
imperiosa de garantizar un futuro a veces incierto. No se trata de nada eso en
este momento. Se trata de dejar fluir esas sensaciones extrañas,
incomprensibles, supra naturales, universales, mágicas y eternamente sensuales,
con instantes de pasión, sumisión, de un paseo por las nubes, tocando tal vez
las estrellas, viendo hasta luces a nuestro alrededor, entre dos seres que
desean ir mucho más allá de la comprensión y del entendimiento racional...
El hombre tal cual ser humano
complejo a veces, y otras excesivamente simple y práctico, también necesita
atención, también necesita a veces palabras de aliento, cariño, amor,
dedicación y devoción, en tal igual proporción como algunos de nosotros
deseamos y otorgamos sin condición alguna, dar a nuestra dama elegida. El
hombre quién escribe y pretende mostrar en esencia, necesidades y deseos, abrir
esa “Caja de Pandora”, bien guardada, con celo, con pena, con excesiva
discreción muchas veces, en ocasiones se cohíbe, y otras se escuda bajo una
actitud defensiva, muy bien disfrazada, aparentando sus dotes de líder, de
masculinidad, de recio y a veces excesivamente fuerte, cuando en el fondo con
un pequeño impulso, queda totalmente desarmado ante la naturaleza misma de esas
sensación de amor sincero y natural. Continua tal vez escuchándose a lírico,
profundo, idealizado o hasta extraído de un libro de romances. Pero
absolutamente, ni remotamente parecido. ¿Y por que realizo tal aseveración? Muy
simple, los libros de romances son creados por una mente quizás diestra en el
arte de la escritura y la seducción, pero tomando patrones, lecciones y
experiencias de la vida real. Cito una historia de la vida real...
Cuenta una historia transformada
luego en leyenda, de la milenaria cultura de la espiritual y asombrosa India. Una vez un Príncipe,
muy culto, inteligente, de muy buen aspecto y porte, despojado de los intereses
mundanos, un día decidió dar una pequeña travesía por algunos bazares, de esos
alegres y coloridos, tal cual como aún continua su pueblo y su sociedad. Encontró
sus ojos, con los ojos de una bella y atractiva adolecente de 15 años. Ella pretendía
adquirir una hermosa prenda, para engalanar aún más su propia belleza. Sin
embargo ella solo la estaba probando, y admirando la delicadeza de la pieza en
sí. El Príncipe de manera educada se acercó, preguntó acerca de la delicada
pieza, sin dejar de mirar a la adorable y hermosa niña. Le dijo el mercader de
la tienda que se trataba de un collar de diamantes, con un costo de 10 mil rupias.
El Príncipe pago el precio de la pieza sin dudar y se lo obsequio a la pequeña
dama. Con eso el Príncipe se ganó el corazón de esa apreciada y hermosa dama.
Luego tuvo que esperar cinco largos años, para poder casarse con la hermosa
mujer, y sin poder verla aunque fuese una sola vez antes de ese evento matrimonial.
La ceremonia tuvo lugar en el año 1.612. Posteriormente el Príncipe fue
coronado Rey, tomando como nombre Shah Jahán, el Rey del Mundo. Gobernó con
sabiduría y paz. Su esposa favorita fue nombrada Mumtaz Mahal, la Elegida o
bien llamada Perla del Palacio. Cuatro años más tarde luego de su coronación y
por causas de fuerza mayor, su esposa la favorita y Reina del Imperio, estaba
embarazada de su nuevo hijo. No pudo soportar el parto y murió. El Rey sufrió una
de las penas más amargas de toda su historia. En su lecho de muerte, antes de
pasar a la otra vida, su esposa le solicitó construir un santuario, un
mausoleo, una magnífica obra en su nombre. Un monumento sin igual en el mundo.
Construyó la obra que duró 22 años en erigirse, con las mejores piedras, mármoles,
piezas y extraordinarios materiales de todas partes del mundo. Un santuario al
amor, en nombre del amor y por el más autentico amor, jamás antes visto en esa
región. El asombroso Taj Mahal, una obra solamente diseñada y construida por
más de 20 mil trabajadores, en nombre del mismo amor, como devoción y
veneración por alguien que lamentablemente no pudo disfrutar más tiempo, al
lado de su compañero de vida...
Tal vez podrán decir, que por el
hecho de ser Rey, disponer de todos los tesoros del mundo, de un poder supremo
y temporal, él podía hacer lo que fuese para complacer a su amada mujer. Pero
no es así. La historia no termina ahí. Antes de poder ver su inmaculada obra, y
también por esas cosas inexplicables que a veces no entendemos, su tercer hijo
se hizo del poder, venció a sus hermanos y encarceló a su propio padre, en una
fortaleza, desde donde podía ver su obra inmaculada, para su amada mujer,
esposa, compañera, amiga, confidente y leal amante. Muriendo poco tiempo
después, para luego descansar su cuerpo en la misma edificación que logro
construir para ella. Así pasaría a la historia convertida en leyenda, pero de un
amor puro, honesto, sublime y eterno...
Partiendo de esas historias de la
vida real, cual cito como ejemplo, muchos, pero muchos han escrito, investigado,
extraído, mostrado al mundo, una buena cantidad de extrañas pero adorables
historias de amor, como pocas, como únicas, como muy auténticas, de las cuales
muchos también se conmueven, desean verse en situaciones similares, necesitan
sentir y vivir experiencias tal vez similares, para luego dejar como legado,
que su vida, aún cuando no sean de reyes y reinas, de zares y zarinas, de
emperadores y sus esposas, también pueden ser dignas historias para contar y
pasar a ser referenciales y testigos de una extraordinaria historia de romance
y sufrimiento conjunto. En nuestros tiempos modernos, complejos y hasta
controversiales...
Regresando al tema en cuestión y
hablando de aspectos deseados por el hombre, creo yo entender que en la misma
proporción como a la mujer, ha de ser respetada, adorada, bien tratada con
educación, dedicación, amor sublime y sincero, pues el hombre de igual manera
requiere y necesita sentir esos sentimientos. Aun cuando existan otros
atenuantes, eventualidades y complejos de nuestras sociedades, entre la mal
llamada hombría y el papel de la mujer en una relación marital, de visión
compartida para toda una vida, de amor de compromiso bajo solo y únicamente, el
deseo de amar y dedicarse por igual entre ambas personas. Y eso es un tema que
he dejado de un lado, simplemente porque en estas letras, yo intento exponer,
todo aquello que tiene que ver con los sentimientos y el nacimiento dentro de
nuestro ser interior, de lo que todos tal vez conocemos como “Amor”...
Cuando ese aspecto sublime y
natural existe entre dos personas, y que continúa creciendo a partir de esa
chispa que encienda la flama, avivando cada día, cada momento, cada instante, sin
cuestionamiento, sin intereses, sin pensamientos oscuros o ventajas detrás de
las cortinas, sin condicionar todos aquellos aspectos concatenados, que tienen
que ver obligatoriamente con una relación a largo plazo, todo lo demás, el
universo, el esfuerzo mutuo, el compromiso de superar todos los obstáculos naturales
que encontramos todos en ese andar, durante ese paseo de vida, han de poder ser
resueltos, construidos, reparados, aceptados, afrontados y debidamente
superados. Porque así es la vida, así fue creado este universo, así Dios mismo
dispuso que los seres humanos seamos capaces de todo y para todo. Y es cuestión
de voluntad, compromiso y persistencia, para aprender las lecciones, y seguir intentándolo,
acertando y errando, de forma natural, intuitiva y creyendo firmemente en cada
uno de nosotros. Nadie aprende de las experiencias de los demás. Todos aprendemos
las lecciones de nuestras propias vivencias, y muchas veces necesitamos escuchar
y seguir escuchando, asombrosas historias, para intentar entender que todos
estamos expuestos a ser felices y también a sufrirlo...
Es cierto que en la mayoría de
los casos, y en términos generales, la sensibilidad de la mujer, su sensualidad
y su manera de ver de forma a veces muy distinta el amor, con respecto a la
simpleza a veces expresada o manifestada por el hombre, hace ver como una
debilidad en la mujer. Eso hoy ha cambiado y poco a poco, ellas se están dando
cuenta de las herramientas que poseen, de las debilidades también ocultas del
hombre y de los deseos absolutos, que un hombre requiere, para ser feliz y
poder cumplir su papel en la relación de pareja. La vida en pareja no es
perfecta, aun cuando el amor es un sentimiento perfecto, y nace dentro de
nosotros. Eso no implica nunca, que ese aspecto pueda garantizar una relación
perfecta, tal cual los colores del arco iris. Los compromisos deben ser
equitativos, profundos, honestos y auténticos. Es de ambas partes construir y
andar, no de un solo lado de la balanza...
Y culmino esta última parte por
los momentos, acerca de una visión masculina en los temas de amar a un hombre
real, tal como lo expreso en el título, esperando con humildad, respeto y
consideración, todas las críticas a estos comentarios, independientemente de
cualquier posición al respecto, considerando en los mismos términos, si algo ha
quedado por fuera, no ha sido con intención alguna. Solo intento interpretar
mis sentimientos y dejo fluir lo que por dentro conservo y he logrado quizás
entender. No soy un hombre que pudiera hablar con propiedad, como si tratase de
comportarme a la altura de un erudito o investigador. Estos temas en mi opinión
sincera, no son para investigar o estudiar. Son más bien para permitir que
afloren muchas cosas que todos sentimos, que todos percibimos, sin pensar
mucho, dejando que salgan desde los lugares más recónditos de nuestro interior...
De alguien que solo continua intentar
escribir, expresar, manifestar lo mejor que puedo quizás, haber aprendido a
sentir durante mis momentos de meditación y reflexión...