domingo, 10 de enero de 2021

Capítulo XIX – En una mañana nublada y lluviosa de Enero, y una breve Historia Fabulada…

 

Mientras caminaba bajo ese manto frío, con un rocío de llovizna y mucha niebla esparcida sobre la zona, por oca por donde pernocto y habito, meditaba en el ínterin de mi andar acerca de esa composición que acompaña cada día DIEZ de cada mes, en la ocasión de esa ausencia que cambio para algunos una manera de vivir esta vida, sobre todo para quienes estuvieron hasta ese último día ahí presentes. En mi caso particular lo tomo a título personal, quizás por algo que en ocasiones no logro terminar de descifrar, sin embargo si existe algo que me trae mucho placer y una razón para continuar realizando esta historia de nunca acabar (por lo menos mientras disponga de la creatividad, fuerza y emoción para hacerlo), que es la de componer relatos, algunos bajo lo escuchado por otros intentando darle un giro casi especial y hasta divertido a pesar de todo, en otros con un componente espiritual y de ensoñación, de esas vivencias que tal vez vivimos algunos al cruzar el umbral desde nuestra realidad a la de los sueños, y en algunos momentos intentando crear un escenario desde un universo diferente, con esos matices de ficción, de ilusión, esperanza y amor, simplemente para dejar plasmado esa motivación que me lleva a ese éxtasis de hacerlo con tal emoción...

Tal vez hoy no sea un día de recuerdos fugaces o de ese pasado que marcó una breve historia de vida inalterable hasta que duró, tal vez sea un día de ingenio, de creatividad y una ocasión para intentar narrar una breve “Historia Fabulada”, acerca de una linda y perspicaz perrita llamada “Lulú”, y un Ángel que bajo del reino de los cielos quizás a “Curiosear y Aprender de esta Vida Terrenal”, dada las innumerables lecciones del Maestro Creador, a través de sus citas, de todas aquellas ocasiones junto a todos sus discípulos y legión de Ángeles quienes escuchan todos los días de sus palabras acerca de la FE y el AMOR, acerca de la ESPERANZA, y desde un universo donde absolutamente todo se desenvuelve con ese toque esperanzador de que nada sucede al azar, por casualidad y menos a la suerte de quienes habitan en este mundo de manera limitada y temporal, porque definitivamente ha estado escrita así desde la creación...

Fueron tantas las sesiones y ocasiones donde el Maestro como leal y hábil conductor de esas clases casi magistrales, de todos esos momentos elocuentes, amenos y llenos de esperanza les manifestaba que la vida fuera del reino celestial no podía ser perfecta, que había creado las herramientas necesarias para que cada ser viviente desarrollase sus propias estrategias de desarrollo en un hábitat natural y de convivencia, entendiendo que en la viña del señor deberá haber de todo, así fuese controversial y hasta contradictorio...

Obviamente aquí en este mundo y allá en aquel imaginario y espiritual, sucedía lo mismo, en términos de curiosidad, ingenuidad y suspicacia, siempre existirán aquellos seres inquietos, susceptibles, curiosos y hasta atrevidos, en querer ir más allá de su propia naturaleza y sensibilidad, preguntando acerca de lo desconocido en ocasiones, e intentando generar a través de su autenticidad un enfoque tal vez distinto, y explorando más allá de su propia realidad...

Los retos del Maestro definitivamente no han tenido límite hasta los actuales momentos, y tal vez nunca lo tendrán, más allá de una breve apreciación literaria o una interpretación particular adoptada bajo ese sueño esperanzador de equilibrio, armonía y paz que desde cualquier punto de vista algunos busquemos encontrar...

“Lulú” se llamaba una linda perra de pelaje beige, de color arena, mediana de tamaño, cola ligeramente levantada y de buen pelaje, orejas algo largas y caídas, ojos ocultos bajo una pequeña maraña de pelos, y un instinto de supervivencia natural, donde aprendió a entender en ese límite de tiempo vivido, que no todo es lo que parece y que hay tanta generosidad como maldad en este mundo tan particular, así compartió momentos de alegría, tristeza y compañía entre dos familias que la adoptaron en parte de su tiempo de crianza y formación, pero como sucede en ocasiones, nada dura para siempre y para ella fueron experiencias que simplemente le permitió entender a pesar de las circunstancias...

Por otro lado y desde ese universo espiritual, en ese grupo de leales ángeles pertenecientes a la legión de héroes espirituales del Maestro, había uno que siempre marcaba diferencia, curioso por naturaleza, a veces impertinente y atrevido, espontaneo y hasta directo, obediente dentro de la sensatez y control, pero definitivamente locuaz, benevolente y generoso, lo que le permitía al Maestro a ser condescendiente con él en muchos casos, por esa naturaleza tan particular y ejemplar...

Por supuesto todo lo que sucede en este mundo terrenal y en el universo espiritual, en este asombroso firmamento, a veces inexplicable y hasta controversial, tiene una razón de ser y es de conocimiento sin discusión del Sumo Creador, tanto desde lo benevolente y placentero, hasta lo cruel y perverso, entendiendo para su criterio donde ha de intervenir, porque, cuando, como y hasta en qué, y por supuesto donde no participa así le duela tan profundamente, porque así lo concibió para él y para los seres vivientes...

Ese “Ángel” a quien referimos en esta breve historia, el Maestro lo llamaba Zantheé y una de sus peticiones era bajar al mundo terrenal desde el reino de los cielos para ver, sentir y vivir hasta en carne propia las emociones y experiencias de quienes él veía como ingenuos y hasta ególatras en un mundo maravilloso y hermoso como el Supremo Creador lo había concebido, sin lograr entender y aceptar de esas innumerables historias relatadas por su Maestro, acerca de las elecciones, decisiones y vida temporal asignada a cada uno de ellos, y sus consecuencias en ese proceso de creatividad y crecimiento terrenal...

Cierto día en un tiempo irreverente y hasta oportuno, el Maestro decidió juntar a Lulú y a Zantheé en un espacio de tiempo compartido, en un locación idónea para que ambos juntasen experiencias, motivaciones y fuerzas, para así mostrarle tanto a Zantheé y a la pequeña Lulú, un pequeño animal con alma de sobreviviente, que nada es lo que parece, y que a pesar de las circunstancias y controversias, todo puede tener una lección aprendida, y una implementación de enseñanzas hasta en los contextos más extraños e irreverentes...

Obviamente Zantheé bajó al mundo terrenal convertido en el espíritu de un joven adolescente un poco complicado, un chico que le ha tocado vivir y crecer en un contexto complejo, sin apoyo para contribuir a su necesidad de crecer con una visión de progreso y algo de calidad de vida, con un padre de naturaleza poco confiable y relativamente poco comunicativo, sin una madre porque ella murió cuando él nació, y por ende fue criado más por una abuela con muchas limitaciones al estilo matriarcal, donde de acuerdo a las condiciones y circunstancias todo se hacía según la necesidad y conveniencias...

Zantheé llegó a compartir su espíritu en el cuerpo de un alma impotente, frustrada y dolida, con muchas cicatrices en su corta vida, pero con una amplia sensibilidad de generosidad, de carácter benévolo y aun con esos matices de esperanza para lograr alcanzar aunque fuese una pequeña meta en su corta vida, esa de cambiar para bien y ser alguien totalmente diferente a pesar de las circunstancias...

“Lulú” se mantenía en las calles, lamentablemente abandonada desde un poco menos de seis meses por la familia quien la tenía, sus últimos cuidadores, dejada en un parque urbano, desde allí ella aprendió a defenderse hábilmente de otros canes depredadores y sobrevivientes de la calle, de esos canes que nunca tuvieron un hogar, concebidos dentro del caos urbano y a riesgo propio se pudiera decir, así ella lograba comer de las sobras depositadas en contenedores de basura, en algunos sitios donde algunas personas, transeúntes y hasta indigentes le daban de comer; por supuesto ella se encontraba algo sucia y descuidada, con mucho pelaje enredado, grasoso y hasta largo, pero eso no le impedía su rutina diaria de supervivencia...

Cierto día algo soleado, con algo de tráfico vehicular por estas calles de esta populosa ciudad a la que no citaré en referencia, el chico a quién le llamaban acá en este mundo Seba (diminutivo de Sebastián), deambulaba por las calles luego de salir de su rutina escolar, se encontraba cursando el último año de escolaridad juvenil para intentar ingresar dentro de lo posible a alguna Universidad, y cursar alguna carrera profesional, aun sin poder establecer cual ni como alcanzaría eso, entendiendo que quizás sus notas no eran las mejores, pero tampoco las peores para ello, lo que siempre lo colocaba en una posición dubitativa y hasta estresante, dada también su condición familiar, donde no existía ni el estímulo, las condiciones, como la orientación debida...

Ese día había realizado las consultas pertinentes a algunos profesores acerca de su elección y paso siguiente para intentar cursar alguna carrera que le permitiese medianamente lograr una mejor calidad de vida, y salir de ese contexto donde siempre ha estado, por supuesto que el chico tenía ciertas destrezas en algunos aspectos, mientras que otras por la falta de orientación no le permitían inclinarse o evaluar posibilidad alguna, y ya estaba muy cerca de presentar la prueba de aptitud para postular esa posibilidad de ser aceptado en una Institución Universitaria...

Por otro lado “Lulú” deambulaba libre por la calle, observando todo, en ocasiones se sentaba únicamente para ver la reacción de las personas de la calle, ver como caminaban, como hablaban entre ellos, incluso las discusiones ocasionales, como otros se tomaban de las manos, como lo hacían a través de sus aparatos llamados celulares, y hasta aquellos que hablaban solos, quizás dada ciertas circunstancias acerca de esas reacciones, e inclusive veía la particularidad del caminar a las personas, algunos de forma rápida y otros pausadamente, como si no tuviesen preocupación alguna, porque los animales y sus instintos ocasionalmente saben cuándo alguien está preocupado, ella también observaba a los niños, algunos intentaban acariciarla, pero se acercaban con recelo pensando que ella podía reaccionar de forma arisca y hasta agresiva dada su apariencia como un can de la calle, pero con una pequeña diferencia, ella llevaba un pequeño collar con un “Dije” que llevaba su nombre, un collar que le colocó su primera familia adoptiva...

En este ínterin de seres tal vez con “Preocupaciones” y hasta similares, a nivel casi de supervivencia aun en condiciones diferentes, con hasta deseos de cambios, con esperanzas abrumadas, con imágenes y sentimientos encontrados, con sensaciones controversiales llegan a cruzarse por estos caminos interminables; Seba sentado en una banca de una parada de transporte público (de esas que pocas quedan en esa ciudad), dubitativo, cabizbajo, muy pensativo y hasta algo triste, y Lulú no muy lejos venía en esa dirección casi a nivel de trote, simplemente deambulando en la búsqueda de quien sabe qué como muchos perros de la calle; repentinamente ella detuvo su marcha, miro a ambos lados de la calle, miró atrás, y luego lo miró fijamente a él, se sentó, algunas personas transeúntes miraron extrañados la posición del animal pero no se detuvieron a ver la continuación de la escena, escena que ya estaba escrita desde ese sitio donde otros no pueden ni tan siquiera imaginarse lo que sucede ocasionalmente por alguna razón...

Seba sacó de su mochila o morral juvenil (como muchos hoy llevan consigo), una galleta, envuelta en un paquete de estos comerciales bastante llamativos, de color blanco con rojo, era un waffle cubierto de chocolate, relleno de vainilla y chocolate, muy conocido en el medio local, él miraba la golosina y al mismo tiempo miraba al cielo; Lulú mantenía fija la mirada sobre el chico, giraba la cabeza como preguntándose “¿Y ahora que se trae este, que tiene, por que esta tan triste?”...

Seba y Zantheé comienzan a interactuar internamente, un alma entristecida y un espíritu emancipado por cambiar el rumbo de un corazón frustrado, un cuerpo lleno de insatisfacciones, en un contexto controversial sin un rumbo definido; a pocos metros un animal con instinto de protección, una superviviente del caos a punto de dar un giro a su escasa comprensión, en un mundo de humanos contradictorios pero interesantes por su misma naturaleza y determinación, ella siente la tristeza en él, y siente una innegable necesidad de afecto, estímulo y visión para emprender las cosas hacia un mundo mejor...

Él coloca la mochila a sus pies, mira fijamente el empaque y se pone a leer el contenido y procedencia del producto, curioso por naturaleza en ambos seres que conviven en un cuerpo a punto de ser motivado hacia otro nivel; ella se levanta, se coloca en cuatro patas con la firme intención de intentar acercarse hasta el chico, obviamente con la necesidad de dar y recibir ese afecto que ha extrañado en meses y en ese mismo momento como por arte de magia, esa magia subliminal y milagrosa que en ocasiones los humanos necesitan, ambos se ven, ambos mueven la cabeza de la misma manera, hacia un lado y hacia el otro, ambos agudizan su mirada y mueven la lengua para tragar saliva simultáneamente como preguntándose “Es cierto lo que veo”, él se levanta de la banca, se encuentra solo, ella levanta la cola y la sacude, él levanta con su mano derecha el empaque con la galleta y se agacha para recoger con la mano izquierda la mochila que está a sus pies, ella emite un gruñido pero de emoción por la mirada y reacción de él, él la invita a venir con la mano y en ese momento la vía está totalmente despejada y libre para cruzarla, ella le ladra, él la anima y le dice “Ven”, ella vuelve a ladrar y gruñir pero esta vez de satisfacción y alegría, él se sienta y abre el empaque para sacar la galleta, ella gira alegre en su sitio gruñendo y ladrando, el parte una porción y se la lleva a la boca para degustarla y siente un placer algo especial, tal vez el sabor del chocolate, el instante o la motivación con el animal, ella continua ladrando y brincando con sus patas delanteras, y entonces él parte otra porción de la galleta y se la ofrece, es entonces cuando ella arranca en carrera hacia él para acercarse...

Y desde una ventana de un apartamento muy cercano a esta escena, alguien observa todo, absolutamente todo con una aguda curiosidad por la manera como todo surgió, desde que él llegó a esa parada de transporte público, e inclusive desde que el animal se detuvo a unos veinticinco metros aproximadamente del chico; fue como si las circunstancias y mágico momento estuviese sincronizado con el universo para juntar almas silentes, solitarias y entristecidas por las circunstancias de sus vidas y regalarles ese ápice de esperanza que a veces necesitan para dar un pequeño giro a sus vidas, de esta manera se encontraba en un momento como congelado en el tiempo, observando una escena nunca antes vista, y menos imaginada de dos seres vivos que nada tenían que ver entre ellos y menos con quien los observaba, simplemente como cualquier espectador en una obra de teatro...

Lulú llega alegre ladrando y buscando las caricias de Seba, él motivado y hasta sorprendido le da el trozo de galleta en la boca, y se percata que es una perra y que tiene un collar con un pequeño “Dije”; ella gustosamente se come la galleta oliéndola previamente (como hacen todos los perros), y lo mira con ternura y emoción, dilatando sus pupilas y bajando aún más sus largas y peludas orejas, él logra tomar con delicadeza el dije y lee “Lulú”, y se sorprende, entonces él le habla y le dice “Lulú, ese es tu nombre”, ella responde inmediatamente con un ladrido, y continua ese encuentro extraño, mágico y alegre, a pesar de sus circunstancias e historias diferentes...

Quien observa todo desde la ventana desde un segundo piso de un apartamento muy cercano al frente de la parada de transporte público, decide bajar rápidamente por las escaleras y cruzar la vía de automóviles para acercarse e intentar comprender lo que sucedió en ese lugar, aun entendiendo que él es un completo desconocido, que el animal es un perro de la calle y que su condición como espectador le limita a interactuar de forma abierta, sin embargo su propia naturaleza intempestiva, de esas curiosidades inexplicables y atrayentes, le obligan a actuar para comprender muchas de esas cosas que suceden a nuestro alrededor…

Llega y los encuentra a los dos en el mejor estado de ánimo, el animal y el chico, juntos, alegres, estimulados como dos seres que estuvieron destinados para juntos estar, se presenta narrándole a él lo que apreció desde la ventana desde el momento que todo comenzó, sin dejar de hablar, sin poder parar, de manera sorprendente, la perra tranquila sentada prestando atención tal cual oyente, hasta que su discurso termina y entonces se presenta formalmente, diciéndole lo siguiente “Lo siento si fue inoportuno el momento pero no podía dejar pasar lo que vi, lo que pude apreciar, lo que me transmitió, mi nombre es Sophía, pero todos me llaman Sophy”, un placer…

Esa es la historia que yo hubiese querido escuchar, esa es la historia que me hubiese gustado plasmar, porque la moraleja de esta historia fabulada, es que no importa el lugar, no importa el contexto, no importan las circunstancias, desde el cielo, desde el universo, desde la creación de la vida, hay mil y una historia escritas acerca del amor y las esperanzas, y que todo quizás pudo haber sido así, o tal vez de otra manera, pero igual de mágico y hasta universal, y que más allá de este contexto, aun en el reino de los cielos, quisiera tuvieses tú una historia tan bonita y tan particular mi niña, esta te la dedico a ti en este día tan particular, porque he comenzado un nuevo ciclo en este momento de vida que todavía intento alcanzar, desde aquí, desde mi ingenio y creatividad, desde esa inspiración que me lleva a esos extraños lugares, tu fiel narrador de historias, quien te escribe y te amará eternamente, Esdras...