Mientras al otro
lado, tal vez lejos, tal vez no tanto, pero con esos deseos de quizás acercarse
a muchos, o quizás a nadie en particular, simplemente alguien escribía, alguien
plasmaba y dejaba a través de algunas palabras, de esas que entre versos,
prosas, romances y con un toque de poesía, daban cierta emotividad, dejaban ese
sentimiento, y esas sensaciones que fluían sin dejar nada a la especulación, sin
personalizar acerca de su intención, y sin dejar de transmitir esperanza,
honestidad, afecto y hasta ese loco y desenfrenado amor subliminal, ese que
embriagaba como el dulce sabor adictivo al que no puedes dejar de sentir en el
paladar, porque así era su alma quien se volcaba a través de sus palabras, con
todo aquello que mantuvo quizás guardado tiempo muy atrás, y que ahora solo
regalaba como homenaje a lo que alguna vez reprimió por temor a dejar al
descubierto la naturaleza de un mundo interior, lleno de armonía, de anhelos y de
ese algo de paz espiritual con sueños de...
Quizás aquello que
escribió sonó a un reclamo, definitivamente, tal vez con razón o sin ella, tal
vez porque había algo mucho más que la esperanza de una réplica acerca de su
propia reacción, tal vez sentía que necesitaba conocer algo más, sentir algo
más, porque y quien es, ir posiblemente hacia una vertiente desconocida, que le
tentaban sensaciones nunca antes exploradas, pero que a pesar de sus dudas o
miedos, estaba con disposición de arriesgar más allá de lo que pensaba, porque
inconscientemente lo sentía, lo intuía, y algo le decía que valdría la pena
tomar el riesgo considerando perderse más allá de un ocaso, de un amanecer, o
de un vislumbrado y aletargado palidecer...
Algunas personas de
su entorno muy cercano consideraban que esos comentarios estaban de alguna
manera personalizados, que eran muy directos, sin embargo difería de ello, y a
pesar de todo eso sabía que la única manera de mantener cierta atención sobre
ese entorno, era propiciar reacciones a sus publicaciones con cierto contenido
emocional, cargado de indulgencia y hasta sobriedad, porque si sabía que de una
u otra manera encontraría de manera inicial palabras de aliento, de
inspiración, de honestidad, de afecto y hasta de ese amor buscado sin aun aceptarlo,
de eso que contradictoriamente no disponía de parámetros referenciales, y que
al mismo tiempo carecía de credibilidad o suspicacia, simplemente porque no lo entendía,
pero a pesar de todo eso, daría el resto, apostaría a ganar, porque esa era su
naturaleza, su determinación, era inevitable, definitivamente se convirtió en
un reto personal...
Un nuevo día se
avizoraba, una nueva entrega, un nuevo reto en ese día a día convencional, una
melodía inundaba con aquella fragancia, con olor a caramelo, a sándalo, a roble
de cerezo, a versos en el tiempo, a encuentros taciturnos volcados sobre el
viento, si, era eso lo que le atormentaba, era eso lo que le fascinaba quizás,
eran esos latidos pidiendo desde el fondo querer saber más, especulando,
imaginando, sospechando, palabras seductoras que envolvían su mente, su alma,
su éxtasis que no le dejaba hasta ni pensar conscientemente, y sabía que estaba
entrando a un mundo nunca antes expuesto, y sin embargo su silencio tal vez
delataba más de lo que ocultaba, diciendo “Todo está bien, no sucede nada”… Si
claro, desde que las palabras existen y se aplican, las excusas sostienen
cualquier disculpa así nada más...
Llamadas telefónicas
continuas al celular, respuestas, preguntas, compromisos, una agenda casi
cubierta hasta la saciedad, reuniones postergadas, impuntualidad frenética, el
caos de una sociedad en rebeldía, protestas, cierres de calles y avenidas, muy
cerca de la temporada decembrina, renuente a cualquier improvisación, pero
jamás dice no, y las calles atestadas de vehículos, demasiado comercio
informal, las horas pasan, el hambre llama, pero todo eso puede esperar,
primero lo primero, recordó que aún pendiente hay firmas en la notaria, pero
como todo, documentos faltantes, y vuelve a sonar el celular, nada importante y
con ganas de mandar a… Y por supuesto a pesar de tanto frenesí y estrés, una
postura impecable, mantiene su serenidad sin alzar la voz, aun enfadándose e
irritándose, pero continua inalterable, simplemente es su actitud y su tal vez
elegancia para continuar como lo viene haciendo desde tiempo atrás...
“Algo tienes,
esa mirada tuya no es la misma desde hace días, contame si…”
“No pasa
nada, es que algunas cosas no han salido como estaba previsto, y sabes bien no
me gusta, no puedo tolerar tanta falta de responsabilidad…”
“Estas cosas
siempre pasan, sabes bien que es así en este medio, es la gente, son las
personas, sin embargo siento que hay algo más y no me quieres decir nada…”
“No hay nada,
seguro… Es que… Nada…”
Si claro,
ahora tú no me quieres contar, pero tarde o temprano tú me lo dirás…
Y quedaron en sus
pensamientos esas palabras retumbando, repitiéndose sin cesar, como melodía que
suena y suena sin parar, y deseaba terminase el día simplemente para llegar y
revisar, lo que tanto ansiaban sus ojos mirar, leer y definitivamente solo
quedaba tal vez suspirar...
“Vamos a
detenernos en la próxima esquina, un té, un chocolate caliente, unas rosquillas
de canela, o cualquier otra cosa que nos provoque, vamos a comer algo y así nos
relajamos un poco… ¿Te parece?...
Ok, busquemos
donde estacionar y quizás eso me hace falta. Ni siquiera hemos almorzado, mira
la hora, y aún queda la cita de las 5.30 pm. También yo necesito pasar por la
oficina, debo revisar algunos puntos pendientes que aún no han resuelto allá, y
eso me molesta…”
“Mira allá,
adelante, está saliendo un carro, ese es el puesto perfecto…”
“Si… nos
quedaremos unos veinte minutos, pero yo deseo comer algo más, ahí vemos…”
Luego de aparcar,
bajaron del auto, lo cerraron y se dispusieron a entrar al local, había poca
gente, no hacía calor, tampoco estaba fría la tarde, a pesar de la nubosidad, era
un día normal, muy a pesar de que no lo sentía como otros días, y solo restaba
esperar...
Por supuesto
decidieron comer algo más que las solo rosquillas de canela, disfrutaron de una
taza de chocolate caliente, se rieron un rato acerca de esos aspectos
personales triviales, comentaron acerca de otras posibles oportunidades de
negocios, y eventualmente intentaba llegar más allá de lo que la conversación
animada estaba, pero nada, no había manera de soltar un ápice de esa
preocupación muy personal, eso era algo muy reservado para su llegada a casa,
así lo tenía previsto, y nada ni nadie podía cambiar eso, definitivamente...
Fueron a la bendita
reunión de las 5.30 de la tarde y para variar los dichosos clientes llegarían
25 minutos después. La reunión se prolongó casi por una hora, podría decir que
quizás a pesar de la bendita impuntualidad, habría valido la pena la espera, el
negocio ya estaba sobre la mesa, los clientes habrían de aceptar la propuesta y
solo quedaba la formalidad de la documentación, firmas de compromisos y
continuar con lo pautado...
De esa manera todos
se despidieron, cada quien en busca de sus vehículos, rumbo a sus compromisos
familiares finalizando las actividades programadas, y la noche ya había caído,
un cielo casi despejado repentinamente, y una brisa nocturna algo fría,
destellos sobre la montaña, como relámpagos a lo lejos, y un zumbido interno al
oído no frecuente le indicaba que había llegado la hora de esa respuesta
esperada, de esa exigencia que a su criterio estuvo justificada, solo restaba
llegar a casa y revisar entre tantas otras cosas que normalmente también hacia,
pero esa, si, esa, esa era más importante que todo lo demás, es decir, todo lo
demás podría esperar, primero lo primero...
Antes de llegar la
dejo en su casa y continúo a la suya, sin antes no recibir un llamado de
atención… “Ahora te llamo, sigues estando ausente, en otro lugar y tú no eres
así, contame, contame, deja salir eso que te reprime...”
“Y por
supuesto las palabras adecuadas... ¿Qué? No pasa nada, en serio, nada…”
“Te llamo
ahora más tarde, voy a ver que me dejaron, y tú me dirás…”
En el camino a casa,
solo pensaba, meditaba, imaginaba, y sus pupilas dilatadas, con total ansiedad,
con deseos de leer, deseos de llegar, de encender y entrar al entorno solo para
buscar lo que ansiaba encontrar...
Al pararse un rato
en la terraza como siempre lo hacía al llegar, y antes de entrar al dormitorio
para relajarse, tomar la ducha y vestir de manera cómoda, decidió colocar su
aparato celular sobre el pedestal, miraba más allá de lo que sus ojos podían
vislumbrar, sin determinar que o quien está más allá, solo dejo su mente
divagar y flotar, dejo a su mente imaginar, dejo que la ansiedad le envolviese
como esos embrujos ancestrales, ya las cartas estaban echadas, y debía haber
una respuesta, simplemente la que deseaba leer y quizás hasta escuchar, pero
siempre los miedos, el temor a lo desconocido le hacían dudar, especulando mil
cosas y donde no sabría cómo quizás reaccionar, y los perros como siempre,
ladrando, era la hora, algunos llegaban, otros sacaban a pasear a otros perros,
y estos se alborotaban, era normal, su sobrina apenas entraba, la vio, la
saludo, llegaba de la universidad, al subir se le acerco, la miro y le pregunto
cómo estaba, solo contesto bien, el trajín del día, los negocios, el trabajo,
el cansancio y simplemente continuo adentro como si nada, pero ella de repente
volteo, se le quedo mirando fijamente y le iba a decir algo, pero ella decidió
dejarlo momentáneamente así, algo sucedía pero quizás era uno de esos días...
Contesto algunas
llamadas, incluida la que le prometieron al llegar, su amiga insistía pero nada
de nada, mantenía la postura, “No sucede nada, voy a cambiarme, ducharme y
revisar las cosas pendientes para mañana, luego conversamos…”
Entro al dormitorio
con esa ansiedad por supuesto, veía el ordenador de reojo, como queriendo
evitarlo y al mismo tiempo con ganas de sentarse de una y salir de la necesidad,
pero decidió cambiarse primero, luego entrar a la ducha y darse un buen baño de
agua caliente, suspirar, la noche estaba algo fría, se aplicó un gel sobre el
cuerpo, algo de crema hidratante, se perfumo como eventualmente lo hacía, se
cepillo el cabello, los dientes, se miró al espejo, y dijo, “Bueno
es hora, vayamos y terminemos con esto...”
Encendió el
ordenador, espero algo, cargaron los programas, entro al entorno y vio algunas
otras publicaciones muy por encima, unas amigas comentando, otros agradeciendo
y otros en un tono más personal, pero eso no era de su interés en ese momento,
esas pupilas definitivamente dilatadas, comenzó a buscar esa respuesta a una
petición, a un reclamo, a una exigencia quizás justificada, y por supuesto, ahí
estaba, abrió la publicación y entonces...