lunes, 14 de marzo de 2016

Manifiesto al Universo, de un servil mortal quien busca su alma gemela…

Cual albatros quien alza su vuelo, hasta lo más alto de un hermoso cielo, buscando libertad, sintiendo seguridad, y persiguiendo a una ansiada luz a lo lejos, surca con su apacible volar, hacia un horizonte muy apartado, allá a lo lejos, intentando alcanzar esa tierra anhelada, y anidar con su compañera amada, para así iniciar nuevamente, una nueva vida, en algún risco salvaje, una vida casi efímera, de una especie muy divina, de un descendiente más, para una vida plena. Un mortal también sueña y desea, esa libertad, esa seguridad, cual sinónimo de felicidad, anhelada y deseada, en esta tierra, sin vergüenza y también sin ninguna pena...

Un mortal sigue sus instintos, apasionada tentación de espíritu libre y sediento, seguro de preservar, su deseo de encontrar, más allá del tiempo, solo un alma en el desierto, en las tierras de nadie, en las intrínsecas laderas, de montañas, de colinas, de praderas o de estepas, en ciudades habitadas, por diversas sociedades, de géneros y libertades, instruidas o entrenadas, aprendidas o bienaventuradas, al azar o a la suerte, o por un destino incierto, quien marca la ruta, quien marca el camino, hacia un horizonte quizás lejano, al alba o al ocaso, sin descanso, y con aliento, de un alma sedienta de amor, de mil sustentos, de mil secretos, de mil enigmas, en este maravilloso universo inmenso, en este firmamento tan extenso, y hambriento de almas eternas...

A la mar, a cielo abierto, sobre olas, en calma o en las tormentas, bajo un silencio latente, al inclemente sol, o bajo las lluvias en las noches oscuras, grita su alma desnuda, alza su voz desde muy dentro, pide ayuda al universo, asciende a las alas, de Ángeles en vela, quienes siguen sus ansias, sigue sin pena, sigue destinado, a encontrar su alma gemela...

Historias y relatos, de cuentos y de fábulas, de encuentros cercanos, de tierras en vida ajena, en las arenas del desierto, o en las cuevas más profundas sobre esta tierra, anécdotas en el tiempo, de leyendas que se cuentan, manifiestos de romances, testigos de amores quienes sufrieron, de amores cual castigo, fue amar sin vergüenza, afrontando los avatares, los designios de mil escenas, de sorpresas y de eventos, quienes nunca entendieron, cuál fue su culpa, solo haberse encontrado, de haber sentido, de haberse amado, solo por un amor que en esencia, fue escrito, allá a lo lejos, allá en el firmamento, en este maravilloso universo, quien conspira si lo tientas, quien te obliga sin saberlo...

Hemos de llegar como mortales, sedientos de hambre, sedientos de penas, con designios y misiones, a esta bendita tierra, a dejar una huella, una marca, un legado, por nuestra paso, en una época cualquiera, a veces en guerras, otras en apacibles eras, aprendiendo y enseñando, de alegrías y tristezas, de avatares y circunstancias, de momentos ajenos, a la madre naturaleza. Nacimos solos, desnudos y de una madre, quien nos amamanta, quien nos enseña, quien nos cuida, hasta cuando estamos aptos, para continuar por nuestra cuenta, pero buscamos insaciable, buscamos a nuestra alma gemela...

Preservamos nuestra esencia, cuidamos a los nuestros, continuamos nuestra búsqueda, imperfecta, anhelante, y errada, con deseos de alcanzar solo nuestra meta, no es fácil, no es directa, no es perfecta, nadie sabe, nadie la espera, simplemente así llega, cuando el universo así lo quiera. Pero siempre salimos adelante, intentando sin vergüenza, somos vidas, somos almas, somos razas, de una especie con mucha fuerza, de coraje, de valor, de entereza, de impulsos, de nobleza, de aciertos y de fracasos, de sueños y de esperanzas, y algún día, en algún momento, en un instante, en un tiempo, de esta era, de la siguiente, o de la que fuera, encontraremos esa ruta, esa luz, esa señal, de quien complementa nuestras penas. Somos almas que buscamos, buscamos esa puerta ajena, quien espera nuestro encuentro, quien alegra a nuestras vidas, quien descubre un nuevo mundo, junto a un alma sedienta, y justo es, esa quien nos complementa...

Sé que estas en esta tierra, se que estás allá afuera, sé que estás esperando, que descubra tus gemidos, que escuche tu ansiedad, que brille tu aura al cielo, que sienta tu alma sedienta, quien por tus ojos doy la vida, quien escribe en estas letras, que paciencia es la que tengo, que nuestro libro aun no comienza, y que será una bella historia, llena de arte, llena de sorpresas, de amores, de romances, de sueños y de tenencias, de mil sucesos, de mil encuentros, de mil años, de mil épocas, y mi llanto es un susurro, escucha con paciencia, que mas tarde que temprano, nuestro encuentro será una fiesta, y solo sabrás de mi, cuando el universo así lo quiera...

Con esperanzas y melodías enteras, con música sublime, con tonadas y bailes de suaves sedas, de ritos y costumbres, nunca antes visto en tu tierra, tú me enseñas las vivencias, aprendidas en tus praderas, yo te enseño mis experiencias, de una vida y mil intentos, de buscarte yo en la escena, de laberintos y mil cuevas, sin descanso, sin vergüenza, y entregarte yo mi vida, a tu alma ya sedienta. Espérame en el cielo, espérame allá en la tierra, espérame pronto, que llego yo a tu tierna vida, y alegrar pretendo tu alma, acariciar tu piel de seda, por siempre así será, más allá de la vida eterna...

Llegamos solos, nos vamos escoltados. Llegamos errantes, buscando a un acompañante. Llegamos aprendiendo, nos vamos enseñando. Llegamos dando tumbos, nos vamos en calma serena. Llegamos indagando siempre, llegamos aprendiendo del presente, nos vamos sin saber aun mucho, nos vamos prediciendo el futuro. Pero no llegamos para solos estar, no llegamos para andar, volar o navegar, en la soledad y con rumbos sin escalar. Solo hemos de llegar, para ansiar salir, para buscar partir, descubriendo con mucho sufrir. Amando sin descanso, buscando la pasión, a una compañera con amor, compartiendo con valor, todo lo que llega, todo lo que encuentras, en las sendas del amor...


Grito y pido al universo, grito y pido al firmamento, elevo mi alma, elevo mi voz, elevo las ansias, los sueños, y los anhelos, de un corazón errante, quien busca a su alma gemela. Solo letras de amor, de romances, de pasión y deseos, desde los secretos, desde la tumba de mis penas, con sueños de un mortal, busco tu alma con conciencia, te busco hasta en la oscuridad plena, y la luz brillará en algún momento, cuando sientas mis latidos, de un corazón errante, quien grita hasta el cielo, por una mirada, sobre mi alma sedienta...

miércoles, 9 de marzo de 2016

Amadas. Una Reina y una Princesa, un Castillo y una vida eterna…



Han transcurrido tres meses, desde la llegada a esta tierra mágica, de una noble Princesa. Quien llegó alegrando la vida, quien se manifestó ondeando banderas, con algarabías y con sonrisas sinceras. Han pasado momentos, ha valido la pena, y apenas está dando muestras, de lo que el destino le ha dejado a ella. Dulces sentimientos, pequeñas fortalezas, arraigo lleva ella, en su sangre y en sus venas...

Su Reina y Madre luce bella, alza en brazos la mirada de un legado, toma sus manos y le arrulla en escena, de visiones amplias busca de ella, lo mejor de su vida y le transmite sin vergüenza. Aun quedan mil caminos, aun quedan mil senderos, apenas mira al cielo, desde arriba cuidan de ella. Hay un ángel cerca de su cuna, siempre hay quien cuida la Princesa. A tierra fértil ha llegado, en tiempos nublados y de algunas penas, sin embargo su luz sigue brillando, trayendo el sol en sus bellos ojos, quién trae esperanzas, en esta época de vertientes y sorpresas...

Muchos siguen a la Princesa, muchos quieren siga la fiesta, apenas comienza la algarabía, salen todos gritando por ella. Es la vida misma, es la esperanza convertida en Princesa, es una bienaventurada sutileza, quienes han disfrutado al lado de ella, adormecerla en su regazo, mimarla y darle señales de mil sonrisas, quien será en un futuro, será ella una buena Reina, de un castillo rico y majestuoso, de una fortaleza, custodiada por leales súbditos, veneran por ella. Siempre vive la esperanza, siempre viven los que están con ella, siempre tiene aura su luz, como almas perpetuas...

Y hay quien te sigue desde lejos, hay quien siempre ve en las noches muy serenas, vuela alto, vuela a ella, siente su alma, siente su espíritu, sienta las penas, siente latir muy cerca de ella. Quizás aun no sabes de ese ángel quien te cuida, tal vez tarde algo en saber quién es tu enigma en vela. Es alguien muy cercano, quien sabe que otros te veneran, tu Reina Madre sabe desde siempre, te habla de ese ángel, quien aun lejos de ese reino, él siempre tendrá ojos, siempre sentirá sus ansias, siempre estará muy cerca de ella...

Un Castillo y una vida entera, con pasiones, con deseos y con sueños sedientos, de ángeles que hoy se enteran, que hay una Princesa apenas entendiendo, que está aprendiendo de todo lo que valdrá la pena. La bondad y tu humildad serán tu lanza, contra las semblanzas de quienes intentarán saciar tu reino, de la esperanza y de tu familia entera, y Dios estará a tu lado, cuidandote la vida serena...

De tu ángel, de tu amigo, de tu pana, que siempre las venera...


martes, 8 de marzo de 2016

De Tentaciones al atardecer, y de Pasiones al anochecer - Capitulo IV


Y en las dunas deje mi alma sedienta, y ansiando otro encuentro…

Eran de esos días atenuantes y de un calor insoportable. Las temperaturas más altas hasta ahora, habían alcanzado los 47º C, y se presumía que incrementaría aun más. Debía realizar la última jornada de búsqueda programada. Estaba en la agenda, y no había como cambiar circunstancialmente la fecha o dicha búsqueda. Pero había algo que me alegraba, en dos días finalizarían estas jornadas, retornaría a la ciudad para tomar los días libres que correspondían a mi itinerario, y descansaría así un poco. Era la creación de un paréntesis perfecto, y así aliviar en algo la tensión, y esta cantidad de trabajo acumulado. Lo tomaría para salir a beber con algunos amigos y amigas, y tal vez volvería al ruedo, a buscar a mi alma gemela, en total relajación y desconexión total del trabajo, jajajaja...

Mientras allá a lo lejos, adentrándose en las explanadas y suaves ondeantes arenas del desierto, los días transcurren como siempre. Llenos de un intenso brillo a través de la luz del sol, de un calor irreverente, vientos y sonidos cual melodía armónica, como quien llama a las angustiantes almas, a los deseos penetrantes de manantiales con vehemencia al calor subliminal, de espejismos a lo lejos, de rastros con ansias que al alba se diluyen en el horizonte, como siluetas encantadas y embrujadas de cuerpos sedientos de...

Antes de partir a la jornada, debía verificar los equipos, mis provisiones y las herramientas que necesitaría, por si algo le sucede nuevamente al 4x4. La última vez estuvo algo difícil salir del aprieto en que estuve casi enterrado. Por lo menos dispongo de suficientes equipos alternativos para afrontar cualquier inconveniente. Todos dicen que mi problema es que siempre voy solo a estas jornadas. Y así hasta ahora lo he decidido. Yo prefiero estar solo, que acompañado de alguien quien me dé más problemas de los que ya tengo. Mi equipo de ubicación satelital, me facilitará la tarea de ubicar los lugares que debo explorar. Según el mapa de localización, hay un oasis algo relativamente cerca del sitio, y así podre abastecer agua del pozo y un disfrutar al resguardo, en el medio de la nada...

Y de la nada salen esas almas, quienes cabalgan sobre las arenas, a veces al caer la tarde, al ocaso de un extenuante y ardiente sol de verano, en aquellas noches oscuras, quienes surcan como bandadas de aves extrañas, que vuelan a ras del horizonte ocre, con hambre sigilosa, con gritos silentes avisando desde lejos, vamos a la caza, vamos inhalando suspiros efervescentes, de misteriosos aromas, con sabor a dulce sangre, a pasión desbordante, a extraños placeres de romances, sobre las dunas inmensas, llenas de pasión y locura atorrante...

Revisado todo, solamente quedaba completar el combustible del vehículo, y cargar el tanque adicional, para así garantizar no faltase combustible, por si fuese a extraviarme en alguna de esas laderas de arena. Nadie sabe jamás que pudiera pasar en esa inmensidad. Tal vez durante el día es insoportable perderse, pero en la noche puede ser aún peor. Solo podemos guiarnos por las estrellas. Tal como siempre lo han hecho los beduinos a lo largo de miles de años de historias en la extensión del desierto. Algo he podido aprender de ellos. Es su paciencia y perseverancia ante las dificultades que ofrecen las arenas de estas dunas. Se dice desde tiempos remotos, que las arenas nos hablan, nos escuchan, nos dan señales, nos indican la ruta si nos perdemos, que hay almas que no te abandonan, y cuidan de ti, te embrujan, pero también se dice que si no eres agradecido con su majestad, también ese mar de arena sedienta de llantos y siluetas, te pueden devorar, y nadie logrará jamás encontrar restos de ti, ni señales de nada. Son los misterios de las arenas, son las historias, fábulas, cuentos y relatos de fantasías, que pasan de generación en generación, para así preservar la rica cultura, de una sociedad mágica, sedienta, siempre de extraños ritos, costumbres y hechizos...

Y desde no tan lejos, sin saber dónde, cómo y porqué, alguien observaba a un chico solitario, a punto de tomar ruta hacia un destino no previsto. Miraba su silueta genuina y despierta, observaban a un hombre, de esos que a veces pasa desapercibido ante otros, de esos seres humanos que tal vez oculta sabiduría, temple y audacia. Alguien suspicazmente había inhalado esos aromas a deseos, aromas a secretos inherentes al romance oculto y salvaje, aromas al dulce néctar con apetito sexual desinhibido. Y las dunas serian el escenario perfecto para una aparición al ocaso, un secreto guardado solo para aquellos quienes tienen el don suprimido y oculto, acerca de las llamadas de las almas, acerca de los secretos de fantasías sutiles, de esos amores eternos, de amores aun no escritos, sobre las amplias dunas, de un desierto lleno de secretos y encantos...

Al estar casi listo para partir rumbo hacia la ruta establecida, y cumplir de esta manera mis obligaciones, sentí cierta sensación extraña. De esas que te erizan la piel. Como si alguien me estuviese observando, o quizás esperando por alguna señal universal. Miré hacia diversos lugares, buscando signos de ello, intentando descifrar a través de las miradas, de esos ojos extraños, quienes nos ven como seres de otro mundo. Sin embargo no había ningún semblante ajeno sobre las personas a mí alrededor. Siempre era lo mismo, salvo esa cierta sensación extraña y particular. De repente a lo lejos pude percatarme de algo diferente, pero ligeramente pasó muy rápido. Era la silueta de alguien quizás joven, pero no logré enfocar bien sus rasgos. Todo pasó muy rápido. Tal vez la paranoia acerca de sucesos o encuentros deseados, de esas fábulas y relatos contados por amigos muy cercanos a estas tierras, quienes me han anunciado presagios acerca de mis aventuras en esas noches solitarias, a través de las misteriosas y densas dunas, bajo el augurio de las estrellas, quienes conspiran con el universo, en noches únicas y embriagantes. Pero eso, eso son cuentos y leyendas, que aún entiendo forman parte del argot popular, y de costumbres arraigadas por estas regiones, de almas vivientes, de seres diversos, y de gente de estos pueblos…
Y realmente no tenía la menor idea, de lo que esperaba a lo lejos, más allá de su imaginación, de sus creencias, y de los misterios ocultos bajo las arenas, y que surgen solo a aquellos elegidos, al ocaso del sol en los veranos de tierras de encanto, en noches oscuras, bajo la mirada secreta de las estrellas, y de almas sedientas, de sangre, de amores y romances, destinados a ser parte de las leyendas escritas, sobre las densas dunas, del desierto y sus sortilegios delirantes...

Y al partir él rumbo a su destino, desde la distancia discretamente ella lo vio alejarse. Sonrío con picardía y de forma misteriosa, y comenzó a tararear una singular melodía, que susurraban también algunos pobladores en las calles, cuando el 4x4 pasaba por los caminos de salida, por esos canales empedrados, llenos de arenas, de mucha gente, de misteriosas miradas, de sonetos y de encantos, pocos conocidos por un hombre con sus propias creencias, quien no comprendía las letras, quien asumía eran sus ritos, pero sin saber, eran cantos para él. Un hombre con el alma abierta, y aun sin realmente descubrir, acerca de unos secretos, acerca de esos misterios, que se revelarían allá, al adentrase en ese desierto exuberante y definitivamente excitante...

Durante la marcha en el 4x4, meditaba, pensaba e imaginaba, acerca de esos pensamientos fugaces, de mucho tiempo atrás, y de sus intentos por encontrar un alma gemela, una fémina sedienta, con los mismos sentimientos y gustos por las aventuras, en esas rutas extrañas y de encuentros vehementes, de salvajes interludios, a la luz de las estrellas, sobre sabanas de seda, colocadas sobre arenas al descubierto, apenas una luz visible, para brindar con vino, por un romance a los vientos, y como testigo un majestuoso universo, con interminables besos, ternuras, caricias y seductoras noches interminables, hasta la luz del alba, sin saber si acaba, sin saber si continua, sin saber que ha de suceder después, pero con los deseos de jamás terminar realmente...

Lo excitaba las tentaciones vertiginosas, solo imaginar esas escenas en su mente, acerca de noches intensas, su adrenalina subía a mil por ciento, su pecho irradiaba saltos sin control, su ser interior se alteraba de tal manera, que era inevitable apenas tocarse, y solo comenzaba a ver siluetas extrañas a lo lejos, espejismos sobre las arenas, el desierto marcaba la ruta a su destino incierto, sin saber lo que acontecería al final de la tarde, con esos espasmos de erotismo, y sediento de romances perversos, bajo las estrellas de Venus y la imaginaria compañía de esa mujer de sombras y deseos ardientes, al calor del verano y bajo las historias que se esconden bajo ese manto arenoso...


Al llegar a su primera parada, su localizador marcaba el punto de perforación escasamente a tres metros de su llegada. Apago la marcha del vehículo, bajo los equipos, armó una tienda de campaña temporal, para así dar sombra sobre el área de trabajo, y comenzar a realizar sus labores. El calor lo sofocaba, sin embargo es su trabajo. Se hidrataba constantemente, para evitar debilitarse y continuar lo programado. Aún tenía dos paradas adicionales y luego al final de la tarde, tenía previsto alcanzar el oasis que marcaba el GPS, para proveerse de agua y refrescarse un poco, a la sombra de las palmeras del desierto...

Y al levantar la mirada hacia el horizonte, continuaba viendo destellos y espejismos, formas atenuantes y desbordantes, de mujeres en el espectro, como quienes llaman a su alma, buscando desde muy dentro, seducir con encantos, las burbujas de un amor efervescente, que nace desde muy adentro. Ya estaba acostumbrado a ver a lo lejos, esos espejismos extraños, muchas veces asociados a pensamientos del momento. La mente engaña, pero aun más los deseos de creer una realidad intangible, en el incandescente calor del desierto. Pero ella realmente lo estaba siguiendo, era el elegido...

Pudo culminar las tres paradas previstas en su agenda, realizó los trabajos en cuestión. Recabo la información y las muestras tomadas a diferentes profundidades. Eso le permitió pasar por los equipos, la información vía satélite, para confirmar a la oficina central, la ejecución del plan de acuerdo con su asignación. Ahora debía continuar la marcha al oasis, el ocaso del sol radiante ya se iniciaba, y antes de caer la noche debía alcanzar el sitio establecido de descanso y reposo...

Durante la marcha al oasis, continuaba observando las mismas siluetas extrañas y seductoras, a lo lejos del firmamento, como si le estuviesen enviando señales de avistamiento. Como si interpretara que lo estaban vigilando o cuidando. Y sus ansias nuevamente afloraron repentinamente, comenzó a vibrar de emoción y volvió otra vez esos deseos ardientes. Se excito de solo pensar que al llegar al oasis, se desnudaría y se metería en el manantial de agua, a saciar ganas, aunque estuviese solo en el medio de la nada. Pero no estaría solo, y menos en el medio de la nada. Justamente, de la nada saldría ese encuentro salvaje y envolvente, sin darle tregua a pensar en más nada...

Al llegar al oasis, apagó el vehículo, se quedó un momento tras el volante, solo pensando en el medio del estupor incesante, que le estaba pasando a su semblante. Está bien quien imagina escenas, o sueña despierto, acerca de anhelos por romances de cuentos, de historias, o de leyendas en el medio del desierto. Pero por otra parte, siendo lo bastante racional, simplemente la soledad y las ganas, lo llevan a intentar creer parte de esas historias. Bajó del vehículo y decidió armar la tienda de campaña, lo más cerca posible del 4x4 y del manantial. Pudo percibir que se encontraba solo. No había señales, ni de beduinos a lo lejos. Iba a ser una noche mágica y tranquila. Pero estaba lejos de eso...

Descargó una pequeña planta generadora de energía, la conectó al vehículo y disponía de luz necesaria para realizar las tareas de una noche en sana paz y tranquilidad. La noche pintaba estrellas de diversos tamaños e incandescencias. Se quitó toda la ropa y salto al pozo de agua limpia, tal como lo imaginó. Al sentir el agua en su cuerpo, parecía como si nuevamente volvía a una vida en paz, bajo un letargo sin espaviento, después de un largo tiempo y en un escenario envidiable para muchos. Tomo el baño con calma, se relajo, se dio algunos masajes superficiales en el cuerpo, y volvió a sentir deseos de estar junto a alguien. Hablaba en voz alta con las estrellas, susurraba con cantos que ni siquiera él podía entender. Simplemente todo salía de su alma. Y ella simplemente lo veía desde lejos, seductora y con ansias de abordarlo pronto, pero aún no era el momento...

Extrañas luces desde el cielo, cruzaban con armonía, cual melodía interpretada por el majestuoso universo, anunciando tiempos de encuentros, momentos de fantasías. Escuchaba a lo lejos una dulce sintonía de magia y candor especial. Imaginaba que todo estaba en su cabeza, en su espíritu, en su escondida alma. Eran los llamados secretos y abiertos al don de su ansiedad y necesidad de encontrase, con ese ser jamás imaginado antes. De pronto ella apareció de la nada, con una manta de seda blanca sobre su esbelta figura, de larga cabellera suelta, un manojo de pulseras doradas en ambas muñecas, apenas un cordón de seda ocre cruzaba, su delicada vestimenta. Sus protuberantes senos perfectos, la silueta de una dama de cuerpo sugerente, labios pronunciados y de rojos carmesí, como la misma sangre viva. Descalza y de suaves pies y manos, ingreso como sedienta, con ansias de ser poseída, sin mediar palabra, sin pedir nada, únicamente colocando su mano sobre los labios, para que él no dijese nada...

Comenzó el ritual soñado, se inicio una intensa batalla de seducción y sentimientos, entre dos seres de almas al descubierto. Manos llenas de pasión y deseo, tocándose al unísono cada parte, cada lugar, cada sitio de pieles erizadas por emociones de un romance perfecto. Besos angustiantes, apasionados, seductores, ahogados en el dulce néctar de bocas sedientas, descubriendo y exigiéndose más allá de sus candores en silencio. Sinuosos movimientos de fusión y erotismo a la luz de las estrellas. Él veía al cielo, la veía a ella, penetraba a través de sus ojos, en el alma ajena, de una hermosa y extraordinaria Princesa, quien salió de la nada, quien la imaginó en sus sueños de aquellas noches en vela, en medio del desierto, y ahora no podía creer que estaba sucediendo...

Ella se aferraba a su endurecido ser, como roble brotando de un manantial a flor de piel hasta más no poder. El acariciaba tiernamente sus protuberantes senos, los lamia, los besaba, los acariciaba hasta alcanzar los gemidos angustiantes, de esos pedimentos exacerbados de más, y más pasión, locura y deseo. Ella lo acariciaba sin dejar un lugar al descubierto, lo besaba intensamente por todas sus partes, sin cansancio, sin dejarlo respirar, hasta ahogarlo en su brillantez y ansiada felicidad. Sus movimientos frenéticos jadeaban al son de las melodías en un silente parpadeo, de luces  en el cielo...

Desnudos y sin inhibiciones en una noche solitaria, el tiempo no contaba, sin límites en sus afectos, en sus intensas pasiones, en sus manos sedientas de atorrante locura y salvajes acciones de amor irreverente, el clímax de ambos se intensificaba, se repetía sin descanso, como si hubieran nacido, para dejar el alma al descubierto, en las densas arenas, de un cuento más, de esas historias de amor extrañas, en las noches frente al desierto. Ella lo miraba sin pronunciar una sola palabra. Él deseaba tanto tenerla para siempre, anhelaba saciar todo su fuego, toda su alma en ella, incesantemente la extasiaba con su amor salvaje y delirante. Cambiaban posiciones, buscaban sus mejores dotes, ella y su feminidad hermosa y atrayente, el logro saciar su masculinidad de manera irreversible, sus jadeos y gemidos, con gritos en silencio, con angustias y tormentos, siendo vistos por todo el universo, bajo la conspiración de las estrellas, solo dejaban fluir manantiales de amor entre sus venas. La sangre de ambos corría libremente a velocidad extraordinaria, a través de sus cuerpos, se sentían ambos como seres imaginarios sin desdén, sin miramientos, sin posibilidades de ceder un poco en sus angustiantes momentos. No había un mañana, solamente estaba la noche entera, estaba el sueño hecho realidad, estaban ambos satisfaciendo un deseo elegido en la universalidad de una vida en las arenas...

Ambos dejaron todo de cada uno de ellos, muy dentro de cuerpos agotados, sin sufrimiento, sedientos de esos romances de cuentos y leyendas, bajo el cielo abierto, y testigos fueron sus almíbares, que intercambiaron y fusionaron su sedosa miel alabada con la magia de las arenas. Dentro de las aguas mágicas de un manantial, en el medio de la nada, donde nadie más escapa, a los designios de sueños inimaginables, donde solo los elegidos, tienen la oportunidad, de brindar, saciar, compartir y entregar toda su alma, y dejarla como una marca indeleble, sobre las tierras arenosas, de una cultura ancestral, de un amor incuestionable, eterno y memorable, quien quedó marcado, por una noche de locura, pasión, fusión y deseo, al alba de un sol radiante, quien ha de anunciar, un capítulo nuevo, una historia más de un romance perdido en el tiempo, y retornado a su ciclo vital, en esa noche elegida no por azar, sino por las vertientes de un destino, escrito desde el más allá, desde el universo mágico, sellado con esa señal...

Y al despertar, salió a buscarla rápidamente, salió desesperadamente gritando, por su Princesa de las Dunas, por su amor eterno del manantial, por su alma viva, a quien dio todo por amor, a quien desea verla nuevamente con pasión, y por quien daría la vida sin cuestión. Pero simplemente quedo el cordón, esa cuerda ocre, suave, con fragancia a su piel, con sabor a una mujer, quien le entrego su alma, y a quien tal vez, nunca más ha de volver a ver...

Y en la siguiente historia, continuarán más tentaciones...