Quizás como una
ilusión, cual sueño a veces fugaz, etéreo, sensible y hasta certero, intentamos
alcanzar en ocasiones a través de esas luces, la entrada hacia ese único
sendero, sin dejar de vivir ese momento, sin dejar intentar volver a llegar a
tanto y tanto muy desde dentro, y a veces nos ofuscamos, lo revivimos, nos
animamos y nos atrevemos a ir desde el alto cielo al mismísimo infierno, con
tal de envolvernos y sucumbir a ese inmensurable misterio, quien eventualmente
llamamos mundo mágico o universo paralelo ¡¡¡Tentaciones que vuelan mas allá de
nuestros propios desvelos!!!…
A pesar de las
distancias que muchas veces nos separan, a pesar de las costumbres y
tradiciones que en ocasiones nos apartan, y a pesar de las intermitentes
preguntas que nos traen dudas por evitar decir “tirar la toalla”, cual lidia
afrontamos y nos arrastra, todo está ahí, dentro de ti, dentro de mí, dentro de
ese universo envolvente que nos arropa y nos empuja a cruzar la línea entre lo irreal
y lo tangible, entre lo impredecible y lo mágico, entre los atenuantes y los sortilegios
que a su vez nos depara el tiempo, todo sigue quedando ahí, a nuestra elección,
a nuestra decisión, a nuestro ímpetu de desafiar lo inexorable, lo impredecible
y angustiante ansiedad, por descubrir el secreto de eso llamado a veces mundo mágico
o irreal sueño del alma, cual esmero a nuestros secretos…
Tiempos han pasado
desde hace ya, tiempos presentes en constante movimiento horario vienen y van,
tiempos que seguirán sumando, hacia un futuro asombrosamente inexplorado que tú
verás, más allá de detenerte o atreverte, pero que tentador y sublime es en
toda su extensión, cuando sientes en el alma ese cosquilleo que te dice
simplemente “HAZLO YA”, y no precisamente dejadlo para después, porque el
tiempo no se detiene, ni por ti, ni por mí, ni por nadie, solo es una mera oportunidad,
a veces en un millón que el universo nos da, cual conspiración flagrante nos
desarma y nos deja señales ahí, donde solo tu las verás, pero es de ti elegir y
detenerte a decidir si te atreves a tomadla y arriesgarte a cruzarla, más allá
de las sombras, de las tormentas, de la calma y de la dulce espera, porque esa
es la magia que está ahí, quizás en ti, quizás en mí, quizás en ese entorno y
momento mágico que define tu destino y forja tu propio camino, muy a pesar de
los aciertos y de las fallas, y que te obligan a ti mismo a desafiarte
constantemente para alcanzarlo como un noble hecho…
¡Ay, ay, ay, bendita
seas entre tantas y tantas maneras! ¡Ay, ay, ay, bendita seas por haber sucedido
ya! No sabemos por qué, ni cómo, ni cuándo y ni dónde comenzó todo, ni tampoco
quién o qué propicio todo, simplemente la vida nos da y nos quita, nos ofrece y
nos reta, nos atenúa y nos engrandece a tomar nuestras propias riendas, sea al
éxito o al fracaso de esta asombrosa pelea, porque a fin de cuentas, es tu
elección, es tu decisión, asumir las consecuencias, muy a pesar de siempre
intentar ganar con la mejor intención en esta ineludible afrenta que nos lleva
hacia esa meta…
Así como la música,
como la dulce melodía misma, como esa composición escrita, labrada desde un
corazón sincero, desde una historia de vida con esmero, desde una cruenta lucha
inagotable, desde un bello encuentro memorable, de un romance de almas
inexpugnables, en el deseo eterno de encontrar ese amor aventurero, leal y
apasionante, así mismo vuela y surca los cielos, cruzando millas y millas de tierras
y senderos, de amplios océanos y mares, de barreras en nuestros idiomas y de un
mil malabares, apostamos todo a lograrlo, no sin antes visualizarlo desde
nuestro ser interno, no sin antes entender nuestro pasado, no sin antes
perdonar a quienes te marcaron, no sin antes a aceptar tus errores y tus
fracasos, y no sin antes de querer y atreverte a lo inesperado, con la real
intención de plasmar todo simplemente por lograrlo y alcanzarlo, trabajando con
tesón, perseverando a pesar de los vaivenes de cualquier ocaso, sacrificando en
ocasiones las posturas individuales por las de un bien común, donde el universo
mismo nos desafía a superar los obstáculos, es así como se puede lograr, como
se puede alcanzar y donde la magia misma concatena y engrana todas sus partes
confabulando a nuestro entrañable deseo, a nuestra ilusión y sueño, a nuestro
apasionante momento, para darle melodía, vigor, atención constante, fortaleza y
visión desmedida a cruzar cualquier
barrera, con las ganas tremendas de encontrar eso llamado “Felicidad”…
Se ha dicho desde
tiempos inmemorables, “Si te esfuerzas lo alcanzas, si duro trabajas lo logras,
y si te caes en el intento, te paras, te sacudes, comienzas de nuevo y
continuas sin dudarlo más allá de los vientos” suena cónsono y acertado,
siempre y cuando te comprometas contigo mismo a vencer y a trabajarlo, y quizás
ahí está el secreto de esa magia, porque en cualquier momento aparecerá el
detonante, esa chispa delirante, ese momento único quien te roza la piel sin
avisarte, y al mismo tiempo del otro lado hay algo mágico también
incontrolable, haciendo lo mismo y apostando a lo entrañable y asombrosamente
compaginable, aun cuando las distancias, las barreras, los atenuantes y las
circunstancias nos sugiriesen en nuestro inconsciente evitar intentarlo porque
es desesperante, pues solamente está en ti, está en mí, está en nosotros, está ahí,
en ese momento de elegir con el corazón, obedeciendo al llamado de tu alma, sucumbir
al espíritu indomable que te reta y te delata, para hacer todo aquello que tal
vez antes no habías hecho, o quizás te atrevas a hacer algo distinto,
entendiendo que aun cuando susceptiblemente estamos atados en ocasiones a
nuestras reacciones, quizás la madurez y la sensibilidad de las emociones te
increpan a aceptar tu verdad, tu realidad, tu temeridad y tu ímpetu a controlar
y minimizar lo que tú conoces de tus ser y existencialidad, más allá de tus
intrépidas locuras y tú objetividad…
¡Ay, ay, ay Amor! Si
tú llegas a mí, aquí yo estaré, para darte la bienvenida con los brazos
abiertos, por tenerte por siempre, por quererte y amarte en este presente, en
nuestro futuro y en los designios que juntos nos lleven, por juntos crecer, por
juntos trabajar y por juntos sacrificar sobre nuestras vidas a cualquier
inconveniente o dualidad, por hacerme mejor hombre, por hacerte mejor mujer,
por construir, agradecer y bendecir, por ser testigos ambos de tu vida, de la
mía y de la que juntos desarrollemos sin tanto que ver atrás, de la que a
nuestro entorno está, de lo que hicimos o de lo que dejamos de hacer hasta
nuestro presente y tal vez mucho más allá…
¡¡¡Ay, ay, ay, Amor
Mío!!! Si yo llego a ti, yo espero tú siempre estés ahí, me des la bienvenida
para indagar, descubrir y sucumbir a tu alma, para embarcarme hacia tus
secretos, penetres tú en los míos y juntos exploremos los misterios que nos
rodean, para que tú ames a un ser imperfecto, justo y sincero y me des tu mano
en el momento perfecto, para que me enseñas a amar tanto sin pensar, sin
meditar, sin evaluar, lo que fue, lo que es, y lo que será, sin medir el
tiempo, porque no se trata de cuánto y porqué, se trata de hacerlo y seguir
haciéndolo, hoy mañana y siempre, construyendo y apostando por un mañana a
veces incierto, pero temerario y sorprendentemente bello, que solo y únicamente
depende de nuestros momentos y de un romance quizás eterno y mucho más allá de
lo que ambos creemos…
Amores que vienen,
amores que van, amores de almas que aunque lejos aún están, amores que se
entregan, amores de una única realidad, tal vez etéreos, tal vez eternos, tal
vez audaces, tal vez muy férreos, de esos que nacen donde nada se oculta en
este mundo sin igual, donde cruzamos océanos, donde a pesar de los limites,
juntos nos atrevemos a buscar simplemente eso que perseguimos y llamamos
“Felicidad”, esa que se construye piedra a piedra, esa donde las cargas no son
las falencias, esas donde lo material, lo banal, lo mundano no es lo crucial,
esas donde lo humano, espiritual y existencial prevalecen ante lo trivial, eso
donde crecemos y crecemos cada día muy a pesar de la fatalidad, esa donde la bondad
siempre ha de triunfar sobre la maldad, esa donde nuestras almas se unen no por
casualidad, sino por un universo que nos ha unido a través de los designios de
nuestros sueños y de nuestra realidad, esa de amar por igual con o sin tu
presencia, esa de querer en los tiempos turbulentos o en un entorno donde giran
y giran los males perversos, y donde las tentaciones solo serán para nuestra y
total intimidad, esa donde confiamos con quien estamos sin dudar, esa donde nos
apoyamos en los momentos de debilidad, y donde nuestra historia se escribe siempre,
con la flama de un amor que nos llevará más allá de nuestra increíble realidad…
¡Ay, ay, ay Amor!
Esa es la Magia que siempre ahí estará, sin importar estés tu allá, yo aquí y
mañana… ¡¡¡Sí mañana!!! Donde todo puede ser una realidad…