domingo, 6 de octubre de 2019

Re-escribiendo una Historia – Capítulo VI – Cuando el Maestro profesa, dilucida y bendice el camino desde el cielo, y aunque sea por un breve tiempo, ha de ser la elegida quien podrá alcanzar su sueño…


“Hoy quizás no he de plasmar tanta poesía, ni frases reiterativas acerca de, porque y como fue, es y tal vez será, solo dejaré lo que tal vez Dios ha de querer para nuestro tiempo…”

Ha sido una elección desde el jardín de los cielos, allá donde el creador mantiene una legión de nobles guerreros, donde uno de tantos ángeles pidió la oportunidad para bajar desde ese universo, dar un paso crucial a través de ese umbral desde esa explanada espiritual donde apenas algunos imaginamos como es y cómo será, desde donde la ilusa inocencia y tal vez hasta la ingenuidad la llevara más allá, donde todo puede ser, donde el tiempo no es posible cuantificar, donde las tristezas quedan atrás en cualquier pasado circunstancial a través de esta vida en este mundo terrenal, donde las alegrías se expanden sin tan siquiera meditar o pensar, porque no se trata de nuestra existencia en este paso temporal, se trata más bien de un loable sueño, de una bonita ilusión, de una única elección, de un pedimento sublime, mágico y quizás hasta eterno, y donde marcará un presente y un futuro a través de nuestros corazones, a través de nuestros pensamientos, en el mismísimo fondo de nuestras almas, más allá de lo inimaginable, de lo creíble y hasta de lo indomable, fuera de dogmas, de manifestaciones o palabras que solo intentan expresar un único sentimiento, ese de un amor más allá de lo que se siente, se lleva y se impregna como flama ardiente, de quien intenta plasmar la historia de una Princesa que llegará, que llegó, que aun en cualquier circunstancia elegida por Dios nos bendecirá y nos traerá alegrías, sorpresas y preguntas que se repiten y se repetirán sin encontrar en ocasiones respuestas o contradicciones escritas desde el cielo...

Si, definitivamente más allá de cualquier lógica o de atenuantes que algunos pudiéramos ver, escuchar o sentir, antes, en el inmediato presente o en un futuro hasta divergente, hubieron, existen y habrán consecuencias de aquello que no conocemos, de aquello que en ocasiones ni tan siquiera entendemos, pero que solo sabemos que existe en algún lugar un ser supremo, benévolo, generoso, creador y hasta escritor de nuestras propias historias, quien ha de estar allá desde el reino de los cielos, hilvanando, dilucidando, planificando y moviendo las piezas en el tablero de nuestro propio terreno, otorgando oportunidades, regalándonos la vida, dejando que quienes llegan desde el cielo emprendan entre elecciones y decisiones todas aquellas acciones para aprender y dejar lecciones en el ínterin de nuestros momentos, a pesar de tantas alegrías y de momentos de tensión, de tristezas y hasta agonías, intentando sumergirnos en pasiones y deseos, aun entre las imperfecciones y circunstancias en cada intento, y no es simplemente cualquier historia, ni redundar en lo que busca ser, quiere encontrar, desea elegir, planea experimentar o convivir, también es de lo que intenta Dios hacernos comprender, más allá del sacrificio y proeza de ese ángel quien llegara desde el cielo, para juntar algunas personas como cadenas de un rosario bendecido entre rosas, amapolas, claveles y crisantemos, porque a pesar del colorido que el Creador intenta plasmar junta a ella desde el cielo, todo siempre tendrá una razón que prevalecerá aun cuando no la entendamos a pesar de los sucesos, pero donde solo y únicamente su amor fortalecerá la vida aquí en esta tierra bendecida, la de estas montañas andinas, la elegida por ella para compartir todos esos momentos, donde ella solo intentará hacer y aprender, dejar y enseñar, expresar y alentar a todos quienes de una u otra manera compartirán esa vida que ella disfrutará tal vez a su manera, y donde solo Dios destinará su tiempo, su estadía, su camino, sus sonrisas, sus ansias, sus ilusiones y sus andanzas...

Se dice desde tiempos atrás que quienes llegan por alguna razón desde el cielo, pertenecen a esa legión de nobles guerreros, llamados aquí ángeles, cuidadores, seres queridos quienes serán por siempre eternos, esos que han de dejar huellas, historias, momentos, lecciones y obran por el bien de muchas personas en este mundo imperfecto, que en ocasiones corrigen, enmiendan, se cruzan y hasta propician de esas cosas que a veces nunca suceden sin la presencia de ellos, que todo sucede porque Dios siempre estará presente en cada instante de vida en nuestro entorno y en cada momento, pero que el tiempo del Creador siempre ha de ser el más idóneo y el más perfecto, y que a pesar de las alegrías y tristezas solo nos queda agradecer todo de Dios y también por ellos, y donde a pesar de nuestras acciones todo ha de estar escrito desde allá, desde el reino de los cielos, y donde todo brillará con los colores, con el aroma, con los sabores que nos otorgó la creación de Dios desde el flamante universo, y que esta bella Princesa traerá su entereza para alegrarnos por cada día de vida y por cada evento, y donde solo intento plasmar esta historia susurrada y apenas visualizada a través de mis sueños, simplemente para que me percate de intentar mostrar lo que yo interpreto de ello, es entre sutilezas, entre ilusiones, anhelos, tentaciones y un montón de cosas que desea intentar en la presencia de sus amados seres que a veces yo muestro, señalo, acoto, hasta hablo con complicidad intentando atinar con cualquier fuente que llevo, ay de mis incursiones, "Ay de mis apreciaciones, ay de cada cosa que llega a mi desde el reino de los cielos, ay mi Princesa tan bella como yo por siempre te quiero..."

Tal vez palabras vienen y van durante este periplo que intento yo desdibujar, algunas por siempre se irán, pero otras simplemente se quedarán en el alma, en nuestro espíritu, en cada rincón de nuestros pensamientos, en cada segmento de nuestros sentimientos, en el corazón a veces golpeado, quebrado, mancillado, en ocasiones triste pero reservado, cubriendo fisuras y cicatrices de dolor y penas sin dejar de continuar la carrera hacia lo soñado, intentamos a veces hilvanar la cinta de nuestra historia, ir atrás, volver adelante, pero allá desde el cielo la historia escrita está reservada, en el tiempo de Dios, ese perfecto, la de nuestro Maestro Creador quien todo lo ve, quien todo lo escucha, quien todo lo sabe, aun entre muchas alegrías y las inolvidables penas, sin embargo aun así siempre intentaremos revertir en este mundo parte de esas historias no tan ajenas, tan cercanas, misteriosas y hasta con el ingrediente secreto, fue, es y por siempre será así, una y mil vidas, una y mil historias, uno y mil intentos, una y hasta mil penas, entre amaneceres y noches entre penumbras, entre los susurros y voces de ángeles quienes en ocasiones nos cuidan y buscan bajar al templo de los mortales, para aprender de nosotros, para enseñar lo que por terquedad no hacemos, para dejar una marca en su historia, en las nuestras y en la de quienes vinculados están entre tantas y tantas alegrías y penas, y todo esto quizás es lo que siempre vio nuestra amada Princesa, al pretender elegir y pedir bajar a esta tierra imperfecta, encontrando esa puerta abierta, esa quien la traerá a esta vida y situaciones diversas, entre especulaciones, sesiones y obras de teatro de nuestra vida sencilla y compleja, y convertirse en un miembro actoral de esta obra de teatro llamada la vida re-escrita de una Princesa a quien por siempre llamaremos Sophía...

Al inicio lo dije, quizás intentar expresar con las palabras correctas esta historia que no deseo dejar apenas cubierta, es una narrativa con frases y poesía de una melodía selecta, una música única, como el lienzo que ella pinto desde el cielo de este ángel quien pidió al Creador bajar a esta tierra y encontrar a la familia perfecta, aprender de los mortales, a enseñar por nuestras elecciones y decisiones, a intervenir en nuestras acciones y a aprender a convivir y compartir de nuestras emociones, sentimientos, incomprensiones y contradicciones, a entender lo que en algún momento tal vez no deseamos aceptar o permitir, porque en nuestra racionalidad Dios no interviene, solo nos deja señales y nos envía en ocasiones a los ángeles como divinidad fortuita a través de esta vida compleja, y a pesar de dilatar cierto espacio de tiempo en continuar esta tierna historia, solo encontré la necesidad de manifestar lo que interpreto del Creador y de este ángel para que forme parte de esta narrativa en ocasiones elocuente y muy diversa, llena de parodias, de momentos, de situaciones y emociones que suman y restan, se multiplican entre transeúntes, amigos, familiares y  gente muy cercana, y nunca ha de dividir las intenciones de una niña a quien llamaremos Sophía…