jueves, 12 de noviembre de 2015

Un breve cuento del Ángel Alhaayt - Capitulo 10 (FINAL) – Redención y Sumisión…



El Príncipe y el Mercader, se reunieron en la tienda temporal levantada, al arribar cerca de los secuestradores de las chicas. No quedaba mucho tiempo, era cerca de la media noche. El cansancio acumulado del viaje los tenía extenuados, pero ambos sabían que las oportunidades, únicamente se presentarían al alba, una sola vez, y eso sería, para la vida o para la muerte, de algunos, incluidos ellos. Todo el grupo estaba comprometido con el Príncipe y el Mercader. Si había que dar la vida por la causa, dejarían todo en manos de Alá y del Creador...

Alhaayt estaba muy cerca del oasis. El flamante corcel aminoró su marcha, y unas pocas millas adelante, se detuvo cautelosamente, como si supiera que estaban entrando en territorio hostil. Alhaayt no sabía qué hacer, intento hacer que el caballo continuase, pero este se rehusó, volteo su cabeza, intentando decirle a su amo, “hemos llegado, es hora de bajar…”

Logró avistar a lo lejos un hombre, montado en unas rocas, estaba como fumando o inhalando algo. Lo distinguía por la leve luz que arrojaba el cerillo sobre su cara. Pero también pude percatarse de su arma, era un vigía. Sigilosamente bordeo su ubicación, para descubrir luego las tiendas abajo, muy cerca de las palmeras, hacia el centro del oasis. Después vio otro vigía a lo lejos, cerca del costado este del área. Pero solo estaba observando las estrellas. No sabía qué hacer, sin embargo decidió esperar y de esta manera, intentar meditar, ¿Por qué el caballo logró traerlo hasta este remoto lugar?...

Alanna-Zuhi a pesar de su cansancio, decidió abrazar y dormitar a su pobre hermana. La consolaba, acariciando su larga cabellera y orando, esperando que al amanecer, hubiera algún cambio acerca de la situación de ellas. Sus ropas ya emanaban olor a cansancio, a miedo, a días bajo el ardiente sol de las arenas, a extenuación. Tenía la fe y esperanza que algo sucedería. Un presentimiento extraño, pero algo le decía que pasaría. Extrañamente tuvo un pálpito, un sobresalto, miró a través de la tenue entrada a la tienda, como si alguien estuviese cerca, esperando por ella, esperando una oportunidad para su rescate. Y no precisamente pensaba en su padre. Era otra señal. Era alguien muy cercano, pero sin saber realmente quien pudiera ser...

El Corcel estaba inquieto, pisaba fuerte con sus patas delanteras, como tratando de decirle algo a Alhaayt. Este trataba de calmarlo y apaciguarlo, pero presentía que la hora menguada, estaba por llegar. Muy dentro de su alma, algo le decía estaba en el lugar correcto, aunque sin saber el por qué y la razón de todo esto...

Seis de los hombres más leales al Príncipe, partían a neutralizar a los vigías apostados en cada uno de sus lugares. Iban con mucha cautela, armados con los sables y cuchillos, para evitar hacer ruido en la tensa noche. La luz de las estrellas iluminaba, no había ruido alguno, apenas el suave murmullo del viento sobre las arenas, el sonido de las palmeras y el desplegar de las telas en las tiendas, interrumpían esa calma nocturnal aparente. El plan había iniciado, y debían tomar por sorpresa antes del alba a los secuestradores, para poder abordar a todo el grupo de beduinos, y salvar a las chicas, de cualquier sorpresa de último momento...

Alhaayt desde su apostado lugar, comenzó a detectar actividad en los alrededores. Se alarmó y el corcel, como por arte de magia, posó su cabeza en su hombro, sorprendiéndolo al mismo tiempo. Entendió que aún no le correspondía intervenir, sin embargo se percató al instante, de un movimiento extraño en una de las tiendas. Alguien estaba ingresando de manera sospechosa a una de ellas. Realmente no sabía quién estaba dentro, pero un enorme sobre salto llegó a su corazón. Vio al Corcel y este lo impulsó a bajar hasta las tiendas. Solo alcanzó a tomar una daga extraordinaria, que estaba a un lado de la silla del Corcel. Con una empuñadura dorada, y una escritura antigua, que decía “Quien vive al viento, nunca muere al intento”...

A la tienda de las chicas, ingresó de manera repentina uno de los compañeros más letales del grupo. El segundo al mando, y quien desde el inicio del viaje, veía a Alanna-Zuhi de manera perversa. Sacó un enorme cuchillo, se acercó sigilosamente, viendo a las hermanas con ojos de maldad y desenfreno. Un hombre de mal aspecto, cruel y dispuesto a todo, aún cuando sabía, que si su amo, detectaba en él, algún intento de desobediencia, tenía muy claro, eso le costaría la vida. Pero sus ansias de poseer a Alanna-Zuhi, estaban cruzando la línea entre su lealtad, a sus propias ansias...

El Príncipe y el Mercader esperaban por el aviso de sus emisarios, para bajar directamente a las tiendas de manera intempestiva, al punto de poder dar la sorpresa en el acto, y así evitar una reacción de los beduinos, en el intento de contrarrestar sus acciones. El grupo de ellos era más numeroso que el de los secuestradores, y eso era una ventaja al momento del abordaje sobre el área. El primer vigía apostado en las rocas, fue neutralizado de inmediato, los emisarios lograron su cometido. El vigía que se encontraba más alejado, estaba un poco más complicado abordarlo por sorpresa. No había donde poder esconderse. Entonces los hombres decidieron urdir un plan, que posiblemente los ayudaría a neutralizar al hombre. Uno de ellos se enterraría en las arenas, el otro intentaría distraerlo, para buscar lo persiguiese, tal como lo hace un cazador a su presa. El plan era llevarlo hasta el otro, para poder tomarlo de sorpresa...

Alhaayt estaba detrás de las tiendas. Podía escuchar los ronquidos de algunas personas dormitadas, pero a la tienda donde había entrado el sospechoso, apenas podía ver una luz muy tenue. Era la luz del farol a la entrada de las tiendas, y escasamente lograba ver la silueta de alguien, quien portaba algo en la mano. Un hombre corpulento presumía Alhaayt. Pero nada le impediría indagar sigilosamente, rasgando con su puñal, la tela de la tienda. De pronto escucho el Corcel entrar a tropel al área, enérgico, obligando a los otros animales a inquietarse y tratar que soltasen sus amarras. Despertó a todos en las tiendas, Alhaayt se quedó inmóvil, esperando cautelosamente. Nadie lo podía ver aún. Salió el Jefe del grupo, gritando y alertando a todos. Su primera orden fue tomar las armas y desplegarse alrededor del área. De pronto ve salir de la tienda de las chicas a su segundo al mando. Lo confrontó directamente. En su propia lengua le decía a su jefe, “fue una maldición haber traído a estas infieles con nosotros”. Continuaban discutiendo, algunos animales lograron soltarse, y salieron cabalgando por las dunas, en esa noche ahora intensa y desbordante...

Ya estaban dos de los vigías neutralizados. El tercero bajo intempestivamente hasta las tiendas, dado el bullicio, y dejando abierto ese acceso. Justamente por ese lugar, entraba el resto del grupo. El Príncipe, el Mercader y los demás, cabalgaron a galope, mientras que dos grupos más de forma simultánea, ingresaban por los otros flancos. El jefe de los beduinos estaba en una pelea con su segundo al mando, le clavo mortalmente la daga por un costado, cayendo en sus pies, para luego asestar la puñalada final. Las chicas intentaron salir, pero el temor las coartó. De repente voltearon y vieron alguien rasgar la tienda por detrás. Un joven no perteneciente al grupo. Se miraron a los ojos, Alhaayt y Alanna-Zuhi, ambos sintieron algo extraño muy dentro de ellos, pero no tenían tiempo de hablar. Así que las insto a ambas, a seguirlo, saliendo rápidamente, mientras afuera había una pelea desaforada, por atacar y defender, sin saber que estaba sucediendo realmente de manera sorpresiva...

El Corcel Negro, brioso, elegante y realmente enfurecido, obligaba a los otros animales a salir corriendo y huir del lugar. Era el liderazgo de un animal, quien se presentaba como el amo del territorio, obligando a su manada a obedecer. Era algo asombrosamente increíble, por un lado un animal hermoso ayudando a un rescate, quizás no previsto para él, o tal vez urdido por el supremo. Y por otro lado, un plan de rescate, con una variante conspirada, a través de los misteriosos planes del universo. Y entonces todo era confuso al mismo tiempo. El Mercader buscaba por todos lados a sus hijas. El Príncipe luchaba una batalla con la valentía de un guerrero, nacido de una estirpe ancestral. Igualmente buscaba entre la oscuridad, rastro de las chicas, sin saber a quien buscaba, pero sabía también, ellas eran las únicas mujeres en ese grupo de delincuentes...

El jefe del grupo de beduinos, logro apenas salir a través de las rocas, ensangrentado por la lucha con uno de los suyos, y por la pelea con otros guerreros del grupo sorpresivo. Logró alcanzar a ver a un joven huyendo con las dos chicas. Aceleró el paso para intentar cortarles el paso, antes de llegar arriba a dunas abiertas, presumiendo allá los esperaban caballos. Alhaayt tenía tomada de la mano a Alanna-Zuhi y ambos sentían una conexión extraña en la huida, y la hermana corría delante de ellos, asegurándose de no quedase rezagada en la huída...

El Príncipe fue avizorado por uno de los suyos, de lo que estaba sucediendo arriba, cerca de la cima de las rocas. Tomo su caballo y salió galopando hasta la parte superior. El Mercader logró ver en su lucha, a sus hijas a lo lejos. Hizo lo mismo con la ayuda de los suyos. El jefe de los beduinos logró interceptar a Alhaayt arriba, con la daga en una mano, y un gran cuchillo en la otra. Alhaayt se colocó al frente, para evitar las chicas fuesen agredidas. La hermana menor comenzó a gritar de manera eufórica. El hombre intentó amedrentar con fuerza y coraje a Alhaayt, pero este no se inmutó. Sentía una valentía extraordinaria, y a pesar de la situación, mantenía la calma, con su daga que brillaba al alba en mano, ante la mirada efervescente de un enemigo desconocido. El Príncipe llegó al momento, y bajo intempestivamente de su caballo con sumo brío, desafiando al hombre con su largo sable, quien sentía impotencia al estar solo, frente a dos hombres con voluntad para eliminarlo...

La lucha seguía intensa en el campamento, el ruido de sables y cuchillos, inundaba la noche. El Corcel relinchaba bravío, ahuyentando a quién osaba acercarse para intentar apaciguar su furia. De pronto salió en carrera hasta el área de las rocas, para llegar hasta su amo Alhaayt. El Príncipe confrontó directamente al enfurecido hombre, pero prontamente llegaron dos contendientes más. Dos de los más aguerridos hombres del jefe del clan de los beduinos. Se estaba equilibrando la lid entre los hombres. El Mercader estaba arribando en su caballo, para intentar sacar a sus hijas de la lucha, pero era imposible llegar hasta ellas...

Alhaayt en la arena, combatía férreamente contra uno de los beduinos. El Príncipe luchaba a muerte contra el jefe. El Mercader hacia lo suyo con el otro. Las chicas muy atemorizadas, pero detrás de Alhaayt. El Corcel embistió contra todos, logrando aislar temporalmente a Alhaayt, la hermana menor asustada, logró soltarse de Alanna-Zuhi y salió en carrera, risco abajo nuevamente. Su hermana fue tras ella. Alhaayt momentáneamente se descuidó y recibió una herida en uno de los brazos. El Corcel al ver a su amo herido, embistió con las patas delanteras sobre el beduino, aplastándolo sobre las arenas. El Príncipe luchaba arduamente contra un hombre casi invencible, pero tampoco cedía terreno. El Mercader se encontraba a punto de ceder en la pelea, entonces entró en su apoyo Alhaayt, cuando vio lamentablemente al Príncipe ser asestado por un zarpazo del sable del jefe. Este intentó asestar el golpe final al Príncipe, pero el Corcel lo evitó, saliendo herido mortalmente el valiente animal...

En el área cercana a las tiendas, aún quedaban vestigios de la ardua lucha. Algunos pocos estaban siendo sometidos por el grupo del Príncipe, para su definitiva rendición, dado el número superior de ellos. Sin embargo el Jefe del grupo aprovechó la ocasión arriba, y bajo tras las chicas en extraordinaria carrera, justamente por detrás de las tiendas. Logró alcanzar a Alanna-Zuhi y la apresó, colocándole el cuchillo sobre el cuello. Todos al percatarse de la situación, rodearon al hombre. Bajaron el Príncipe y el Mercader inmediatamente para calmar la tensión del momento. Alhaayt mal herido, logro discretamente bajar por detrás del hombre, para intentar tomarlo por sorpresa. Aún se encontraba muy afectado por la muerte de su hermoso corcel, pero era algo que no pudo controlar, a pesar de su ímpetu por entender toda la situación...

De pronto una inmensa luz irradió en la parte superior, detrás de las rocas, justo donde previamente hubo la lucha entre ellos. Una luz misteriosa, opacando la oscuridad de la noche, sin destello, solamente como si algo fuese a aparecer de la nada, pero realmente nada apareció, solo la emisión de dicha luz y luego se dispersó a la brevedad. La chica ante la situación, que dejó a todos perplejos, logró zafarse del hombre, y se abalanzó inmediatamente sobre el beduino, Alhaayt. Forcejeando cuerpo a cuerpo, con todas sus fuerzas, y evitando el cuchillo lo cortase...

El Príncipe malherido, pero aún con mucho brío, intentó ayudar a Alhaayt, pero estaba muy cerrada la lucha entre estos personajes. Alanna-Zuhi estaba muy cerca, tratando de tomar la daga del Beduino, pero sabía que había mucho riesgo, sin embargo estaba más cerca que el resto del grupo. De repente entre la lucha y el forcejeo, el Beduino logro impulsarse con las rodillas, sobre el abdomen de Alhaayt, quedando este al descubierto y casi asfixiado. Hábilmente el Beduino tomó la daga de la arena, para intentar asestar el golpe mortal sobre el chico, pero Alanna-Zuhi al ver la reacción del asesino, se abalanzó sobre el cuerpo de Alhaayt, para protegerlo. Fue el fin, mortalmente alcanzó ser cruzada por el filo de la daga del Beduino, a través de su hermoso y tenso cuerpo. Eso fue todo para la hermosa doncella...

El Mercader y su hermana gritaron horrorizados, y este intentó abalanzarce sobre el Beduino, pero ya el Príncipe había hecho lo suyo, justamente al mismo tiempo que él Beduino intentaba quitarle la vida al chico, el Príncipe no se percató de la reacción de Alanna-Zuhi, y lo estaba cruzando por detrás con su sable, para acabar con la vida de él también. No pudo evitar lo sucedido. Alhaayt solo lograba ver la escena en cámara lenta, como si todo estuviese escrito en esta historia, en una trama, nunca antes contada, pero vivida en un momento inevitable...

Todo quedó en un tiempo suspendido, una escena paralizada, sin ruido, sin jadeos, sin gritos, sin viento, sin calor, sin frío, solamente en una noche estática, Alhaayt sin saber cómo reaccionar. Llorando muy adentro, con su alma en pena, sin comprensión alguna, sin entendimiento. De pronto llegaron recuerdos, todos al mismo tiempo, mil y una imágenes de forma reiteradas, rápidas escenas, sus amigos de infancia, sus aventuras, las colinas, las grosellas y las frutas en el bolso, su amigo al filo del risco, el salto, la caída, su hermosa y adorada madre, su bello rostro, sus palabras, su pueblo, sus inicios, y su cambio de rumbo a otra vida, a esa a la que no logrará recordar jamás...

La presencia del Creador, quien a lo lejos le hablaba, y Alhaayt solo escuchaba en susurro a su oído, palabras de amor, de comprensión, de piedad, de armonía, de paz, ante semejante caos y situación. Anonadado, perplejo, con los ojos desorbitados, su Maestro y protector evitó entrase en pánico, confusión y alteración. No lo alcanzaba a distinguir, no se podía mover, no podía ni siquiera emitir un grito de dolor, pero su maestro le susurraba al oído, transmitiéndole tranquilidad y pasividad. Alhaayt sentía sus manos en su cuerpo frágil y adolorido, pero le impresionaba, que no estaba cerca de él. Ni siquiera podía distinguirlo. De hecho no tenía la impresión de quien se trataba. Su Maestro se limitó a darle sus últimas palabras, besarlo en la frente, y desearle lo mejor de su vida, en esta nueva oportunidad, para expandir a unos nuevos horizontes, todas aquellas experiencias, que nunca pudo tener, justamente por una razón superior, inevitable y necesaria...

Eso fue todo. Había terminado el periplo, bajo un escenario inimaginable para todos. El Mercader llevó a su bella hija hasta su lugar de origen, con su esposa, con su familia, triste, acongojado y aún desorientado, sin lograr comprender que sucedió. El Príncipe lo acompañó en todo el trayecto de regreso, y permaneció hasta la sepultura de Alanna-Zuhi, muy cerca de sus predios. Su madre y sus hermanas, no cesaban de llorar, y de intentar consolarse entre ellas, hablando con Dios, acerca de lo sucedido. Alhaayt estaba presente, sin emitir una palabra. Triste, confundido, con su alma en pena...

Recordó algo del suceso, allá logró ser atendido por todos en el campamento de los delincuentes, le curaron sus heridas, le devolvieron la daga magnifica y le preguntaron quien era él. Pero solo lamentaba no haber hecho algo más, por salvar la vida de la chica. El Mercader agradeció sus esfuerzos y el Príncipe le manifestó su deseo de ser su invitado a su caravana, para ir a palacio, por sus intentos en unirse a ellos, y ayudar en la lucha al rescate de las chicas. Aún se mantiene en desvelo, sin poder saber cómo logró de igual manera llegar, hasta ese paraje tan apartado de las rutas comunes de las dunas...

Esa mañana, allá en el oasis, al término de la lamentable escena de lucha y confrontación, el Príncipe levantó a Alhaayt del suelo, desmayado y extenuado por esa lucha férrea con el beduino. Lo llevó hasta una de las tiendas, lo asistieron, lo curaron, mientras el Mercader preparaba a su hija fallecida, con tristeza, para regresarla a casa. Su pequeña hermana desconsolada, no se apartaba de su pobre hermana mayor. El resto de los fallecidos del clan de los beduinos, fueron enterrados en una fosa común, cerca del oasis, para que las arenas en el tiempo, olvidaran su ubicación. Los que sobrevivieron y se rindieron, atados, serían llevados hasta la justicia, por el mismo Príncipe, para ser castigados a través de las leyes impuestas en su sociedad, no la de las arenas...

Lo más insólito y extraño, es que al subir hasta las rocas, no había rastro alguno del hermoso Corcel Negro. Era como si este hubiese desaparecido al alba, como si nunca hubiera estado ahí, en las luchas, en la muerte digna, de un animal que dio su vida, para así evitar, la muerte en manos de ese criminal...

El Príncipe partió al poco tiempo, despidiéndose con humildad y devoción de su amigo el Mercader, como también de Alhaayt, reiterándole a este su deseo de ser parte de su familia. Rumbo ahora a sus predios junto a su grupo, camino al palacio de su familia, de su padre, y ahora para sí tener una extraordinaria historia y digna para contar. En la que fue participe, dejando un recuerdo que será narrado en las dunas, durante mucho tiempo. Y aún sin alcanzar el éxito total, le dejo una gran enseñanza de compañerismo, lealtad, sufrimiento y nostalgia, en esa vida hasta ahora llevada. De los suyos, solo perdieron la vida dos de ellos, que los dejaron sepultados en las tierras del Mercader, como un homenaje a este, por haberles permitido ser compañeros, en una aventura lamentable, pero jamás prevista hasta las lunas de esos días...

Alhaayt logró quedarse con el Mercader un corto tiempo, aprendiendo de esta familia, parte de sus tradiciones, de su cultura y de su religión, extraña para él, pero muy placentera y enriquecedora. Solo apenas recordaba algunos de los sucesos en ese campamento, y unas extrañas imágenes, recuerdos muy nublados, acerca de alguien que estuvo muy cerca de él, luego de la lucha desenfrenada con el Beduino. Pero el Mercader, le insistía y le aseguraba, no hubo más nadie ahí con él, solamente ellos...

Poco tiempo después, con nostalgia y entereza, Alhaayt decidió partir, a un rumbo desconocido, a una aventura tal vez interminable, quizás buscando algo, intentando descifrar su pasado, tratando de averiguar quién fue, quien es hoy, y quien será ese mañana. El Mercader logró enseñarle todo lo necesario, para entender un poco más de la vida, de los caminos extraños por donde ha de pasar, y las vicisitudes, a las que deberá confrontar, para tratar de alcanzar sus anhelos, aliviar sus penas y encontrar su propia felicidad, ir en busca de su propio destino...

Alhaayt quien nació en el pequeño pueblo de Tebas, de la antigua Grecia, en los tiempos del joven Platón, y quienes tiempo después, estos se convirtieron, en parte de la rica historia de la cultura griega. Después de los sucesos de su adolescencia, pasaría a tener una nueva aventura. Se convertiría en un ángel prometedor del Supremo Creador, convirtiéndose este, en su Protector y Maestro, para viajar a través de ese mundo espiritual, de ese universo infinito, aprender más allá de sus ansias, más allá de su curiosidad y temperamento. Aprendiendo y ayudando a los mortales,  a salir adelante, en un mundo terrenal complejo y contradictorio, pero logrando cumplir ante su Maestro, todas sus tareas, durante un tiempo incuantificable e infinito, para luego ser sometido, al paso de varios siglos, a una última prueba...

Esa que le permitió retornar como un humilde mortal. Esa que le permitiría quizás vivir esas experiencias, tal vez no como quiso hacerlo en su primera vida de adolecente, en su tierra natal, o aquella, en su etapa espiritual de infinito tiempo, pero intentando entender, comprender y continuar, que ahora en esta nueva oportunidad, que Dios le ha regalado, más vale lo desconocido, siempre hacia una nueva aventura, a esas sensaciones, a los sentimientos nobles, a los valores, principios y la fe puesta, por encima de todas las cosas. Y entendiendo que en la vida, simplemente trataría siempre, de saber apreciar todo lo que ha ella llegará, sin prejuicios, sin condiciones, sin egoísmos, sin menosprecios, y continuar adelante, a pesar de todos los obstáculos, que sobre este largo y hermoso camino, ha de conseguir la ruta hacia su propio destino...

La aventura de Alhaayt ha de continuar, pero quizás, ese es otro cuento...

miércoles, 11 de noviembre de 2015

El Poder de las Palabras, más allá de las intenciones…



Todos estamos conscientes, que uno de los mayores regalos que tenemos los seres humanos, es el don de la palabra. No es algo aislado, ni escogido al azar, como tampoco por cosas de nuestro destino. Sino algo con lo que nacemos, algo que nos define en el transcurso de nuestro tiempo. Aprendemos el lenguaje a lo largo de toda nuestra vida, y no lo dejamos jamás. Nacemos con la capacidad de hablar, y si no somos capaces de hablar, entonces usamos las palabras, para crear, componer, expresar y manifestar, a través de eso que llamamos escritura, lo cual es igual de poderosa… sin embargo, ¿Qué son las palabras después de todo? ¿Puedes imaginarte nuestra vida sin ellas?... 

Atrévete, solamente a pensar, si no existiera esta capacidad asombrosa...

Las palabras son... una Expresión de nuestras Emociones...

Tienen un poder que ni siquiera alcanzamos a imaginar. La primera palabra pronunciada por un ser humano trae  alegría, ternura, orgullo, y te deja un impacto para siempre. La falta de ella trae preocupación absoluta...

Las palabras son... Inconmensurables...

Existen en más de 6.000 lenguas distintas, habladas en todos los rincones del mundo. No hay un lenguaje común que nos una a todos, pero todos al final, hablamos mediante las palabras. Y nada tiene más sentido que las palabras mismas.Ellas son habladas por ambos: Ricos y pobres; niños y adultos; hombres y mujeres; en blanco y en negro...

Las palabras son... Sabias...

Deben ser bien elegidas, quizás seleccionadas, porque el efecto que deja es indescriptible, y en algunos casos, es hasta inolvidable. Las palabras construyen todo. Las palabras rompen también. Las palabras unen, y a veces fracturan. Las palabras enseñan, no existe otro término. Las palabras controlan. Las palabras afectan, para bien o para no tan bien...

Las palabras son... Hermosas...
 
Son letras de piezas inspiradoras en la música. Con ellas se forman algunos actos de piezas sobresalientes en la literatura. Con las palabras se hacen libros, cuentos, fábulas, novelas, poesías, simplemente, cuentan historias. Ellas nos inspiran, nos cambian, nos llevan a...

Las palabras son... Recuerdos...

Se pueden guardar, ocultar, reservar, custodiar, llevar, y las puedes enviar, a donde tú quieras, incluso al viento. Ellas pueden darte agitaciones o pueden descontrolarte en algún momento. Ellas pueden producir llanto, dolor, tristeza y lágrimas. Nada trae nostalgia mejor que las palabras mismas...

Las palabras son... Decisiones...
 
Ellas pueden expresar nuestros deseos más profundos, nuestras necesidades, nuestros sueños, anhelos, y hasta nuestras penas. Las palabras dividen ocasionalmente. Las palabras duelen en ciertas situaciones. Las palabras consuelan, cuando son urgidas. Las palabras persuaden, a través de una simple mirada. Las palabras son una ventana a nuestros sentimientos...

Las palabras escriben cada frase, cada oración, cada párrafo, cada segmento y cada capítulo, en nuestra propia Historia de Vida, y tal vez más allá de ella…

Todo siempre dependerá de aquello que tienes que escribir en cada página de ella... Y todo también siempre, será de la manera como quieras interpretar, su composición misma...

Solo así podrás quizás, disfrutar posiblemente de su maravillosa lectura…

domingo, 1 de noviembre de 2015

Desde los oscuros sueños de mi tumba, hasta los más intensos deseos en el cielo…



En la oscuridad amenazante, lúgubre y desconcertante, suelen llegar imágenes difusas, acerca de la muerte, acerca de las tragedias, acerca de esas escenas, quizás dantescas, tal vez grotescas, en una noche casi eterna, bajo el manto oscuro, del surcar de los espíritus, en su memorable día de todos los muertos...

Unos mas, unos menos, todos llegan al mismo tiempo. Sean por penas, sean por haber dejado, aun asuntos de su vida, asuntos de su esencia. Quizás lleguen en un mal momento, tal vez surjan de una larga condena. Imágenes van, imágenes vienen. Duermes a rato, casi no sueñas, pasan a tu lado, pasan sin pena. No sabemos qué hacer, nada pretendemos hacer. Sin palabras, sin señales, sin gritos, sin recuerdos, solo escenas, solo transcurren, en una noche eterna, de un angustioso tormento...

Intentos en vida, sustentos de muerte, no hablamos de ello, tampoco pensamos de eso, pero siempre a tu mente, siempre llegan ellos, como una difusa escena, como un sueño perverso. La noche oscura, la noche en pena, los espíritus flotan, los espíritus llegan. Nada pendiente, nada oculto, quizás un pensamiento, de rabia y sentencia, tal vez un pequeño deseo, de venganza y promesas. Nunca cumplidas, pero si una vez mal heridas. Salta la noche, salta la pena, los muertos recuerdan, los momentos y escenas, algo maltrechas, algo cubiertas, bajo oscuros recuerdos, bajo mantos de estelas, nunca olvidas las penas, siempre guardas la escena...

Se acerca la medianoche, se acerca la hora, salta a la tumba, escarbas recuerdos, escarbas las penas. Del dolor no queda, del olvido regresa, una vez lo dijiste, mil veces lo recordaste, el tiempo te cura, pero la pena siempre queda. Tal vez no ahora, quizás otra vez mañana, un día de la semana, una vez en el año, te llega la hora, tu ajuste de cuentas. Sed de venganza, sed de tortura, solo te queda, escarbar en la escena, una noche de muertos, una noche de fiesta...

La noche termina, el día comienza, en el alba surca, un nuevo comienzo, un sueño perverso, a dormir se queda, cubierto de mantos, cubierto de penas. Brilla tu día, sueña despierto, mil veces yo quiero, volar a los cielos, mil veces deseo, alcanzar las estrellas. Sueños y mitos, anhelos y versos, de un intento infinito, de amor y deseo, nunca antes yo he visto, en tus ojos mis gritos, de amor y locura, por tu ser yo trasciendo, por tu vida yo intento, alcanzar yo tu gloria y alcanzar tu mis deseos...

Y mis días transcurren, en mis días yo intento, buscar mis deseos, buscarte en el cielo, de tu amor yo anhelo, de tu amor que yo quiero. Coronarte de flores, coronarte yo sueño, de rosas y olores, con mil fragancias yo pretendo, bañar a tu cuerpo, endulzar mis deseos, de mis sed de amor, de ese amor tan intenso, de un amor eterno, sufragarte yo intento, invadir en tu mundo, invadir yo pretendo, descubrir tus pasiones, descubrir tus deseos. Nada impide ello, nada detiene esto, desde el cielo te busco, desde el cielo yo veo, en tus ojos yo intento, alcanzar a tu alma, alcanzar lo que siento. Navegar en las aguas, que yo mismo aliento, a tu lado mantengo, por siempre mi amor, por siempre mis deseos, protegerte eternamente, protegerte yo quiero...

Alcancemos el cielo, alcancemos tus sueños, a mi lado yo quiero, a tu lado sentencio, una vida entera, más allá de los cielos, más allá de todo, más allá de tus deseos. De la tumba yo salgo, como nuevo tormento, de la tumba resurge, un nuevo comienzo, dejo atrás los oscuros, de un pasado perverso, quien marcó en un tiempo, mis sueños rotos, mis anhelos honestos. Yo intento ahora, levantarme yo quiero, comencemos mi amor, una aventura sin miedos, nuevos retos comienzan, una vida entera tenemos, ahora o nunca el cielo, nos esperan mil vientos, a volar seguiremos, a volar enamorados queremos...

En la tumba de mis sueños, quedaron mil y un deseos perversos. En el cielo están esperando, mil y un deseos de amor, pasión y sueños. Solos tu y yo en la tierra, en el cielo, en el viento, y también en el universo. Solos tu y yo con amor, el romance, la entrega y nuestros momentos, nunca olvides jamás mis intentos. Yo te encuentro hoy, mañana o luego, y más nunca yo te dejo. Yo hoy por ti muero, alcanzando la felicidad, con todos mis intentos...

Letras, letras, deseos oscuros, sueños rotos, y surge de la noche, un adorado intento...