miércoles, 10 de febrero de 2021

Capítulo XX – Quizás como en los carnavales, pero a la espera de que ocurran algunos milagros, de esos que nos recuerdan que ahí están y sin cuestionarlos…

 La última vez que te referí, fue en un contexto excepcional volcado de la imaginación, un como quisiera haberla visto, o un tal vez hubiera sido, sin embargo no descansan los pensamientos hipotéticos en escenarios desarrollados sobre actividades versadas a ese futuro que nos hubiese fascinado, o al presente espiritual donde quizás todo pudiera ser, sin determinar si realmente ha de así ser, y no como un trabalenguas, ni a la interpretación individual de cada quien, no, definitivamente no, es a la idealización colorida de una escena tal vez no tan teatral, ni de dramaturgia actoral, sino la de una Princesa que una vez quiso ser acá, pero en este momento es lo que es ella pero allá, donde todo definitivamente puede ser, aunque no lo podamos aseverar o constatar, y solo me quedaré con el que así por siempre será, en esta temporada tan peculiar...

Estuviste siempre en primera línea, como los personajes principales de un cuento colorido, de una pequeña obra de teatro, llena de humor, de alegría, de sorprendentes desafíos, de incuestionables escenarios que tal vez llenaban tus pensamientos al paso de un asombroso cometa, irresistible, sorprendente y mágicamente con ese poder que transmitías a cada gesto, a cada acción y reacción, incluso a cada respuesta tal vez para algunos intempestiva, pero muy de tu personalidad inequívoca, decisiva y hasta directa, sin pretensiones ni arrogancia, sin dejar de ser quién eras, porque así quedaste arraigada en la mente de quienes te recuerdan...

A mi mente solo llega ese traje, esa vestimenta de la niña bailaora, la de pañoleta roja sobre tu cabeza, de faralaos a la flamenca, inundada de bolas pintadas sobre el vestido a todo tu alrededor, intentando contonear tu cadera como la Princesa que más alegre era, la que intentaba cantar y bailar sin vergüenza ni tampoco pena, la que siempre hizo lo que le provocaba, la que no tenía pelos en la lengua para decir lo que quizás tú piensas, más allá del momento o de la circunstancia, la vida era como un carnaval, llena de momentos coloridos, llena de esas escenas que todavía representan lo más bello de esta tierra, esa que te vio nacer y la que te dejo simplemente ser...

Sin embargo allá donde ahora tú bailas a todo tren, donde te sientes tal vez la faraona en el mejor contexto de un cielo inundado de colores brillantes y de tu alegría contagiable, rindes tributo a tus fans, por quienes eventualmente aplaudirán cada momento, cada instante que te dejan alegrarlos sin dejar de ser lo que ahora ustedes son, simplemente el batallón de ángeles celestiales quienes cuidan y protegen sin mirar a qué o a quién, sin cuestionar y sin también dejarlo de hacer, siempre sonrientes hasta más no poder y en ocasiones hasta sin parar, alejando las tristezas y las melancolías, motivando con pericias y no ajenas a tantos inocentes ángeles que siempre bajarán a atender, a nosotros los simples mortales, que en una gran mayoría de los personajes terrenales, necesitamos de ese milagro oportuno para que intentemos ver la vida como un momento finito, corto, asombroso y emotivo, donde aprendemos, enseñamos, queremos y nos motivamos, a pesar de y en contra de, porque esa es nuestra tarea, como la de ustedes es la de estar ahí presentes, quizás en el anonimato espiritual, donde no los podemos ver, pero entendiendo que su presencia siempre será bienvenida y aceptada como alivio y principio incuestionable...

Días atrás le comentaba a una persona quien pasaba por un trance de esos preocupantes, que cada día en cualquier parte de este vasto planeta, ocurren milagros, sin importar de donde vienen o como llegan, y de qué forma en ocasiones el ser humano también interviene, porque circunstancialmente ha de ser así; los milagros son petitorios de muchos creyentes, son escenarios omnipresentes en situaciones adversas, y que todos debemos de una u otra manera provocar, propiciar, aupar a ese universo insoslayable acerca de su confabulación, cuando nos aferramos a ello sin importar qué, cómo y el porqué, simplemente es y será una necesidad imperiosa en momentos determinantes...

Días después se presenta otra situación similar con otra persona pero con pronósticos más alentadores, sin embargo no dejamos de pensar en los dichosos milagros, porque siempre serán un aliciente, una carta bajo la manga, una esperanza para el desamparado espiritual y existencialmente...

De esa manera y por esas cosas de la vida se vuelve a presentar otro escenario tan similar, que definitivamente llegamos a entender que parte de la solución estaba atada si se quiere expresar de esa manera a un milagro más, al punto que algunos acudimos para orar a favor de ese escenario, porque siempre valdrá la pena el esfuerzo y el petitorio espiritual y hasta desmedido, para intentar moralmente ayudar a sobre llevar esas penas que en ocasiones son tan pesadas y casi inalterables...

Entonces es cuando oportunamente estos seres aparecen, porque a través de ese batallón de ángeles, ellos llegan sin cuestionar, ellos acuden sin mirar atrás, ellos ahí están, y entre ellos mi adorable faraona, mi Princesa de Chocolate, quien trae sonrisas para aliviar la melancolía, quien a pesar de no poder verla, su presencia es casi inalterable, es una sensación poco explicable, sé que está presente así no se entienda, propiciando lo necesario, colaborando con las penas terrenales, donde solo visualizo su sonrisa adorable y recordando siempre “No te preocupes, todo estará bien”, porque así ella lo decía, y así de esa manera se combinan los esfuerzos de los seres humanos en este contexto existencial, quienes hacen todo lo que pueden en esos momentos circunstanciales, junto al complemento de estos seres espirituales, quienes colaboran junto al universo para confabular todo a favor de lo indescifrable...

Vuelve a la palestra lo que en ocasiones volcamos sobre la mesa, las circunstancias, las necesidades, el momento, los avatares, la esperanza frente a la melancolía, las lágrimas frente a las sonrisas espirituales, el cielo gris en esos momentos, frente al colorido despliegue de esos carnavales, no propiamente los conocido por todos en estas fechas tan memorables, sino aquellos que aun no estando en esos contextos tan particulares, encontramos las formas de interpretarlos como una analogía sincronizada entre un mundo real, existencial y a veces tan abismal, y un mundo espiritual, mágico, sublime y hasta excepcional, donde se juegan roles poco evidentes, pero donde todo sincroniza a una interpretación casi digna de la mejor obra de teatro, donde nada es al azar, ni a la suerte, mucho menos a la casualidad, y donde cada personaje marcado por una tragedia, debe y está realmente desde su ser interior colaborar y mentalizarse a expulsar los pensamientos negativos, melancólicos y hasta trágicos de su mente, y coadyuvar a subir sus penas e intercambiarlas con un ápice de alegría para permitir que su vida sea pintada nuevamente con los colores llamativos del arcoíris o del carnaval más peculiar de su experiencia de vida, porque definitivamente la vida está llena de colores, y aún existe mucho por ver, sentir y disfrutar...

Siempre se ha dicho “Al mal tiempo buena cara”, pues definitivamente debe ser así, a pesar de todo y hasta de lo que esté en contra, porque los milagros, los colores y los desafíos siempre están presentes en el contexto de nuestras vidas, y sé muy bien que Sophía forma parte de esa legión de Ángeles, de ese grupo de guerreros que siempre estarán presentes ayudándonos a salir de los atolladeros donde en ocasiones nos quedamos temporalmente atrapados, donde creemos a veces que el mundo se ha terminado, pero donde jamás la esperanza claudicará a esa oportunidad de continuar en vida y verla de una manera diferente...

He reiterado en ocasiones que la centuria es una meta, y tal vez un poco más, he reiterado mi deseo abiertamente de continuar viendo cosas que aún faltan por ver, por sentir y probar, le he manifestado a mi Princesa oportunamente que algún día la volveré a ver, pero que mientras aun este por estos lares, pretendo atender asuntos pendientes y ayudar a quien así crea oportuno y conveniente, que la vida es muy corta para dejar a un lado tantas y tantos escenarios aun por vivir, y que en la medida de todo pretendo dejar un poco de cada cosa que he vivido sin cuestionar, y que ella siempre será esa musa por quien todo me inspira a desafiar, e intentar todo a lo que deseo lograr, a mi bailaora de flamenco, la de la pañoleta roja y los faralaos, la del taconeo en tiempos de carnaval, y que más tarde que temprano la verá allá, en ese mundo donde sé muy bien ahí está, mi niña bella, mientras este humilde escribano tenga fuerzas, conciencia y voluntad, he de verte como lo describo generalmente en este escrito, este que llevo y publico cada mes al cumplir tu fecha de partida, pero siempre intentando ver tu bella sonrisa y tus intempestivos gestos que marcaron tu vida...

 Hoy un poco de mí, como siempre un poco de ti, un poco de otros que forman parte de mi vida, y como un gesto humilde para intentar motivar a quien están identificados con estas palabras, que todo pasa siempre por alguna razón, que no somos quién para cuestionar y dejar que las circunstancias nos opaquen, que mientras exista convicción, valor, voluntad y deseo, todo realmente se podrá, y que definitivamente a la mente debemos disciplinar, alejando los pensamientos negativos y las escenas trágicas que ocasionalmente llegan sin evitar, que es cuestión de practicar, que aún tenemos mucho que dar, y que todavía nos falta por mirar, y no solamente por mirar...

Gracias Princesa, gracias por guiarme, gracias por ser mi pequeña musa, gracias por ser en ocasiones mi inspiración y por permitirme intentar ser mejor que ayer, con mucho amor y cariño, tú más querido escribano quien por siempre intentará dar lo mejor… Esdras...