viernes, 9 de octubre de 2020

Capítulo XVI – Tras sonrisas y picardías, de tiempos recurrentes y memorias de aquellos días, mantendrás siempre la luz de esas expresiones que iluminaron todos esos días…

 Una luz desde el cielo siempre nos traerá esperanza e ilusiones para afrontar las vivencias de un mejor día, en ocasiones nos ilusionamos, incluso hasta soñamos al caer el ocaso o al alba sin condicionarnos más allá de las melodías, y una sonrisa de un ángel que viene a cambiarnos nuestra vida, siempre traerá expectativas, buenos sabores, encuentros e ilusiones a cada paso y a través de los caminos de una nueva vida...

No importaran las desavenencias de nuestra existencia con los decretos del universo, así como los ángeles aparecen en nuestra vida se suscitan los milagros, tus risas cargadas de espontaneidad, ingenuidad y picardía se traducen en espavientos que inundan mi alma de alegría, así te vi en ocasiones, así te veo a través de mis incursiones, esas donde tú me esperas como niña quien espera esos regalos inesperados de aquellos días, en ese cielo eterno donde la paz, la tranquilidad y armonía forman parte inequívoca como las aguas de los esteros de nuestro llano, donde la capacidad para escuchar esas dulces melodías de quienes por siempre te acompañan, garantizan lo que en nuestra realidad y existencia buscamos a cada rato, esa es tu nueva vida, esa que te reservó tu Maestro allá en los predios de un glorioso cielo venezolano...

Eres luz eterna bajo el cielo de mi vecindario, no importa a donde yo vaya, a donde mire, de donde venga, o donde yo esté, porque ese lucero bajo un cielo opulente y tan estrellado, destacará hoy, mañana y siempre porque así eres tú, la de esa sonrisa que brilla tan displicente como esa Princesa que nos trajo mil sabores, encuentros indulgentes y apariciones maravillosas que deleitaron hasta a los más inesperados, intento ser ecuánime, muy hablador, expresivo y hasta algo sortario, no por lotería, ni por dicharachero, conversador o temerario, es que tu formaras parte de mi vida así partieras más allá de mi tristeza en aquellos días tan solitario...

Un rostro tan especial, un rostro tiernamente angelical, una cara feliz e imborrable en el contexto de nuestra vida, esa cuando trajiste tantas sorpresas desde ese primer día de tu aparición, llegaste como una tromba que movilizo tanto a nuestras vidas, y a pesar de que yo no estuve presente en ese instante de tu vida, ya sabía yo lo que tú harías, porque desde el cielo señales tú me darías, y si, ciertamente he escrito constantemente aspectos de tu corta vida, y tal vez solo intento continuar este libreto más allá de esta realidad y desde ese universo donde tú haces y cuidas nuestras vidas...

Hay sensaciones inherentes que en ocasiones traen luces y señales tan recurrentes, hay chispazos emergentes que me traen notas a cada rato, asocio ese rostro tan indulgente de quien imponía su carácter y sintonía, asertiva, rebelde, lista y consecuente, irradiando siempre algo de magia, algo de pasión y algarabía, cuando en ocasiones tranquilizabas los avatares de tu familia, esa que te consintió por siempre más allá de los pormenores de cada día, porque fuiste siempre ese detonante equilibrante quien fungía como apaciguadora bendecida, diciendo en ocasiones “Tranquila mami, no pasa nada, porque todo pasará”, y así era, así fuiste esa chispa quien balanceo los inesperados momentos de una vida en aquellos días...

Tal vez seguiré recurriendo a mis instintos, a mis ocurrencias, a mirar esa sonrisa una y otra vez, tan expresiva, tan única y genuina, tan tuya como a quien siempre llame mi “Princesa Sophía”, y nunca pretenderé compararte o contrastar tus ocurrencias y tu algarabía, con tu hermanita, la pequeña “Issa”, quien llegó hace un poco más de tres meses, para traer estabilidad, buen humor y también alegría, porque a pesar de su parentesco, sincronía, diferencias y detalles de ambas vidas, solo desearé que ella lea parte de tu historia como siempre la percibí a pesar de los tiempos y circunstancias en nuestra increíble vida...

En ocasiones te hablo, en ocasiones intento yo verte, entre las imágenes de mi día a día, entre las fugaces estelas de esas ideas donde busco equilibrio, busco armonía, busco la riqueza interior que me transmite tu sonrisa y tus imborrables algarabías, busco el camino incipiente hacia  la construcción de esa felicidad que buscamos todos, arriesgando mucho o poco, pero afrontando todo con la entereza que transmites a través de tu sonrisa, yo no sé si ese sea el secreto, pero sí sé muy bien es un estímulo y un aliciente, el creer fehacientemente que esa risa, ese rostro ingenuo, único y admirable, es el que me llevará más allá de mis sueños y retos que me quedan aún por alcanzar en esta vida tan loable... 

Somos ambos energía evolutible, alterable, en ocasiones fugaz y otras permanente, somos adaptables mas no extinguibles, tu allá hoy en el cielo, yo acá en este mundo tan cambiante, aferrado hoy a ilusiones envolventes llenas de un tanto de sonrisas y emociones alucinantes, donde cada vez que mire al cielo, en esas noches de estrellas tan deslumbrantes, siempre localice la única fascinante, la tuya mi niña bella, como la de esta imagen que acompaña este post que recuerda que estás aquí, que a pesar de tu partida, insisto e insistiré mantener tu presencia inalterable, que te lean, te disfruten, te imaginen allá en el cielo donde tú aun persigues muchos ángeles entre risas y malabares, cantas, ríes, juegas, brincas y cuidas a tu gente que te ha querido hoy, mañana y siempre en este universo inolvidable, quiero que te vean e imaginen que tú de vez en cuando apareces aunque no te vean en ese físico inalterable, porque el tiempo ha de bien inmortalizarte, eres mi Princesa Sophía, mi bailaora de flamenco, jugadora de fútbol y apasionada niña que me llena de traviatas, poesía, bulerías y ansiedades, afianzando mis valores y principios en los años que me quedan para escribirte y recordarte...

No será la última vez mi niña, no dejare de plasmar cada día diez de cada mes tu presencia a través de estas letras, tu memoria y los recuerdos que me llevan a dejar algo de ambos sin vergüenza y sin tristeza, tu sonrisa que hace que me ilusione por cada día más allá de lo que pase, desde ese rincón del alma tu errante trovador quien te escribe hoy, mañana y siempre, simplemente Esdras, como siempre quise y quiero que así me llames desde tu reino inolvidable...