sábado, 9 de abril de 2016

De Tentaciones al atardecer y Pasiones al anochecer - Capitulo V - (I parte)



Capítulo V – Sortilegios y encuentros de un pasado, en un presente...

 “La adrenalina que se siente al flotar en el cielo, desde un salto en caída libre, es tan adictiva como la continua búsqueda de esas sensaciones inexplicables, intangibles y a veces extrañas, que tenemos algunos, y que está enclavada en el rincón más oculto del alma”... 

Es así como he llegado a saborear, sentir, inhalar y alcanzar, todas aquellas búsquedas incesantes, a través del deporte, en mi formación, en mi trabajo, en los riesgos que he tomado, y en mi vida personal. Sin embargo aún sigo sin la compañía correcta, sin conseguir ese ingrediente faltante, sin hallar la ruta hacia esa extraña sensación, sin encontrar alguien quien pueda entender, acerca de esas ansias y de esos deseos, de buscar ese algo, que ni yo mismo he podido entender o explicar...

Son los pensamientos de un hombre, quien siempre ha tenido la intención de adentrase más y más en la búsqueda de algo que para él, quizás es inexplicable. Pretende irse a una montaña, buscando algo de paz a un alma y un espíritu incansable, inquieto, dispuesto a todo. Quién busca explicaciones, a esas extrañas sensaciones y sueños visionarios, vinculados a lo inimaginable, sorprendente, hasta inverosímil. Creyente y fiel a sus principios, con valores y determinación, para intentar encontrar satisfacer una ansiedad, acerca de tal vez algo intangible. Dualidad en su yo interno, ante el mismo y ante quienes lo rodean. Conocido en su círculo de amigos como un verdadero competidor innato, de sabiduría investigativa en aquellos aspectos intrínsecos de la vida y de más allá de la misma, y de esas personas que no les importan los riesgos que ha de tomar, con tal de alcanzar la ruta hacia eso desconocido que lo atormenta...

Es jueves y a punto de culminar un día extenuante. Una jornada trivial de una semana con diversas reuniones justificadas, hacia la concreción de los deberes y obligaciones laborales. Trabajador incansable y comprometido con el éxito. Pero como cada noche en los últimos años, totalmente un solitario. Una soledad que lo embriaga y lo envuelve, posiblemente por su propia naturaleza, quien lo invaden mil pensamientos y deseos, acerca de esa sensación que lo perturba y lo inquieta. Sus últimos años con respecto a su lado afectivo, no ha trascendido más allá de alguna que otra relación. Una soledad que lo ha llevado a experimentar y drenar, con deportes extremos, aventuras extraordinarias, y la necesidad de compensar esa falta de compañía, ese lazo íntimo, ese afecto humano y espiritual, con la adrenalina que siente al lograr superar, sus propios retos y limitaciones sobre lo convencional, aun cuando no se rinde en encontrar respuestas a...

Dispuesto a dormir lo necesario, o por lo menos intentarlo en ese momento. Mañana debía cumplir con una serie de compromisos pautados, y a las 3 de la tarde, finalizando su jornada laboral, tenía previsto partir rumbo a una excursión en solitario, hacia un área montañosa, tratando de atravesar un intrínseco bosque, por una ruta que lo conduce a través del sendero del río. Una cañada que descarga abajo en un apacible lago, pero que al mismo tiempo, lo ha de llevar por una ruta conocida de montañistas y alpinistas. No es frecuente salir a esa hora, pero el clima en la región estaba en su mejor momento, aunado al hecho de que está en el pináculo de la primavera, colorida y en su mejor esplendor...

Durante su dormitar, muy cerca al alba, entró en un estado de levitación y sosiego inexplicable, si comparamos con su estado natural anímico. Su naturaleza inquieta y de incesante búsqueda, lo mantienen en constante alerta y con cierto grado de alteración en su ser existencial. Sin embargo ese trance, ese sueño letárgico y reiterativo, lo llevó a navegar a través de una densa niebla, pasando por un silencio absoluto, por una ruta extraña pero atrayente y adictiva. Su corazón en tensa calma, sus sentidos en el sueño muy alertas, pero concentrado en una especie de llamada desde lejos, surcando un viaje hacia un destino incierto. Sensación de aventura, catarsis de encuentros, quizás fortuitos hacia lo desconocido. Miraba a su alrededor y solo veía la niebla. Bajo la mirada al fondo del agua, a un manto de un lago. Una luz apenas tenue sobre un fondo cristalino, de rocas calcáreas y rojizas, de pronto vio fijamente una pieza que brillaba sola, una especie de aros o anillos, con formas de serpientes, sobre la base de una pieza de roca casi blancuzca, con tonos algo color rosa, y en forma de una concha marina, lo suficientemente grande para evitar su presencia sobre el fondo del lago...

Intentó en su sueño mágico, zambullirse hasta el fondo del lago, pero había algo que se lo impedía, había algo en el ambiente que no le permitía ir por la joya. De la espesura de la niebla, surgió desde las sombras, una imagen difusa, el ahogado llamado de una dama. Una imagen de una mujer quien llamó poderosamente su atención. Alguien quizás que buscaba algo o necesitaba de alguien. Intentó alcanzarla inmediatamente, pero al mismo tiempo, dada su ansiedad de ir tras su llamado, esforzándose por llegar hasta ella, en esa misma medida, ella se alejaba más y más, y eso lo angustiaba, su corazón se aceleraba, su respiración se hacía casi incontenible, el esfuerzo físico al remar, para intentar no perder de vista, esa imagen misteriosa, esos ojos, ese grito pausado a un llamado. Casi era inevitable el perderse entre la densa niebla. Solamente le quedó gritar, gritar, y justo en ese momento, despertó al alba de esa mañana del viernes. Agitado y confuso despertó...

Al llegar a su oficina, entró algo más alterado de lo habitual. Lo notaron algunos de sus compañeros, sin embargo presumieron se trataba de su estado de ánimo habitual, de su escape a esa excursión en solitario al final de la tarde, o de la cantidad de compromisos pautados para ese día. No eran de extrañar esas salidas repentinas. Siempre estaba en aventuras poco convencionales, y esta vez volvía a hacerlo en solitario. Sin embargo presentía que se encontraría con algo, con alguien, o con un descubrimiento ineludible...

Bajo una agenda bastante comprometida, inicio la mañana asegurándose que todo lo pautado se atendiese, se concretasen los compromisos, y cerrar ese fin de semana, con los éxitos sistemáticos y continuos, acerca de su trabajo y su empeño por ser cada día mejor en su área. A su asistente le solicitó buscase prontamente, dos litros de agua “Evian”. Ella extraño la solicitud. Había agua mineral en el área de servicio de la oficina, sin embargo salió a buscarle las botellas, en virtud de esa marca específica. Los demás estaban ya en sus rutinas, sobre la marcha acelerada de las pautas ya previstas...

Transcurrió el día con el desarrollo normal en la oficina. Todos sus compañeros y asistentes de negocios, cumplían con todas sus obligaciones. Eran cerca de las 2 de la tarde. No había querido almorzar, para dejar cubierto todo lo previsto. Su secretaria le insistía en buscarle algo ligero para almorzar, una ensalada o un sándwich de atún, que era su favorito, pero se negaba mientras no terminase. Sin embargo ella lo conocía mejor que nadie, y ya se lo tenía reservado en el horno del cuarto de servicios. Donde todos calentaban sus almuerzos. No permitiría se fuese sin digerir algo a su organismo. Le apreciaba como persona y como su jefe…
Realmente cumplió antes de lo previsto su agenda. Eran las 2.25 pm. Aún le quedaban 35 minutos para repasar su itinerario, reposar un poco el agite del día, en no pensar más en el trabajo, y dedicarse un poco a su relax oportuno de 15 minutos del día. Una metódica y sana relajación, entre un poco de yoga y meditación, encerrado en su oficina, aislado de todos, y sin que nadie interrumpiese su rutina. Y de eso se encargaría su asistente personal. Nadie había de interrumpir esa ritual muy particular...

Durante su estado de meditación, le llegaron a sus pensamientos, esas imágenes difusas, de ese sueño repetitivo de años. Sin embargo en los últimos tiempos, eran más continuos e intensos, como tratando de señalarle o decirle algo en ese extraña fantasía. Mantuvo la calma, meditó minutos después de haberse comido el sándwich de atún, que le reservó su asistente, con dos copas de agua “Evian”, y entro a su mundo interior,  para dejarse llevar por las energías espirituales del relax y la seducción...

Partió tal como lo había previsto. Se despidió de todos. Su asistente lo abrazó tiernamente y le pidió se cuidase, y no fuese tentado por alcanzar algo más allá de sus limitaciones. Estaría solo y únicamente dependería de él, superar o retroceder en algún percance inesperado. Él le vio a los ojos y le manifestó, no se preocupase. “Es necesario salir a buscar respuestas”. Eso fue una conversación entre dos amigos en ese momento...

Una hora y algo más era el tiempo aproximado en moto, para llegar hasta el lugar donde iniciaría su curiosa y extraña excursión. Tal vez buscando algo de paz. Buscando respuestas. Buscando señales acerca de esos sueños que lo inducen a una aventura hacia lo desconocido. Extraño para otros, sin embargo para él, formaba parte de su espíritu, de su naturaleza misma, de su alma en pena, quien necesita imperiosamente respuestas, a lo largo de una vida de logros, de algunos fracasos que lo obligaron a superarse a sí mismo, y de una reputación bien merecida, que sin embargo para él, eso no tenía la importancia que los demás le otorgaban. Necesitaba encontrarse a sí mismo, y con ese misterio desconocido, donde fuese estuviera oculto. Su propósito era encontrarlo, y así comenzaba su aventura hacia lo hasta ahora aún inexplorado...

Dejo su extraordinaria moto en un parqueadero seguro, vigilada y bajo techo. Montó su morral, observo la ruta a lo lejos, miró su reloj y se percató, faltaba poco para las 6 de la tarde. Debía alcanzar su primera parada en dos horas y media aproximadamente. Había que caminar con cierta premura, para evitar la oscuridad y la tupida vegetación, retrasaran su arribo al lugar previsto. Al comenzar a caminar por el camino empedrado, a lo lejos le llamó poderosamente la atención, una extraña luz titilando, pero con un brillo muy visible. La luz estaba muy cerca de su ruta. Pensó en algún excursionista que se encontraba por esa área. Pero realmente no era así...

La noche comenzaba y había avanzado lo suficiente, de acuerdo a sus cálculos e itinerario. No se encontraba cansado, a pesar del peso del morral, de las condiciones de la ruta, y de la acumulación de trabajo de la semana. Paró su marcha un momento, para tomar un poco de agua mineral. Bajo el morral, Sacó la botella que había abierto en la oficina. Extrañamente volvió a visualizar esa misma luz, que anteriormente había visto, pero no tan lejos, ligeramente desviada de su ruta. Miró la cañada del río, y sabía que más adelante era donde tenía que desviarse, para encarrilar por un camino a través del bosque de pinos. Volvió a levantar la mirada, y se percató que titilaba aún con mayor intensidad. Pero se dio cuenta que esa luz era algo extraña. No era una lámpara, ni un mechero, ni un bombillo. Era otra forma lumínica, difusa, incandescente y móvil. Eso le dio mucha curiosidad, tanto que decidió a pesar de su itinerario, seguir la luz y descubrir que hay allá, que descubrirá, y que encontrará. Y eso extrañamente formaba parte de su ansiedad...

Siguió su marcha a través de unos escabrosos matorrales y entupidos troncos de pino sobre el pie de la montaña. Le costaba trabajo avanzar por la espesura y condiciones del área, pero comenzaba a sentir esa intensa adrenalina que lo llena de pasión y deseo por alcanzar a descubrir de que se trata todo esto. Lo intrigaba la extraña luz, esa presencia y la sensación de ir hacia lo desconocido o inexplicable. Las luces no andan solas como fantasmas, pero tenía que haber alguna explicación. Y deseaba encontrar respuestas...

A medida que avanzaba con ansiedad, sintiendo que se acercaba a ella, también percibía que la luz misma se distanciaba de él. Como indicándole que lo siguiese. Sabía que estaba entrando por senderos fuera de las rutas convencionales y marcadas en el área. Subía la montaña y había dejado atrás la cañada del río. Ya no escuchaba su sonido. Estaba montaña arriba y la luz emanaba su brillo, quizás a unos cien o ciento treinta metros de donde se encontraba. Miró su reloj y eran cerca de las 10 de la noche. Se había extendido y salido de su itinerario, sin saber a dónde terminaría todo esto...

La espesura y oscuridad del bosque, la escarpada subida, el peso del morral y la ansiedad jugaban un papel preponderante en su humanidad. Estaba a punto de rendirse, pero había algo en su alma que le impedía parar. Estaba exhausto, intentaría llegar a un mejor lugar, entendiendo si alcanzaba o no a la misteriosa luz. Pocos minutos después logró visualizar un pequeño claro despejado entre la montaña. Decidiría acampar y descansar. Ya su cuerpo no daba más. Bajo el morral, extendió la bolsa de dormir, saco algo para comer y encendió una pequeña fogata. La luz se difuminó, se perdió en la espesura del bosque. No sabía en qué parte se encontraba. Esperaría al amanecer, para tomar una decisión...

Ya cerca del alba, rendido ante el cansancio, volvió a transitar por el ensueño repetitivo, el navegar sobre ese lago, la densa niebla, el brillo de esa joya extraña en el fondo marino, el llamado de la dama entre la niebla, la persecución, los gritos en silencio, y al despertar repentinamente del aletargado sueño, contempló la luz tan cerca de él, que sentía el calor de su intensidad ante sus ojos...

Comenzaría la aventura extraña e inverosímil, nunca antes imaginada...