sábado, 30 de diciembre de 2017

La chica de la Pijama Roja – Capítulo III - “De esos desayunos asombrosamente inexplicables”



Luego de una noche dedicado a indagar, a buscar calmadamente en internet con mi laptop y encontrar, tal vez, solo tal vez, yo encontré una manera de establecer otra vía, una alternativa interesante para alcanzar acariciar el alma de esta chica. Porque es posiblemente la manera de conocer un poco acerca de esos aspectos que parecieran superficialmente no dicen nada, pero por el contrario, dicen mucho… Sí, eso es lo que debería hacer para poder quizás explorar un terreno un poco complicado, esos que se resguardan celosamente a muchos, y donde solamente puede entrar el elegido. ¿Difícil? Sí, así yo lo creo, pero definitivamente no imposible, y no pierdo el tiempo con intentarlo, después de todo “quien no arriesga, jamás podrá saber si valdría la pena”, y por supuesto que siempre ha de valer la pena. Sin embargo, dejemos esto para después, porque yo debo continuar sacudiendo un espíritu que se encuentra intrigado, y mi deseo es sacudirlo aún más...

Sin duda alguna caminar “Por estas Calles” de esta ciudad, así como dice el nombre de aquella novela televisada alguna vez que fue muy vista, en este caso deja impresiones si se quiere placenteras, ver las personas en su día a día, la dinámica, el tráfico, los pregoneros intentando conectar a las personas con las noticias del día, algunos apurados a cumplir con sus asuntos laborales como es de destacar, otros ejerciendo funciones para garantizar el orden y el buen desenvolvimiento de la ciudad, los vendedores de la calle, y pare usted de contar. Así nuevamente salí del hotel temprano caminando, de punta en blanco, totalmente en jeans, con camisa jeans, botas y correa de cuero color canela, y por supuesto no sin antes darle los buenos días a los camareros y a la chica bonita de la recepción, quien hoy lucía un peinado con cola en su cabello, pero con un atado floreado con un toque de verdes, que le hacían resaltar sus ojos color verde esmeralda, ella amablemente me contesto y deseándome me fuese bien en mi recorrido, y así le manifesté, “Claro que sí, sé muy bien me irá bien, gracias”...

Hoy fui a otro lugar a desayunar, algo un poco más abierto e informal, pero ya me había dicho previamente un taxista local, que allí preparaban algo de lo que yo debía comer, y entonces pudiera llevarme una experiencia más grata acerca de la variedad local popular. Entonces como buen degustador y curioso de todo aquello de la gastronomía local, me dirigí a ese sitio para incentivar con un buen plato local, mi mejor estado de ánimo...

Un quiosco bien pintoresco, algo grande, rodeado de banderas de todos los países de américa latina sobre su cubierta, pintado todo de color blanco, un logo muy colorido impresionante con el siguiente nombre “Finta Light, Chesse, Chicken & Green” y un toldo en el área de atención color verde, con mesas de manteles verdes y sillas plásticas blancas distribuidas a su alrededor, no muchas, pero si las suficientes para elegir un buen lugar. Todo muy pulcro. Pude percatarme de sus uniformes, tres chicos y una señora de avanzada edad, quizás la madre de los chicos y ellos sus hijos, había cierto parecido en sus facciones. Todos con delantares negros y una pañoleta negra sobre sus cabezas. Uno dedicado a tomar los pedidos al frente de la caja, muy cordial y muy hablador lo que pude notar. Los otros dos en el pequeño espacio de preparación, cada uno con guantes para la toma higiénica de los vegetales y demás ingredientes, y la señora, con la misma vestimenta metida de lleno en el área de cocina, calentando las diferentes presentaciones en una gran plancha metálica. Me gustó, no había nada preparado con aceite o frituras, y todo se veía muy limpio y de buen aspecto. El chico se dirigió a mi inmediatamente al llegar yo muy cerca de la caja para ver la pantalla del mostrador y me abordo “Usted caballero turista, dígame ¿Que le puedo ofrecer? ¿Le puedo sugerir? Sin pena señor, aquí estamos para atender y satisfacer… Y solo reí y le dije abiertamente “¡Sorpréndeme!, yo estoy abierto a probar lo que tú creas me gustará”, y así el chico me dijo, “No sé va a arrepentir de dejarme elegir para usted, y si no le gusta, no me paga”...

¡Wowowo!, definitivamente reí y con una señal pulgar arriba le dije, “Dale”, esto debe ser muy bueno. Sus hermanos lo vieron y rieron también, aunque la señora solo volteo, me miro y ni se inmuto, continuo en su rutina, despachando todo lo que estaba listo. Ubique una mesa y decidí sentarme a esperar, el chico me indico me sentara que me llevaría el plato. El día estaba muy radiante, como el de ayer, yo con gafas oscuras me senté a observar a mí alrededor sin quitármelas, con el perfil de un turista de otro país y de repente, una grata y extraordinaria sorpresa ni remotamente esperada...

Llego un automóvil sedán pequeño ingresando a un área destinada para aparcar carros, muy abierta y con granza sobre el área de pavimento, al abrirse la puerta del auto, se bajó la chica, sí, así como lo leen, “Mi adorable Chica”, esta vez un poco más informal, pero igualmente agraciada y encantadora. Con una cola ataba su cabello (parece que las colas estaban de moda hoy, jajaja), un jean modelo Diesel tipo strech, de esos desteñidos y ligeramente rotos en el área de las piernas, muy a la moda, botines color café, y una blusa beige abotonada manga larga, con el sorprendente prendedor de la orquídea que le hice llegar, y definitivamente en toda su vestimenta se le notaban unos senos espectaculares, ¿Quién puede obviar ver eso? Y todos los presentes voltearon para verla al acercarse, se quitó las gafas oscuras, dio los buenos días y saludo al de la caja alegremente (¡Ping!), las personas cerca contestaron los buenos días, y de forma gentil el chico le dijo ¡Hola!…….. ¿Que llevas hoy? ¿Para cuantos? Y ella le indico, “Dame los mismo pero solamente para tres, es para llevarle a mis sobrinas en casa, hoy me tomaré el día”...

Ella sacó el monedero y le extendió su tarjeta para pagar, le cancelo al chico, y este le indico “ya te lo sacamos, dame unos minutos, si quieres siéntate”, pero ella le dijo “no te preocupes, yo espero”. Obviamente yo estaba como en shock, presumo con mis pupilas dilatadas, pero nadie podía notarlo, no me quite las gafas oscuras. Me sentía totalmente exaltado por dentro, con furor, con deseos de abordarla, pero tenía que contenerme. Esto definitivamente no es casualidad, no es, eso no existe, es de esas señales que tú no puedes tan siquiera explicar...

Mientras tanto ella sacó su teléfono celular del bolso y comenzó a hablar con alguien, yo discretamente la veía a través de mis gafas. Un celular de última generación con una cubierta muy femenina, de color rosa. Pude ver sus manos más de cerca al ella tocar la pantalla táctil de su teléfono, sus uñas, ligeramente pintadas y sin adornos, un reloj tal vez de marca y pulseras metalizadas en dorado en la otra muñeca. Un bolso color canela muy sencillo, de piel y modelo CH, y eso me sigue corroborando lo que he dicho, coqueta y vanidosa como cualquier chica a la moda hoy. Yo no quería dejar de verla con la discreción del caso, sin embargo el chico de la caja me observaba al venir hasta mi mesa para traerme mi desayuno, levante la cara y al ver la presentación del plato, le dije “No voy a preguntar hasta comerlo, pero se ve espectacular, presumo debe saber rico”, el chico se echó a reír y volteo a ver la chica igualmente, luego me miro a mí y me dijo en voz baja “Disfrute el desayuno y luego le digo lo que usted quieres saber”, lo miré y dije “por lo visto fue inevitablemente evidente” y el al regresar a su puesto de trabajo me señalo con el pulgar arriba y solo me reí...

Unos minutos después, luego de comenzar yo a desayunar, le estaban entregando en una bolsa el pedido a “Mi Chica”, definitivamente ella era mi chica, aunque ella aun no lo sabía. Ella alegremente se despidió de los chicos del puesto, inclusive de la señora, quien le saludo y le manifestó estar contenta de verla. De manera agraciada ella se dirigió al automóvil, y yo no pude evitar seguirla con los ojos, dejando de comer temporalmente, ella abrió la puerta, se sentó, coloco en el asiento de al lado la bolsa contentiva del desayuno, encendió el auto y embrago en retroceso para partir, no sin antes yo creo haber sentido ella me vio directamente, pero tal vez como un individuo mas quien la admiraba, quien no podía dejar de verla, y con su cara muy seria siguió su curso tal vez a su casa, como ella bien dijo...

Reanude mí apetitoso desayuno, una vez ella se perdió en el trafico convencional y de la vista mía, y que muy aparte de tener una buena presentación el plato, definitivamente estaba muy esquicito, muy rico. Eran unos envueltos de tortilla con harina de trigo, con cierto sabor crocante, mas no tostado, era muy adictivo, rellenos de abundante vegetales verdes frescos, entre espinacas, lechuga romana y acelgas entre los mas notados, con trozos de queso tipo mozarela y bañados con una mezcla cremosa con sabor a queso amarillo y palta (llámese aguacate en nuestro lenguaje coloquial), y trozos de pechuga de pollo a la plancha. Todo acompañado de un jugo de papaya roja con naranja, endulzado con miel de abeja, no con azúcar, al natural, no frío. El chico me observaba desde la caja y solo reía, diciéndome desde allá “le dije que le gustaría”. Y ciertamente me gusto, pero mucho...

Al terminar de desayunar me quede un rato sentado meditando y tratando de asimilar lo que paso. Son de esas situaciones inesperadas que te traen de cabeza y que es imposible tratar de descifrar o pensar tan siquiera en ello. Las cosas suceden porque suceden, cuando el universo así lo quiere. El chico se acercó, ya estaba un poco despejado el lugar y me trajo una infusión aromática endulzada con jalea real, así él me indico, por supuesto con un aroma muy delicado y adictivo. Comenzamos a hablar un rato, primero acerca de mi visita y de donde venía yo, él me manifestó que por mi acento había identificado mi nacionalidad, luego le manifesté que venía por turismo, para conocer y ver los entornos más atractivos de su país y por supuesto degustar su gastronomía. Me dijo que ellos han conocido a muchos extranjeros gracias a su puesto de comida, porque ellos son los únicos que ofrecen este tipo de preparaciones, sin grasas ni frituras, y que esto les han permitido a toda su familia mantenerse. Luego entramos en la conversación más interesante, la que obviamente esperaba y abordaría pacientemente...

Pero esta parte que tiene que ver con “Mi Chica”, sí, precisamente la de “Mi Chica”, se las contare en el siguiente capítulo, porque no todo quedó aquí en este desayuno inesperado asombrosamente rico, fue mucho más allá, recuerden, apenas es de mañana y quedo parte del resto del día en otros aspectos que me permitieron ligeramente alterar lo convencional en el día a día de “La Chica de la Pijama Roja”, jajaja,  de veras que si será bastante entretenido, esperen y podrán ver de qué se trata…

viernes, 29 de diciembre de 2017

La chica de la Pijama Roja – Capítulo II - “Entre pistas, detalles e intrigantes preguntas a un futuro encuentro”



El día despunto desde muy temprano, un extraordinario sol ilumina las calles de una ciudad que inicia con su movimiento habitual, los equipos de limpieza desde muy temprano pasan sus barredoras a fin de mantener las calles pulcras y visitables con total notoriedad. Algunos con sus prisas, por tratar de cumplir aun con tareas pendientes, compras, compromisos, e inclusive los que parten de viaje para re-encontrase con sus familias. Mientras que otros con un estado emocional relajado, solo intentan descansar, admirar los aspectos que mueven las personas en una ciudad, apreciar la dinámica de la misma, así como tomar un desayuno desde un café, un sitio donde puedan sentir armonía y pensar posiblemente en las cosas que los mueven, los motivan y los llevan a encontrar quizás, lo que por algún tiempo han estado buscando, intentando y hasta anhelando, y quizás soy uno de esos entre tantos, quien encontró un motivo para aventurarse a una tentadora y crucial realidad...

El factor sorpresa por supuesto es fundamental en intentar despertar curiosidad, intriga y mil preguntas acerca de esos aspectos que nos estimulan a querer saber más, por tanto había que despertar esa flama que yace en el alma de esa chica, por quien decidí yo comenzar a aventurarme en un viaje del cual tal vez no sé aun donde culminará...

Como era de esperar logre salir muy temprano del lugar donde pernocto, obviamente soy un turista más en esta movida ciudad, llegue a un café quizás algo concurrido pero donde preparan unos croissant rellenos de una delicia de queso cremoso con espinacas y un toque de pimienta negra, acompañado de un jugo de fresas granizado, y por supuesto no podía faltar un aromático té con sabor a frutas tropicales endulzado con miel, bien caliente. La mañana no estaba fría, al contrario ya se sentía la energía contagiante de un sol radiante, de camisa blanca a rayas y en punta, una chamarra y jean de color negro ambos, decidí comenzar este nuevo día. Al terminar mi delicioso desayuno tome dirección al edificio donde el día de ayer pude localizar a la chica, si, a esa chica, esa quien me está llevando  por esos caminos y senderos que nunca antes había intentado. Pero yo siento que valdrá la pena, aunque sea en el intento, y agradecerle al universo por semejante acontecimiento inesperado. Como de forma muchas veces inadvertida y asombrosa nos llegan señales que ni siquiera comprendemos...

A lo lejos ya podía distinguir ese agraciado caminar, inconfundible en mi memoria, con su cabellera suelta, chamarra y bolso negro esta vez, y pantalones bien ajustados color beige que le destacan sus largas piernas, y una blusa color café a rayas. Y por supuesto no faltaba más, un cinturón con una hebilla Gucci que pude denotar, lo que complementaba su bella vestimenta. Definitivamente, una chica muy coqueta. Esta vez venía con lentes oscuros, en este día de radiante sol, todos teníamos la oportunidad de usarlos. Ella tan natural, tan ella misma, obviamente me gustaba. Por donde la chica camina, todos los transeúntes y desde los automóviles por lo menos admiran su bello transitar. Algunos la piropeaban. Yo de forma discreta del otro lado de la avenida, solo comenzaba a considerar y sincronizar sus movimientos quizás habituales, claro sin saberlos realmente, pero con una indiscutible sensación de que debían ser así...

Espere un rato, luego me acerque como muchos transeúntes y visitantes al edificio, como uno más, había otro personal en la vigilancia de la recepción. Me presente dando los buenos días y consultando si la señorita………. había llegado a su oficina, en virtud de tener una cita prevista (de esas excusas que te permiten llegar a cualquier lugar), y por supuesto el buen hombre me indico que sí, que ella había llegado unos minutos antes, entonces le dije que saldría un momento a buscar algo que había dejado en el automóvil, y así procedí a salir del edificio...

Lo mejor de todo es que necesitaba poder identificarme con las personas claves en toda esta aventura, aquellas que de forma discreta me pueden dar la información mínima necesaria, pero que obviamente no pueden identificarme aun a mí. Volví nuevamente a ubicarme en un lugar estratégico donde no podía despertar sospecha, solamente para esperar la posibilidad de que ella saliese a atender sus asuntos de trabajo. No sabía realmente si fuese así, pero debía intentar algo y eso fue lo primero que se me ocurrió. Paso cerca de una hora y efectivamente la chica salía del recinto, tomo un taxi y partió, sin ni siquiera levantar la vista. Entonces yo aproveche ese tiempo para salir a comprar un pequeño detalle que debía hacerle llegar, y sin despertar sospechas, para comenzar a generar intriga, algo de suspenso e interrogantes...

Así fue, me dirigí muy cerca del centro de la ciudad, camine sobre las aceras de la avenida, muy limpias y con buen espacio para ello, llegué sobre algunos locales comerciales e inicie mi periplo en algunas tiendas, viendo y evaluando algunas cosas, pero intentaba encontrar algo fuera de lo convencional, un detalle quizás algo diferente pero significativo, que le diera un mensaje claro de un presente y de sorpresa al mismo tiempo, justamente para disparar la chispa que llamase su atención. Y entonces ahí estaba, tal vez esto pudiera generar el efecto que yo buscaba sobre ella, un prendedor muy bonito con forma de una orquídea, una “Cattleya Dorada” con un circón rojo en el centro, no muy grande, tampoco tan pequeña, la adquirí, le pedí a la vendedora quién me atendió, lo colocara en una pequeña caja, envuelto como un discreto regalo, luego escribí una nota muy poética y respetuosa diciendo lo siguiente:

“Tú llegaste como el viento, ese quien mi rostro discretamente rozo, me contagiaste de alegría, de una grata y misteriosa sensación, y ahora no sé quién soy yo, sin embargo te dejo un presente, un detalle, simplemente agradecido por llamar toda mi atención, tú silente admirador”...

La señorita quien me atendió solamente estaba observando lo que escribía en esa nota que acompañaba el presente, sin decirme una palabra, simplemente interprete su atención. Agradecí por su gentileza y me despedí. Tome rumbo hacia la oficina, era muy cerca del mediodía y presumía si aún no había llegado la chica a su oficina, debería estar muy cerca de almorzar. De esta manera llegue muy cerca del edificio y no quise entrar, era mejor hacer llegar dicho detalle de una forma poco habitual. Había un chico, un joven trabajando como expendedor de periódicos y revistas muy cerca, me acerque y le pedí me hiciese llegar a la recepción del edificio, con el vigilante o recepcionista el pequeño paquete, yo le pagaría por su servicio. Le indique que debía decir y entregarlo al de recepción, mientras yo le resguardaba el quiosco donde expendía sus revistas. Así fue, el chico cruzo la avenida de manera muy tranquila, por supuesto viendo eventualmente hacia atrás, donde yo estaba, y entonces entro al recinto, minutos después el joven salió y me indico, “entregado y sin problema”. Entonces le pague y le agradecí por su gesto. Luego de eso me fui a almorzar relativamente cerca del lugar...

Y así la tarde pasó sin mayor connotación, salvo por mí, con mis pupilas dilatadas, emocionado con lo que acababa de hacer, preguntándome mil veces ¿Qué dirá? ¿Qué pensará? ¿Cuál será su reacción? Y claro, yo me respondía positivamente a todas estas preguntas, porque yo creía firmemente en lo que dicta e intuye mi corazón, sin embargo quizás el punto no era lo que yo pensara, es lo que esta chica ha de pensar a partir de ahora, claro, esa es la idea, motivar, intrigar y por supuesto si despertase interés, simplemente intentar preguntar ¿Cómo llegó esto hasta mí? ¿Y por qué para mí?...

Me dispuse a ir tranquilamente caminando nuevamente hasta el edificio, estimando la hora de salida de su oficina, sin necesidad de acercarme hasta la recepción del mismo. Solo me quede observando desde un lugar prudente, para intentar ver algo. Estuve solo unos veinte minutos, y efectivamente la chica salía del edificio, el bolso negro sobre un brazo y en la mano izquierda llevaba la bolsa contentiva del presente. Se quedó un rato viendo a ambos lados de la avenida, veía la bolsa, la abría mas no sacaba su contenido. Nuevamente ingreso y se detuvo a hablar con el de la recepción, solo lograba escasamente ver algunas señalamientos, pero sin nada en concreto, y luego volvió a salir. Tomo a su derecha y avanzo lentamente rumbo a alguna parte, pero efectivamente, había causado el efecto esperado, ese de intriga y suspenso. La seguí discretamente desde algo lejos, para no despertar ninguna sospecha...

Ella mucho más adelante se encontró con otra chica, se saludaron, conversaron un rato, y vi como las dos se acompañaban hasta que ingresaron a un establecimiento. No iba a entrar, y preferí quedarme a lo lejos, simplemente esperando algo...

Por lo visto me pareció una eternidad, ya sentía cansancio y ansiedad, natural en virtud de mi incursión, entonces decidí dejarla con su amiga en dicho establecimiento, presumo entretenida, tomándose un café, una malteada, un dulce, qué sé yo. Y tal vez hasta mostrándole la sorpresa, el detalle que le llego a ella de la nada, en fin especulando yo acerca de eso, o quizás ni siquiera hablaban de ello. Lo cierto del caso es que ahora yo era el intrigado, es parte del juego, ese en el que me había ilusionado...

Decidí entonces irme y planificar esta noche con mucho tacto el siguiente paso, uno que despertase aún más intriga, más curiosidad, más suspenso y la invitase inclusive a averiguar acerca de su bien llamado “Silente Admirador”, y puedo apostar, les aseguro, llamare toda su atención...

Los invito a esperar hasta mañana, y verán como continuo en ese inexplicable suceso que me llevo a conocer a “La chica de la Pijama Roja”, y entonces quienes leen esta bonita historia, podrán entender al final, el porque del título tan genuinamente particular...