sábado, 28 de mayo de 2016

De Tentaciones al atardecer y Pasiones al anochecer - Cap. VI - (2da parte)



Capítulo VI – Sortilegios y encuentros de un pasado, en un presente (II parte)…

El impacto producido por la extraña señal luminosa, lo dejo casi cegado, pronto llegaría la salida del sol, eran horas cercanas al alba. Con sus manos intentaba aferrarse de algo. Sentado en el suelo podía palpar algunas ramas secas de los arboles, también hojas y piedras, pero presumía encontrarse en un sitio relativamente seguro. Logró colocar su espalda contra el tronco de un árbol, tal vez algún abeto de esa zona boscosa a pie de montaña, y lo suficientemente grande por el tamaño de su base. Escuchaba el suave susurro de los arboles al sacudir sus ramas con la brisa del viento. Relativamente extraño al amanecer. No percibía aun claridad, esa sensación de ceguedad mantenía en sus ojos la imposibilidad de no visualizar nada...

Intento hablar, comunicarse con alguien, si es que hubiese alguien cerca. Trataba de encontrar respuesta a través del bosque, pero en esa inmensa soledad, solo y apenas escuchando un delicado murmullo, diciéndole algo extraño, algo como “el secreto está en la joya, debes buscarla"...

Ese mensaje repetía y repetía continuamente, ese murmullo latente estaba en sus oídos. Al mismo tiempo preguntaba en voz alta si alguien podía escucharlo. Pero sentía que su voz no era lo suficientemente fuerte, para alzarla en la profundidad de la espesura del bosque. Entonces decidió levantarse e intentar caminar, aún sintiendo cierta debilidad. No había comido nada, recordaba lo que le dijeron en la oficina, y lo lamentaba. Tampoco había podido tomar agua, muy a pesar de estar en el morral. Pero sacó las fuerzas necesarias para intentar alcanzar algo en esa penumbra. Y aún no amanecía...

Poco a poco y por mera intuición, decidió bajar con precaución, ladera abajo. Escuchaba a lo lejos y a su izquierda, la corriente del cauce del río, y sabía que el  mismo descendía hasta el lago. Eso si lo recordaba, ya había estado en ese lago hace cierto tiempo atrás...

Y mientras tanto, sin poder percibir por donde lograba caminar, buscaba ese rumbo por mera intuición, tratando de comprender hasta donde había llegado su ansiedad por aquella luz titilante, quien lo condujo hasta estos parajes. Y esta sin saberlo él, se encontraba muy cerca de su espíritu inquebrantable. Era como si lo estuviese cuidando, o quizás conduciendo hacia ese encuentro escrito, en esos sueños extraños, intensos y misteriosos. La luz se movía muy cerca, a través de los pasos de él, aunque él mismo no supiese que lo estaba llevando hacia su propio destino...

El susurro a través del bosque se mantenía, “la joya… debes buscarla, ella es tu secreto, búscala”. El sonido del cauce era más intenso, se guiaba correctamente por la vertiente del río, y presentía que el lago se encontraba muy cerca...

Comenzó a escuchar el trinar de algunas aves, cada vez con mayor intensidad. La salida del sol estaba por despertar un amanecer, tal vez como ninguno antes visto, sobre un lago majestuoso, tranquilo y misterioso. Sus ojos comenzaban a percibir cierta claridad, intentaba aclarar su visión, pero entendía que el cansancio y esa extraña luz, posiblemente le causaron esa ceguedad temporal. Confiaba en su instinto y en su férrea voluntad, para perseguir esas extrañas visiones, entre la fantasía y la realidad...

Al llegar al lago, ya su visión había mejorado algo. Con cierta borrosidad, pero lograba distinguir mejor sobre su andar, lograba ver la serenidad del lago, y también logro ver a lo lejos, en el medio del lago, nuevamente la luz suspendida, titilando con mayor intensidad, pero fija sobre algún punto sobre el agua. Se acercó a la orilla y se lavó la cara, para refrescar sus ojos. Buscó como intentar llegar hasta allá. Logró visualizar una especie de muelle muy pequeño hacia su derecha, un poco retirado del sitio donde arribo. Quizás podría encontrar un bote, algún implemento para navegar sobre el lago. No podía ir nadando. El lago era bastante amplio, sus aguas algo frías, y no contaba con ningún otro implemento para improvisar, pero nada lo detendría para llegar hasta allá...

Encontró una pequeña embarcación, un kayak cubierto entre algunos matorrales. Algo viejo, pero aún en condiciones. Se percató del remo, amarrado sobre el tronco de un árbol. Verificó las condiciones del mismo, se quitó la casaca, y colocó la embarcación sobre el agua, se monto sobre la misma y comenzó a remar, hacia el lugar donde aún la luz se mantenía, como indicándole hasta donde debía navegar...

Su ímpetu, voluntad y tenacidad, le proporcionaron las suficientes energías para alcanzar el centro del lago. Tardaría algo en alcanzarla pero lo lograría. Y cerca de llegar hasta el sitio, la luz se sumergió como por arte de magia sobre las aguas oscuras, permitiéndole seguirla viéndola en la profundidad del agua. La profundidad del lago no era tan visible, y ese era una característica del lugar. Esa era la razón por la cual no era permitido bañarse, o bucear en estas aguas poco conocidas. Sabía de antemano que estaba cruzando los límites de sus capacidades, aunque nunca eso fuese sido una limitante en esas aventuras en solitario...

La luz le indicaba que debía sumergirse. No tenía otra alternativa. Decidió quitarse la camisa y el pantalón, para intentar bajar hasta donde su capacidad, le permitiese nadar. Solamente tenía una ventaja con él, la luz le otorgaba claridad sobre el lugar de inmersión. Solamente dependía de qué debería buscar. Entonces miró al cielo, se encomendó a Dios, y se sumergió en las profundidades del agua. El kayak quedó arriba a la deriva, no se movería. La pasividad del lago y el escaso viento de la mañana sobre la superficie del agua, no desplazarían a la pequeña embarcación...

Bajaba con precaución y ciertamente la luz lo conducía hacia algo inesperado. Mientras bajaba, recordaba las escenas de sus sueños reiterados, recordaba cada escena, como si ya lo hubiese vivido una y otra vez. Logró recordar la joya, ese anillo con forma de dos serpientes enlazadas, sobre una concha marina de color blanco-rosa. Eso si le llegaba a su mente. De pronto entre las densas aguas, y en una especie de neblina entre las mismas, logró ver ese brillo, idéntico al de su sueño. La joya sobre la concha marina. Los anillos en forma de serpientes, una pieza algo extraña, toda esa escena idéntica al sueño. Él presumía debía estar como a unos doce o catorce metros de profundidad. Aún podía soportar un poco más. La luz se mantuvo latente y más brillante, hasta el momento que tomó la joya con su mano. De pronto quedó en la oscuridad. Volteo apresuradamente hacia arriba, y lograba ver la claridad del cielo arriba en la superficie. No tanto, pero ya era hora de salir...

Con premura subía rápidamente hacia la superficie, aun sintiendo esa extraña sensación de niebla en la profundidad del lago. En la subida percibió como si alguien lo estuviese viendo emerger hasta la superficie. Como si algo o alguien lo estuviese cuidando. Extrañamente intentaba visualizar dentro de las aguas algo, pero solo veía siluetas y formas que posiblemente, engañaban a su imaginación y a su mente...

Al salir fuera del agua, tomo una fuerte bocanada de aire, intento mantenerse en calma, buscando el kayak, y sin soltar la joya. Nadó un poco hasta la embarcación. Logró montarse en ella, y decidió reposar un rato, en el medio del lago para observar detenidamente la pieza. Eran dos anillos hermosos, en forma de serpientes de oro puro, con una incrustación en cada una, formando juntas la cabeza de la misma, y las piedras de color verdoso, señalaban sus ojos al juntar los anillos. Estaban diseñadas de manera que ambas no pudiesen separarse, una vez que fuesen a ser colocadas en las manos correspondientes. Se quedó mirando las piezas y sintió un escalofrío extraño, no precisamente el frío del agua del lago. Era otra cosa. Y en ese momento, alguien lo estaba observando desde la otra orilla del lago...

Ya lograba recordar muchas cosas, incluso esa persecución montaña arriba, tras la titilante luz quien lo llevó hasta este momento. Sus extraños sueños le estaban enviando un mensaje permanente a lo largo de los años. El secreto de ese misterio estaba ahí, tal vez en la joya, quizás en esas preguntas permanentes acerca de esas explicaciones, que se han perdido en el trayecto de su vida. Pero ya presentía estaba más cerca de alguna respuesta...

Al tomar el remo para retornar a la orilla, pudo ver algo moverse a lo lejos, cerca de la orilla contraria hacia donde debía regresar. Estaba algo lejos, pero sabía que algo se encontraba allá. Había una tonalidad de color entre los follajes, muy diferente a los colores de la naturaleza en el follaje. Se quedó mirando fijamente por un rato, y eso que estaba oculto, se volvió a mover, pero sin salir del follaje. Entonces le gritó buscando respuesta del otro lado. Simplemente vio que se volvió a mover. Pensó entonces podía ser algún animal, pero no podía entender que llevaba encima con ese color diferente...

Volvió a gritar de reiteradas maneras, pidiéndole se manifestase si requería alguna ayuda. Sentía un calor extraño en la mano donde tenía los anillos. Al abrir su mano, se percató que las piedras incrustadas cambiaban de color, con la exposición al sol y también tenía la impresión que la joya brillaba con mayor proporción. Al levantar la vista de la joya, extrañamente pudo ver que desde el follaje en la orilla contraria, salía corriendo alguien, y ese alguien, era quien lo observaba escondido desde la vegetación. Logro ver a una mujer de cabellera muy clara, bastante larga, con una vestimenta extraña, de color rojizo y vetas claras, descalza, y la vio correr adentrándose en el bosque...

Entonces por naturaleza propia e intuición misma, decidió remar hasta ese lugar, para salir a buscar a esa persona. No debía haber nadie con esas características por estos lugares, salvo tuviese alguna razón que él no pudiese conocer. Remó a toda prisa, colocó la joya entre su camisa y dentro del kayak, a fin protegerla, y rápidamente se dirigía hacia la orilla en referencia...

Al llegar, subió el kayak hasta terreno firme, se colocó los pantalones, también la camisa y guardó la joya en el bolsillo del pantalón. Se amarró las trenzas de las botas y salió rumbo por el último sitio donde la vio adentrarse en el bosque. Podía rastrearla dadas sus habilidades en sus decenas de excursiones realizadas. Ella dejó muestras de su intempestiva salida...

Había transcurrido bastantes horas, debían ser cerca de las tres de la tarde, según la posición del sol. Era sábado, no había consumido alimento alguno y entendía bien,  eso no era bueno, ya que sus condiciones podían desmejorar prontamente. Pero así mismo no desistiría de averiguar quién es esa mujer, y porque lo observaba, que había detrás de todo este misterio. ¿Tal vez ella era parte de las respuestas?...

El rastro lo conducía hacia una zona del bosque que bordeaba en su totalidad al lago, casi al final del mismo. Había algo que lo tranquilizaba, ella no se adentró en el bosque, simplemente se fue por una ruta muy cerca a la orilla del lago. Las horas pasaban, el cansancio y el hambre hacían lo suyo, pronto llegaría nuevamente la noche, y se encontraba ahora bastante lejos del sitio donde dejo la embarcación. Y por la noche no debería intentar cruzar el lago. Tenía dos opciones, regresar y mantenerse en la orilla junto al kayak, hasta que amaneciera para retornar, o continuar con la búsqueda con más calma, hasta que el cansancio lo venciera, para luego descansar en alguna parte, y esperar amanecer para regresar. Esas eran las dos opciones. Pero ella, la misteriosa mujer, ya lo tenía en su vista...

Y solamente ella dejaría que llegase la noche, para encontrarse una vez más con su pasado, en una historia que no culminaría aun, en este presente...