viernes, 10 de enero de 2020

Capítulo VII - Una postal escrita al cielo – Entre días grises y los colores de mi acuarela vertida en tus pequeños dedos… Sophía…


Quisiera estas letras lograsen llegar hasta tu venerable cielo, allá donde tú habitas, allá donde todo puede ser, allá, desde donde tu quisiste ser, desde que lograste fundir tus anhelos en el alma de un ángel y así lograr arribar a esta tierra, donde tu magia se hizo realidad, donde dejaste tu gran verdad, para inesperadamente partir nuevamente al recinto de tus inagotables sueños...

Quisiera verte dibujar de colores este asombroso cielo, con tus manos, con tus dedos, aun entre densas nubes, aun entre la lluvia o los días tormentosos, con la acuarela que se inunda entre tus manos, dejando que las aves adornen tu hermoso lienzo, y así entender que a pesar de tu ausencia, tu presencia sigue inquebrantable desde las pinceladas que plasmas con tus tiernos dedos...

Quisiera escuchar la melodía de tu canto, esa música espiritual que solo los ángeles son capaces de entonar, esa que dejas libre al viento, desde las gélidas nieves de los vientos del norte hasta las frías aguas que suben de los vientos del sur, donde las migraciones plasman de colores la partitura de tus canciones, y así saber que tú permaneces ahí, entre la magia musical que entonas desde el cielo...

Quisiera sentir tus dedos entre mi alma, quisiera sentir tu aliento en mis gemidos cuando yo duermo, quisiera seguir viéndote como yo lo hago, en aquellas noches donde aun desde muy lejos, yo simplemente te veo a través de mis sueños, quisiera leyeras allá en el cielo, este sentimiento a tu maestro, porque es lo único que me quedó, escribir para ti aunque tú estés allá en el cielo...

Quisiera estas letras trascendiesen en el tiempo, donde no hay espacio, donde no hay medida ni lenguaje que impidiese como fluye la emoción al escribirte, donde todo sucede sin alardear ni atemorizar, donde todo puede ser sin tanto pensar ni lógica de aceptar, donde simplemente es y así será, sin drama, sin locura, sin interpretaciones ni mediaciones, solo ellas llegasen a tu alma así como llegaste tú a la mía mi pequeña Princesa Sophía...

Quisiera esta Postal sea un pequeño presente, allá en el recinto donde ahora tu vives y duermes, desde donde tu ves a todos quienes aun te quieren, aun en la ausencia presente, desde donde tu cuidas a los tuyos, a quienes compartieron momentos inolvidables y envolventes, desde donde tú oras y esperas pacientemente, hasta el momento que el maestro decida cuando volver a encontrarnos tal como ayer lo hicimos entre nuestros tiempos aun vigentes, unos más y otros menos, pero igualmente fueron tiempos que permanecerán eternos...

Quisiera fuese más, pero nunca menos, quisiera seguir escuchando tus cánticos, pero nunca desde lejos, quisiera sentirte en mi regazo aunque no estés aun en el ocaso, quisiera inhalar tu aliento aun cuando yo duermo entre tus brazos, quisiera seguir viendo tus lienzos inagotablemente en el asombroso cielo, quisiera continúes siendo ese ángel que una vez le dijo al maestro “Yo quiero ir, yo quiero sentir, yo quiero escuchar, yo quiero probar, yo quiero simplemente vivir como cualquier mortal, yo quiero amar aunque solo sea por un breve tiempo, porque yo quiero dejar mi huella en esas tierras donde yo quise tener a mi mamá y mi papá y hacerles entender que yo siempre seré ese ángel quien los eligió para estar con ellos eternamente, aunque yo deba regresar a este adorable cielo”...

Quisiera haberte disfrutado un poco más, pero no hay tiempo atrás, simplemente fue, es y así será lo que nuestro maestro quiso fuese dejar, no hay excusa, no hay tristeza, no hay sentencia que afirme o la niegue, solo hay el recuerdo en cada alma, en cada cuerpo, en cada ser, hay la remembranza de momentos que eventualmente emanan, como flama inagotable que aun en baja llama, permanece encendida en el espíritu y corazón de todos aquellos que te aman y así ha de ser más allá de la eternidad...

Quisiera esta postal rinda un humilde tributo por cada décimo día de cada mes en mi tiempo convergente, donde solo dejo lo que mi alma pide manifieste, donde mi corazón te lleva sin descanso, donde solo te continuo viendo allá entre los espasmos de mis sueños, desde donde tu y yo aun no compartimos, pero si nos vemos, nos reímos, nos miramos y con tu picardía yo simplemente entiendo, que todo momento es y será cuando el universo y Dios así lo quiera otorgar sin tanto espasmo, y mientras yo solo dejo estas queridas y tiernas letras para que tu las compartas allá en el cielo con todos tus hermanos y hermanas, con nuestro Maestro, y tú continúes pintando con mi acuarela todo este bello cielo, aun entre días grises y momentos oscuros nuestros, en este asombrosa tierra donde aun yo te escribo y a veces te canto...

Quien siempre te escribió, quien siempre te escribe, y quien siempre te escribirá aun cuando me toque hacerlo allá, allá donde tú coloreas con acuarela este maravilloso cielo, tu poeta y tú querido abuelo, quien te amara eternamente... Esdras...