lunes, 5 de febrero de 2018

La chica de la Pijama Roja – Capítulo VIII - “Cuando el Universo responde a los sueños, cuando deja migas, y cuando tolo lo deja a mera interpretación…”



Mientras al otro lado, tal vez lejos, tal vez no tanto, pero con esos deseos de quizás acercarse a muchos, o quizás a nadie en particular, simplemente alguien escribía, alguien plasmaba y dejaba a través de algunas palabras, de esas que entre versos, prosas, romances y con un toque de poesía, daban cierta emotividad, dejaban ese sentimiento, y esas sensaciones que fluían sin dejar nada a la especulación, sin personalizar acerca de su intención, y sin dejar de transmitir esperanza, honestidad, afecto y hasta ese loco y desenfrenado amor subliminal, ese que embriagaba como el dulce sabor adictivo al que no puedes dejar de sentir en el paladar, porque así era su alma quien se volcaba a través de sus palabras, con todo aquello que mantuvo quizás guardado tiempo muy atrás, y que ahora solo regalaba como homenaje a lo que alguna vez reprimió por temor a dejar al descubierto la naturaleza de un mundo interior, lleno de armonía, de anhelos y de ese algo de paz espiritual con sueños de...



Quizás aquello que escribió sonó a un reclamo, definitivamente, tal vez con razón o sin ella, tal vez porque había algo mucho más que la esperanza de una réplica acerca de su propia reacción, tal vez sentía que necesitaba conocer algo más, sentir algo más, porque y quien es, ir posiblemente hacia una vertiente desconocida, que le tentaban sensaciones nunca antes exploradas, pero que a pesar de sus dudas o miedos, estaba con disposición de arriesgar más allá de lo que pensaba, porque inconscientemente lo sentía, lo intuía, y algo le decía que valdría la pena tomar el riesgo considerando perderse más allá de un ocaso, de un amanecer, o de un vislumbrado y aletargado palidecer...



Algunas personas de su entorno muy cercano consideraban que esos comentarios estaban de alguna manera personalizados, que eran muy directos, sin embargo difería de ello, y a pesar de todo eso sabía que la única manera de mantener cierta atención sobre ese entorno, era propiciar reacciones a sus publicaciones con cierto contenido emocional, cargado de indulgencia y hasta sobriedad, porque si sabía que de una u otra manera encontraría de manera inicial palabras de aliento, de inspiración, de honestidad, de afecto y hasta de ese amor buscado sin aun aceptarlo, de eso que contradictoriamente no disponía de parámetros referenciales, y que al mismo tiempo carecía de credibilidad o suspicacia, simplemente porque no lo entendía, pero a pesar de todo eso, daría el resto, apostaría a ganar, porque esa era su naturaleza, su determinación, era inevitable, definitivamente se convirtió en un reto personal...



Un nuevo día se avizoraba, una nueva entrega, un nuevo reto en ese día a día convencional, una melodía inundaba con aquella fragancia, con olor a caramelo, a sándalo, a roble de cerezo, a versos en el tiempo, a encuentros taciturnos volcados sobre el viento, si, era eso lo que le atormentaba, era eso lo que le fascinaba quizás, eran esos latidos pidiendo desde el fondo querer saber más, especulando, imaginando, sospechando, palabras seductoras que envolvían su mente, su alma, su éxtasis que no le dejaba hasta ni pensar conscientemente, y sabía que estaba entrando a un mundo nunca antes expuesto, y sin embargo su silencio tal vez delataba más de lo que ocultaba, diciendo “Todo está bien, no sucede nada”… Si claro, desde que las palabras existen y se aplican, las excusas sostienen cualquier disculpa así nada más...



Llamadas telefónicas continuas al celular, respuestas, preguntas, compromisos, una agenda casi cubierta hasta la saciedad, reuniones postergadas, impuntualidad frenética, el caos de una sociedad en rebeldía, protestas, cierres de calles y avenidas, muy cerca de la temporada decembrina, renuente a cualquier improvisación, pero jamás dice no, y las calles atestadas de vehículos, demasiado comercio informal, las horas pasan, el hambre llama, pero todo eso puede esperar, primero lo primero, recordó que aún pendiente hay firmas en la notaria, pero como todo, documentos faltantes, y vuelve a sonar el celular, nada importante y con ganas de mandar a… Y por supuesto a pesar de tanto frenesí y estrés, una postura impecable, mantiene su serenidad sin alzar la voz, aun enfadándose e irritándose, pero continua inalterable, simplemente es su actitud y su tal vez elegancia para continuar como lo viene haciendo desde tiempo atrás...



“Algo tienes, esa mirada tuya no es la misma desde hace días, contame si…”



“No pasa nada, es que algunas cosas no han salido como estaba previsto, y sabes bien no me gusta, no puedo tolerar tanta falta de responsabilidad…”



“Estas cosas siempre pasan, sabes bien que es así en este medio, es la gente, son las personas, sin embargo siento que hay algo más y no me quieres decir nada…”



“No hay nada, seguro… Es que… Nada…”



Si claro, ahora tú no me quieres contar, pero tarde o temprano tú me lo dirás…



Y quedaron en sus pensamientos esas palabras retumbando, repitiéndose sin cesar, como melodía que suena y suena sin parar, y deseaba terminase el día simplemente para llegar y revisar, lo que tanto ansiaban sus ojos mirar, leer y definitivamente solo quedaba tal vez suspirar...



“Vamos a detenernos en la próxima esquina, un té, un chocolate caliente, unas rosquillas de canela, o cualquier otra cosa que nos provoque, vamos a comer algo y así nos relajamos un poco… ¿Te parece?...



Ok, busquemos donde estacionar y quizás eso me hace falta. Ni siquiera hemos almorzado, mira la hora, y aún queda la cita de las 5.30 pm. También yo necesito pasar por la oficina, debo revisar algunos puntos pendientes que aún no han resuelto allá, y eso me molesta…”



“Mira allá, adelante, está saliendo un carro, ese es el puesto perfecto…”



“Si… nos quedaremos unos veinte minutos, pero yo deseo comer algo más, ahí vemos…”



Luego de aparcar, bajaron del auto, lo cerraron y se dispusieron a entrar al local, había poca gente, no hacía calor, tampoco estaba fría la tarde, a pesar de la nubosidad, era un día normal, muy a pesar de que no lo sentía como otros días, y solo restaba esperar...



Por supuesto decidieron comer algo más que las solo rosquillas de canela, disfrutaron de una taza de chocolate caliente, se rieron un rato acerca de esos aspectos personales triviales, comentaron acerca de otras posibles oportunidades de negocios, y eventualmente intentaba llegar más allá de lo que la conversación animada estaba, pero nada, no había manera de soltar un ápice de esa preocupación muy personal, eso era algo muy reservado para su llegada a casa, así lo tenía previsto, y nada ni nadie podía cambiar eso, definitivamente...



Fueron a la bendita reunión de las 5.30 de la tarde y para variar los dichosos clientes llegarían 25 minutos después. La reunión se prolongó casi por una hora, podría decir que quizás a pesar de la bendita impuntualidad, habría valido la pena la espera, el negocio ya estaba sobre la mesa, los clientes habrían de aceptar la propuesta y solo quedaba la formalidad de la documentación, firmas de compromisos y continuar con lo pautado...



De esa manera todos se despidieron, cada quien en busca de sus vehículos, rumbo a sus compromisos familiares finalizando las actividades programadas, y la noche ya había caído, un cielo casi despejado repentinamente, y una brisa nocturna algo fría, destellos sobre la montaña, como relámpagos a lo lejos, y un zumbido interno al oído no frecuente le indicaba que había llegado la hora de esa respuesta esperada, de esa exigencia que a su criterio estuvo justificada, solo restaba llegar a casa y revisar entre tantas otras cosas que normalmente también hacia, pero esa, si, esa, esa era más importante que todo lo demás, es decir, todo lo demás podría esperar, primero lo primero...



Antes de llegar la dejo en su casa y continúo a la suya, sin antes no recibir un llamado de atención… “Ahora te llamo, sigues estando ausente, en otro lugar y tú no eres así, contame, contame, deja salir eso que te reprime...”



“Y por supuesto las palabras adecuadas... ¿Qué? No pasa nada, en serio, nada…”



“Te llamo ahora más tarde, voy a ver que me dejaron, y tú me dirás…”



En el camino a casa, solo pensaba, meditaba, imaginaba, y sus pupilas dilatadas, con total ansiedad, con deseos de leer, deseos de llegar, de encender y entrar al entorno solo para buscar lo que ansiaba encontrar...



Al pararse un rato en la terraza como siempre lo hacía al llegar, y antes de entrar al dormitorio para relajarse, tomar la ducha y vestir de manera cómoda, decidió colocar su aparato celular sobre el pedestal, miraba más allá de lo que sus ojos podían vislumbrar, sin determinar que o quien está más allá, solo dejo su mente divagar y flotar, dejo a su mente imaginar, dejo que la ansiedad le envolviese como esos embrujos ancestrales, ya las cartas estaban echadas, y debía haber una respuesta, simplemente la que deseaba leer y quizás hasta escuchar, pero siempre los miedos, el temor a lo desconocido le hacían dudar, especulando mil cosas y donde no sabría cómo quizás reaccionar, y los perros como siempre, ladrando, era la hora, algunos llegaban, otros sacaban a pasear a otros perros, y estos se alborotaban, era normal, su sobrina apenas entraba, la vio, la saludo, llegaba de la universidad, al subir se le acerco, la miro y le pregunto cómo estaba, solo contesto bien, el trajín del día, los negocios, el trabajo, el cansancio y simplemente continuo adentro como si nada, pero ella de repente volteo, se le quedo mirando fijamente y le iba a decir algo, pero ella decidió dejarlo momentáneamente así, algo sucedía pero quizás era uno de esos días...



Contesto algunas llamadas, incluida la que le prometieron al llegar, su amiga insistía pero nada de nada, mantenía la postura, “No sucede nada, voy a cambiarme, ducharme y revisar las cosas pendientes para mañana, luego conversamos…”



Entro al dormitorio con esa ansiedad por supuesto, veía el ordenador de reojo, como queriendo evitarlo y al mismo tiempo con ganas de sentarse de una y salir de la necesidad, pero decidió cambiarse primero, luego entrar a la ducha y darse un buen baño de agua caliente, suspirar, la noche estaba algo fría, se aplicó un gel sobre el cuerpo, algo de crema hidratante, se perfumo como eventualmente lo hacía, se cepillo el cabello, los dientes, se miró al espejo, y dijo, “Bueno es hora, vayamos y terminemos con esto...”



Encendió el ordenador, espero algo, cargaron los programas, entro al entorno y vio algunas otras publicaciones muy por encima, unas amigas comentando, otros agradeciendo y otros en un tono más personal, pero eso no era de su interés en ese momento, esas pupilas definitivamente dilatadas, comenzó a buscar esa respuesta a una petición, a un reclamo, a una exigencia quizás justificada, y por supuesto, ahí estaba, abrió la publicación y entonces...

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