Momento propicio para expresar
parte de los pensamientos compartidos en esta Semana Mayor, junto a Dios, al Universo y a nuestro yo interior, es decir con nuestro espíritu. Algunos y creo
que la gran mayoría en el mundo veneran y respetan esta semana con alegría y
regocijo, esperando limpiar culpas, pedir perdón, agradecer por todo lo que
hasta ahora han sido sus vidas, pedir en santa oración por sus sueños, sus
penas, sus esperanzas y hasta por otros que lamentablemente pasan tal vez, algo
lamentablemente con dolor y pena. Así ha sido desde hace muchos años y creo que
así ha de ser en los siguientes años, siempre que cada uno de nosotros no
olvide que desde arriba, hay un ser supremo que todo lo ve, que todo lo escucha,
que todo lo siente, y que todo hace para que cada uno de nosotros aporte lo
correspondiente, a mejorar su pedazo de mundo donde convive y comparte con
otros sus experiencias...
Como dijo Jesús a todos los que
estuvieron presentes a la hora del precio que tuve que pagar, “perdonadlos que
no saben lo que hacen”, pues de esta manera cada uno de nosotros debemos
aceptar, mas allá de las razones, causas o consecuencias, que no todo es
perfecto y que eso realmente no existe. La vida está llena de altibajos y
momentos extraños que muchas veces nos obligan a decir, hacer, ejecutar,
accionar y decidir sobre aspectos que nos duelen, perjudican y molestan. Es
parte de la naturaleza humana. ¿Y qué sucede luego de las decisiones? Para
algunos es simple, continúan como si nada hubiese pasado. Para otros es un poco
más delicado, entran en una etapa de introspección, preguntándose si lo
realizado, fue lo más sensato o no. Y otras personas muy a pesar de haber
estado consciente de que estuve tal vez inadecuado lo realizado, aceptan su
error y buscan como redimirse ante sí mismo primero que nada. Luego tal vez lo
hagan ante esas personas a las cuales daño alguno ocasiono, sin embargo lo más
importante es perdonarse a sí mismo y ante Dios. Y muy simple, estamos
conscientes que Dios todo lo ve, todo lo escucha y todo lo siente...
Para algunos esto pueda resultar
viable, sensible y hasta natural lograr entender parte de nuestras
consecuencias ante las decisiones erráticas. Errar es de humanos y no existe perfección
alguna entre nosotros. Sin embargo es en el transcurso de nuestro andar por
estos caminos, mas tarde que temprano aprendemos de ello, aprendemos de esas
experiencias, aprendemos de esas situaciones y logramos entender medianamente
que mas allá de nuestros fronteras, existe algo o alguien que nos pasará la
factura correspondiente en el momento que así lo considere. Eso sucede en vida,
y eso no se cuestiona, no se mide ni se sabe cuándo, solo sabemos dentro de
nosotros mismos que pasara y es en ese momento que tal vez lo entenderemos
mejor...
Hay un ser más allá de nuestras
vidas. Hay un Universo que se comporta como un espejo, para tratar de
explicarlo de alguna manera. Es reflejo de lo que a través de nuestros
pensamientos y acciones devuelve. Es un boomerang que a pesar de la distancia y
de lo lejos que podamos haber enviado el mensaje, nos lo devolverá en algún momento
y a veces resulta llegar cuando menos lo esperamos. Es parte de las vivencias y
es parte de las decisiones tomadas. Por eso en estos momentos de paz y
encuentro con Dios, con el recuerdo de lo que su hijo Jesús aceptó, en aras de
hacernos entender que con amor, fe y dedicación podemos alcanzar lo que nos
proponemos, no estaremos nunca totalmente inmunes a lo que a nuestro alrededor
sucede, pero que debemos ser precavidos, honestos, humildes y humanos sobre
todo, para aceptar las consecuencias de nuestras acciones y determinaciones...
Hacemos lo que hacemos, y como
dicen folclóricamente en nuestras sociedades, “para bien o para mal”. Al final
son decisiones, pero estas deben ser siempre aquellas que no perjudiquen, dañen
o maltraten a nuestros prójimos. En caso contrario y de no admitirlo, pagaremos
las consecuencias más tarde que temprano. No lo digo yo, tampoco lo manifiesto
por decirlo, se dice simplemente porque es parte del espíritu del creador,
hacernos entender que muy a pesar de su esfuerzo en que nos hizo o nos creo a obra
y semejanza suya, nos dejo algo que nos diferencia de esa divinidad. Nos dejo
como seres racionales, que pueden pensar, que pueden evaluar, que pueden
decidir si está bien o si está mal, dejándonos también a discreción las
consecuencias de las acciones. Tiempo para meditar, tiempo para reflexionar,
tiempo para evaluar que hemos hecho de forma errada y que hemos hecho de forma
acertada. Tiempo para encontrarnos con nosotros mismos y tiempo de dejar fluir
lo mejor de nosotros en aras de rectificar y encaminar nuestras acciones en el
camino que aun nos queda cubrir, con mejor convicción y rescatando los valores
que nos dejaron nuestros padres...
Espero que esta Semana Santa en
mi país Venezuela, muchos les permitiera pensar, reflexionar, evaluar,
contrastar y entender que las decisiones que muchos tomaron, son consecuencias
de nuestra realidad y que solo cada uno de nosotros tenemos la convicción y
determinación de cambiarlas para un mejor mañana. Todos saben y sienten
realmente que no es el país que deseamos, que no es el país que alguna vez tuvimos,
que no es la ruta decidida por unos pocos, la más idónea, la más adecuada o la más
beneficiosa para a lo que se ha llegado. Dios permita que en cada uno de
nosotros, se logre entender que con decisiones es que muchas sociedades han
logrado salir de situaciones extraordinariamente fatales y trágicas, admitiendo
sus errores, refrendando, re direccionando y re organizando desde su casa,
desde su núcleo familiar, desde su vecindario, desde su entidad y con la ayuda
de cada miembro de la sociedad, a llevar nuevamente todo, al camino correcto y
al camino adecuado...
No digo sea fácil, pero tampoco
imposible, no digo sea mañana mismo pero si prontamente, solo es una decision de aportar, aportar, aportar y seguir aportando, para un mejor
mañana que tampoco está a la vuelta de la esquina, pero tarde o temprano hay
que cambiar la dirección y a sus responsables...
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