Despertando se encontró en algún
lugar que no reconocía al abrir sus radiantes ojos verdes. Sentía totalmente
una sensación que lo abrumaba, pero contradictoriamente igual sentía una sana
paz y tranquilidad, había mucha pasividad en él. Trataba de visualizar todo lo
que a su alrededor había sin definición alguna. Percibía un aroma extrañamente
agradable que lo mantenía sumiso. Claridad de luz en tenues rayos de color azul
y rosa muy suaves, y una alucinación asombrosa como si estuviese en un espacio
lleno de suave algodón colorido con cierta ligera calidez. Alhaayt sentía la
necesidad de hablar, de manifestar algo, de llamar a alguien, pero al mismo
tiempo no recordaba como llegó a ese lugar, tampoco recordaba quien era o a
quien llamar. Solo un deseo de exteriorizar y manifestar unas simples palabras,
sin embargo no lograba poder hacerlo…
Los chicos salieron corriendo y
llorando al mismo tiempo hacia la comunidad para buscar ayuda. Solo se mantuvo al
pie del risco quien logro salvar su vida, aun con la bolsa de las frutillas
recogidas y recuperadas durante la situación lamentablemente acaecida. Se
mantenía pálido, callado, con lágrimas en su rostro, denotando una profunda
tristeza, como quién lamenta la pérdida de alguien muy cercano, sin terminar de
comprender que fue lo que sucedió. Solo miraba al vacío, a esa grieta oscura y
profunda. No había señales de nada, no se escuchaba nada, era como si el mundo
se hubiese paralizado repentinamente. El viento cesó de tal forma, que ni las
ramas frondosas de los arboles altos lograban moverse, se mantenían estáticas,
al igual que el chico. La naturaleza parecía que lloraba en silencio y solo
logro ver de repente una bella mariposa de alas brillantes, de un color tan
radiante como el mismo sol. Pasó moviendo sus alas cerca de su rostro como
diciéndole, “es hora de marcharme hacia una nueva aventura, tranquilo, estaré
bien”…
El tiempo no lo podía medir o
cuantificar, sintiéndose algo extraño. Había claridad absoluta pero desconocía
si era mañana, tarde o noche alguna. No lograba ver el sol, tampoco podía ver
las nubes o el cielo azul, al que extrañamente imaginaba o recordaba. Al rato
escucho una suave voz manifestada en un hermoso canto. Eso si le llamo
poderosamente la atención, buscando a su alrededor la procedencia del canto.
Poco a poco ese suave canto aumentaba gradualmente su voz, pero aún no lograba
ubicar de qué lugar llegaba esa dulce melodía…
De pronto sintió la presencia de
alguien a quien tampoco podía distinguir, tomándolo de su mano con ligera
suavidad. Sintió tranquilidad y percibía que algo le decía, sin embargo no
lograba concebir que fuera eso que le manifestaba. No terminaba de entender que
sucedía y que le estaba tratando de decir la presencia. Repentinamente dejo de
escuchar absolutamente todo, no había ningún tipo de sonido alguno. Era como si
se hubiese quedado sordo. La presencia toco su rostro con gentileza, luego poso
su mano sobre su cabeza suavemente, quedándose Alhaayt estático, sumiso y
extrañamente tranquilo…
La algarabía en el pueblo era tal
que muchos salieron con prisa montaña arriba, para buscar a los dos chicos.
Inicialmente pensaban que ambos habían caído al fondo del risco. Los chicos que
avisaron estaban muy nerviosos, no cesaban los gritos y los llantos. Iban hacia
el lugar varias personas adultas, hombres sobre todo con cuerdas y algunas
herramientas básicas para poder ver que podían hacer al bajar a la grieta. Las
mujeres en la localidad buscaban entre los chicos que bajaron de la montaña a
sus hijos. Se percataron que dos faltaban y uno era Alhaayt. Su madre no estaba
en ese grupo. Ella se encontraba en casa atendiendo los quehaceres normales del
hogar, esperando que su preciado hijo llegase, para recibirlo como todos los
días y tener las tertulias a las que estaban acostumbrados ambos, al final de
cada tarde en esos veranos fulgurantes…
Alhaayt entro en un proceso de
trance y asombrosa paz, al momento que la suave mano del Creador posó sobre su
cabeza, sumiso quedó con los ojos cerrados sin hacer nada más. A su alrededor
se iban presentando de manera progresiva ángeles, llegando de todas partes, de
todos los tamaños y los géneros. Todos niños y jóvenes, con hermosos rostros,
alegres y risueños, con auras de todos colores, contagiados de asombroso júbilo
y de miradas llenas de un inmenso brillo. Y de esta manera Dios y sus
discípulos celebraban en una fiesta espiritual, la llegada e iniciación de un
nuevo miembro al grupo selecto y designado, para llevar la ayuda necesaria,
compañía, compasión, esperanza, fe, misericordia, bondad, alegrías y amor, a la
vida de los mortales en la tierra…
Al llegar al risco los adultos
más aptos, comenzaron a colocar largas y seguras cuerdas a los arboles más
robustos y cercanos al borde del mismo. El otro chico seguía paralizado,
inerte, estático y con la mirada triste, perdida en el horizonte, con lágrimas
en su rostro, pero sin poder manifestar reacción alguna. Dos de los hombres
algo mayores lo tomaron por sus brazos y lo retiraron del área cercana al
risco. Le hablaban con calma pero este no manifestaba palabra alguna,
simplemente daba la sensación de estar en un vacio y perdido en el tiempo,
espacio y materia. Pero lo que no sabían los adultos y todos los demás, era que
alrededor del chico estaba el ángel de la guarda asignado a Alhaayt, quien lo
mantenía espiritualmente en paz de forma temporal. Tarea asignada por el
Creador momentos previos a un evento ya previsto con antelación…
“Todo en la vida terrenal siempre
ha de tener una razón de ser, un porqué, un como, un donde y un cuando, aunque
entre mortales no logren entender la naturaleza misma de las cosas, los eventos
y las situaciones”. Designios divinos simplemente…
En el hogar de Alhaayt, su madre
repentinamente sintió una extraña brisa que entro al recinto a través del
pórtico de la casa. Esa suave corriente logró que se le erizara la piel de
manera sutil. Ella ligeramente volteo su rostro hacia el pórtico de entrada y
sintió nuevamente esa corriente de aire algo fría sobre su cara. Se dirigió
caminando lentamente hacia la puerta y al salir, mirando al cielo abierto logro
ver una bandada de aves pasar cerca del hogar. Daban vueltas juntas y regresaban
siempre hacia la casa, y cada vez se acercaban más y más. Ella tímidamente
interpretaba eso como una señal, pero realmente no sabía bajo que términos
podía ser. Le vino intempestivamente el rostro de Alhaayt a su mente. Su
corazón comenzó a latir de forma acelerada, sus pupilas se dilataron, su piel
totalmente se erizó, sintió nervios, dolor extraño, tristeza, pena, sensaciones
de angustia y lágrimas brotaron de su rostro sin llanto alguno. Solo salían sin
explicación alguna…
Una de las aves del grupo se
salió del curso y se poso de manera imprevista sobre un arbusto muy cerca de la
casa. El resto de las demás seguían realizando la rutina grupal hasta ahora
vista por la madre del pequeño. El ave se le quedó mirando extrañamente. Ella
con tristeza la veía fijamente y solo continuaban saliendo lágrimas de su
rostro, de unos ojos muy expresivos verdes aguamarina y de pupilas dilatadas. Con
un sentimiento de extraño dolor, daba la sensación que el ave quería decirle
algo que no lograba entender. Ambos seres, el ave y la madre de Alhaayt,
entraron en una especie de trance extrasensorial, a través de un aura de
espiritualidad lograron conectarse, sin que nada, ni nadie pudiese interrumpir
ese vínculo temporal. Ella en ese momento, en un tiempo incuantificable, logro
visualizar, imaginar, soñar despierta, que su amado hijo se despedía tiernamente,
manifestándole partir a una aventura sin retorno, pero diciéndole no entrase en
dolor y tristeza. Sintió en ese estado espiritual, emocional y sublime, un
cálido abrazo lleno del amor, ese amor que ambos siempre los mantuvo tan
cercanos y unidos. Él dulcemente le beso la frente y su hermoso rostro,
bendiciéndole, agradeciéndole las enseñanzas, sonriéndole, para luego
despedirse hacia ese universo al que jamás regresaría. Solo quedaría el
recuerdo de una madre y un hijo asombroso, al que en su corta vida alcanzó tal
vez la sabiduría necesaria, para ir a desempeñar una labor que solo era para
los elegidos por el supremo Creador, al que ellos los mortales aun desconocían…
Al retornar a la realidad y ver
por última vez al ave en tiempo real, esta la miró de igual manera, volteando
luego su pequeña cabeza al cielo. El grupo de aves esta vez pasó lo
suficientemente cerca, al punto que ella sintió la ola refrescante del plumaje
de todas. El ave entonces alzo vuelo junto
a las demás, surcando todas ellas su ruta en un cielo espectacularmente azul,
de esos que en verano enaltecen los colores de la tierra, de las flores, de los
frutales, de los arbustos, los arboles y de las aguas del océano, hasta lograse
perderse la bandada en el horizonte lejano…
La hermosa madre de Alhaayt logro
descifrar la señal. Su hijo había sido elegido y ya había partido a otra vida,
fuera del contexto terrenal. Se encontraba extrañamente en paz y complacida por
la elección de los dioses. Lo que jamás sabría ella, es que ese destino y esa
designación divina no era de sus dioses. Siempre estuve enmarcado por el
Creador de los mortales, por el mismo Dios Supremo y Celestial…
Al lograr bajar dos de los hombres
de la comunidad, que con cuerdas y debidamente asegurados, lograron ingresar
por la abertura de la gruta buscando los restos de Alhaayt, sin lograr ver nada.
Prendieron unos mecheros en palos secos con una mezcla oscura algo pastosa,
adherido a paja seca en los bordes de los palos, para así alumbrar las zonas
oscuras de la cueva. Bajaron todo lo que pudieron pero no encontraron rastro
alguno del chico. Era como si se hubiese desvanecido su cuerpo, no encontraron
restos de su ropa, ni de nada que les diese una señal del lugar donde cayó.
Poderosamente extraño. Estuvieron bastante tiempo y lograron subir antes de la
puesta del sol. El compañero de Alhaayt que había permanecido como extrañamente
perdido, de repente se levantó, comenzó a bajar la montaña sin decir palabra
alguna. Se dirigía directamente a la casa de la madre de su amigo y hermano. Al
hogar de su compañero de infancia, para encontrarse con la madre de Alhaayt a
decirle lo que sucedió. Mientras el resto de las personas en el lugar, solo hablaban,
decían y manifestaban, especulaciones referidas al chico y su desaparición.
Nadie podía entender que sucedió con su cuerpo, ni como se desvaneció del lugar
donde cayó. Eso quedaría para la historia, convertida después en los años
subsiguientes en una leyenda de la localidad de Tebas. Leyenda que se perdería
en el tiempo y en el recuerdo de la cultura griega, de un niño asombroso
llamado Alhaayt…
Al despertar de ese sueño
hipnótico en el que estuve expuesto Alhaayt, en un mundo totalmente desconocido
pero esplendoroso, pacífico, generoso, lleno de amor y paz, el supremo Creador
se acerca a él, pidiéndole acompañarlo a caminar sobre suaves senderos de una
extraña mezcla de arena con una especie de materia similar al algodón, haciendo
que sus pies extrañamente se perdiesen entre el suave terreno al andar…
El Creador comienza a explicarle
donde se encuentra, quien es y será de ahora en adelante, cuál será su misión
en este mundo espiritual y con cuantos más compartirá su digna labor. Le habla
del amor, de la compasión, de la espiritualidad, de su misión, de velar y
cuidar a los más necesitados, de su intervención limitada, de las bondades de
ellos como seres espirituales y de la diferencia con los mortales, de su paso
temporal por la vida terrenal y de sus recuerdos desvanecidos o casi olvidados
en ese tiempo. De que no existe tiempo, espacio o materia alguna en esta nueva
vida y que siempre se verá eternamente igual. De las reglas existentes y
perfectamente establecidas en ese universo infinito al que por siempre va a
estar, o en su defecto hasta que el, como Creador de todo lo humano, terrenal,
espiritual y universal así lo quiera decidir…
De esta manera Alhaayt comienza
una aventura que jamás hubiese podido medir, imaginar o soñar en algún momento
de su vida terrenal. Sin embargo había algo que le ocasionaba curiosidad
alguna. ¿Qué realmente pasó antes de llegar a ese lugar? ¿Quién fue antes?
Extrañamente le llegaban unas imágenes algo vagas y difusas a su mente, como sentimientos
a su espíritu. Tenía momentos de éxtasis al caminar solitario por los senderos
circundantes, sentía una paz y un placer que lo alejaban de esas imágenes
borrosas, pero algo le decía muy dentro de su espíritu, que tenían que ver con
su antes, con su posible pasado, al que el Creador le hizo referencia alguna y
que se habían desvanecido a su entrada en ese universo infinito. A lo lejos
lograba visualizar otros chicos o bien llamados ángeles, realizando caminatas
al igual que él, pero no se atrevía aún a acercarse a cualquiera de ellos,
hasta sentirse mejor consigo mismo. Esperaría el momento oportuno, tal como le
indicaría el Creador en su tertulia, “todo llega, cuando deba llegar, ni antes,
ni después”. Así lo admitió y lo admitiría por siempre…
En una de esas caminatas largas y
apacibles, logró sentarse en un lugar, acomodándose sobre un saliente que
encontró sobre la superficie, bajo unas especies de ramas flotantes, frondosas,
de colores verdes y amarillos en distintas tonalidades, pero muy agradables a
la vista. Decidió cerrar momentáneamente sus ojos y le volvieron poco a poco a
llegar esas imágenes algo difusas, de alguien que le resultaba familiar, de un
lugar distante, de conversaciones y de chicos igual a él. Pero no lograba definir
sus rostros de manera precisa, pero intuía que era algo muy cercano a su
pasado. Lo que no sabía Alhaayt era que para el Creador todo era visible, todo
era audible, todo lo sentía y él no escapaba a ello. Desde un lugar no visible
lo observaba, dejándolo entrar en esos momentos de introspección sin
intervención alguna. Porque eso particularmente lo ayudaría en lo sucesivo a
realizar las tareas que le serian asignadas…
Y esta breve historia continuara…
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