jueves, 4 de enero de 2018

La chica de la Pijama Roja – Capítulo IV - “Entre flores y escritos a veces sorprendemos desde lugares sin pensar”



Lo primero que me indico el joven acerca de ella “Es una hermosa mujer muy seria, de una buena familia, con algunos hermanos y unas chicas que son sus sobrinas, y que generalmente andan junto a ella, sin embargo algo le puedo decir”...

“No está fácil llegar a ella, usted deberá tener buenos trucos para encantarla, nunca le hemos visto con nadie, salvo con las personas que le refiero desde que nosotros la conocemos”...

“Ella se dedica únicamente a su trabajo y disfruta de su tiempo junto a su familia, por lo menos es lo que conocemos acerca de ella, su nombre es…………..”...

Y por supuesto, asentí con la cabeza gentilmente con una sonrisa en mi rostro. Luego de eso el chico comenzó a darme ciertos tips acerca de su trabajo, en que se desenvuelve y cuan a menudo ella viene a su negocio por razones obvias, para degustar una buena comida sana de la gastronomía local. De igual manera me conto anécdotas acerca de como hicieron amistad con la chica, en virtud del trabajo de ella y unas gestiones que les ayudo a encontrar en un requerimiento de su familia. También corroboro la dirección de su oficina de trabajo en la ciudad, y por supuesto me dio sorpresivamente la dirección del conjunto residencial donde ella vive con su familia. En una ocasión él las llevo a ellas, a la chica y sus sobrinas hasta la puerta del conjunto residencial, porque no había taxi que las llevara en aquella oportunidad, y por supuesto ya tenían una amistad en aquel entonces. Realmente yo no sé aun porque él me dio toda esa información, siendo yo un total desconocido, pero si me indico, que me sentía como una buena persona, de esas que generan confianza. Le agradecí por sus gestos (definitivamente las cosas suceden de manera sorprendente). No manifesté nada acerca de ya saber su localización de trabajo, pero se me encendió una chispa inmensa de alegría al interior por el dato de su residencia. Me describió el conjunto residencial, tipo condominio, privado, algunas casas y un portón de vigilancia quien controla el acceso a los visitantes y las familias que viven en el lugar. Un tanto distante de la ciudad pero de fácil acceso. Por supuesto nunca me pasaría por la mente intentar llegar ahí (por lo menos por un buen tiempo), pero si se me ocurriría algo tal vez desafiante e inesperado. Posteriormente le agradecí toda nuestra amena charla, nos hicimos amigos en ese momento. Finalmente y luego de un buen rato conversando acerca de “Mi Chica”, y de algunas otras cosas personales y de mi presencia en su ciudad, amablemente cancele por sus servicios, le deje una buena propina que obviamente no quería, pero le indique lo aceptase de un comensal, de un turista, y de un amigo que acababa de hacer, quien disfruto de un excelente y grato desayuno, mas no por la información que me alegro una extraordinaria mañana, pero que de algo si podía él estar seguro, y se lo dije de la mejor manera posible como un ocurrente consejo de alguien quien vive bajo una filosofía de vida...

“Nada sucede por casualidad, en los cruces de nuestros caminos algunas personas salen a esos encuentros sorprendentes y marcan una posible encrucijada, donde solo nosotros somos dueños de elegir, decidir y arriesgar por nuestro propio destino, sin importar que suceda, con la esperanza que sea lo mejor que pase, simplemente porque siempre habrá una enseñanza y una lección que esto nos deja, en una historia que no termina hasta que venga la llamada inevitable, mientras… mientras, solo vive y ríe a las tristezas”...

Y así me despedí agradeciendo una vez más por todo, y manifestando mi deseo de volver a degustar en otra oportunidad de una buena comida. Comencé nuevamente mi travesía por una ciudad en total movimiento, decidí caminar y dejar que toda esa información que me llego, más lo que en la noche anterior se me ocurrió, permitieran elegir los detalles necesarios que motivaran acercarme más y más, a esa chica, si, por la chica quien me está generando una sensación si se quiere inexplicable y hasta tremenda...

En el ínterin de mi caminata pude ver los aparadores, las personas, el tráfico, un hermoso día asoleado, el ruido constante de un movimiento imperante que mueve a la ciudad, cruce algunas calles y seguía muy tranquilo hasta que llegue a una tienda de flores, una floristería, la que deseaba encontrar en mi ruta, habían unos ejemplares de mucho colorido, incluidas una orquídeas de un color especial, y pude percatarme decía claramente un aviso en la puerta “Despachos a domicilio”, y esto era lo que precisamente quería encontrar...

Ingrese al recinto, di los buenos días y salió una dama a mi encuentro…
“Buenos días caballero, ¿En que lo puedo ayudar?”...

“Me gustaría saber si pueden llevar unas flores que yo deseo comprar a esta dirección”...

Saque una pequeña agenda que tenía junto al pasaporte en mi bolsillo de la camisa, leí cuidadosamente la dirección y la dama asintió...

“Sí Señor, no hay problema ¿Para qué hora usted desea se realice la entrega? Y dígame ¿Cómo usted desea el arreglo floral?...

Le indique lo siguiente: “Quiero dos de estas Orquídeas, media docena de Rosas Rojas de aquellas y esta Rosa Blanca, unas pocas ramas verdes frondosas como estas a su alrededor que acompañen el ramo, envuelta en papel transparente con una cinta roja. La rosa blanca entre las dos orquídeas y las rojas a su alrededor”...

La dama amablemente me indico: “Guaoo, usted eligió algo diferente y bien sabe lo que quiere” y yo le manifesté: “Es precisamente para alguien diferente, y lo más curioso, aun ella no sabe quién soy yo, ni porque, ni de donde le han de llegar”...

Inmediatamente la dama sorprendida a través de sus ojos, me observaba detenidamente como queriendo decirme algo y le dije gentilmente:

“No se preocupe, dígame lo que usted desea decirme”...

Y ella comenzó a sonreír, y solo me dijo: “Usted definitivamente desea causar una buena impresión, y yo creo lo logrará, a toda mujer le gustan las galanterías y sobre todo estos detalles que ahora son poco comunes”...

Y le dije con mucha afirmación: Mi querida señora, aún hay romance y pasión en este mundo a pesar de las incongruencias, a pesar de los avatares y de los desafíos de una sociedad en constante evolución, las usanzas a la antigua nunca han de pasar de moda, y menos de perderse, no seré el último, aún hay caballeros creyentes en esta vida de Hidalgos Errantes”...

La pequeña dama se echó a reír y me dijo: “No lo tome a mal, no me burlo, me parece hermoso que aún hay personas como usted, quienes creen en las tradiciones”...
“Pero usted no es de por aquí, su acento es de otro lugar, ¿Cierto?”...

“Quizás no soy de estos lados, pero algo si tengo claro, somos de donde nos sintamos con agrado, somos de donde las energías y su gente nos miren gentilmente como el de al lado, somos seres quienes vivimos lo mejor que el mundo nos ha otorgado, y somos errantes que a veces queremos pertenecer a cualquiera de estos lados, que hay a lo largo y ancho de un mundo que aún no se ha olvidado”...

Ella asintió con una tierna sonrisa en su rostro y le pedí amablemente me facilitara un sobre blanco y una tarjeta de las que mantenía en exhibición para las dedicatorias, y así escribir el mensaje que debía entregar junto al ramo colorido. La dama me facilito eso y comencé a escribir lo siguiente:

“Quizás te sorprenda, o quizás no, yo no lo sé sinceramente, sin embargo a un caballero andante tú has sorprendido, con tu andar, con tu mirar, con tu manera de conducirte sin más nada que ocultar, pero un misterio te envuelve, un secreto tu guardas muy dentro de un alma luminiscente, solo te dejo este pequeño presente, de un admirador aun silente...”

Procedí a escribir sobre el sobre, “Solo para los ojos de……………” y selle el sobre humedeciendo los bordes para que solamente lo abriese su destinatario. Le cancele a la pequeña dama y le indique deseaba fuese entregado a las 5.30 de la tarde en la dirección acordada. Pregunte cuanto le debía y cancele por el servicio. La dama amablemente me indico lo siguiente:

“Tenga usted con total certeza que su pedido será entregado a esa hora y en el lugar que usted me indico, cosas como estas no ocurren todos los días y siempre valdrá la pena atender estos requerimientos, gracias por confiar en nuestros servicios”...

Agradecí, me despedí para continuar mi larga caminata por las calles de esta ciudad. Me sentía bien, sin embargo me embriagaba esa sensación de ansiedad, eso que aflora muchas veces sin llamar, porque solo se siente y se vive en esos días de extraña felicidad...

Durante el inicio de la tarde en algunas ocasiones ingresaba a alguna que otra cafetería, heladería o dulcería, soy un amante de un buen dulce con chocolate, solo para controlar mi ansiedad y saciar mi paladar del encanto y placer de un buen cacao. Aun el radiante sol inundaba las calles, los edificios y las áreas verdes que encontraba a lo largo de mi transitar, por supuesto una que otra vez el caos tradicional, las cornetas de algunos tontos acelerados, y los gritos insolentes de otros, quizás parte de las costumbres locales y triviales de una ciudad. Realmente almorcé algo muy ligero, el desayuno de la mañana me había dejado satisfecho, y la caminata me resultaba relajante, ya que estaba disfrutando de conocer una ciudad, tal como se debe hacer, caminando, observando y escuchando...

Ya eran cerca de las cinco de la tarde, faltaban veinte minutos y me encontraba tal vez lejos del lugar donde habitaba “Mi Chica”, debía apresurarme para ver la entrega. Obviamente no sabía si se encontraba en su casa o había salido a la calle. Sin embargo tomaría el riesgo y a fin de cuenta, ese no era lo determinante, era precisamente la reacción de ella, y aun estando lejos debía suponer que algo pasaría, ya que en la noche debía complementar mis acciones con lo que había podido encontrar en internet, y eso sería la otra ruta inesperada que yo estoy seguro jamás podría ni tan siquiera ella imaginar...

Efectivamente tome un taxi y le pedí amablemente al conductor me llevase a la siguiente dirección y me esperase un rato, que yo le pagaría para que me regresara al hotel donde yo pernoctaba. Subimos por un sector no tan retirado de la ciudad de manera rápida y llegamos cerca de la hora. 5.10 de la tarde, y yo permanecía al otro lado de la calle dentro del taxi, conversando entretenidamente con el conductor acerca de su ciudad. Al rato se acercó hasta el portón de vigilancia una camioneta panel pequeña de reparto, de color blanco, con el logo de la Floristería, el vigilante le indico al joven conductor esperase que se comunicaría adentro con alguien. Presumí eso de la conversación temporal entre ellos, ya que el vigilante tomo un teléfono, hablo y posteriormente le indico al joven cuál de las casas era. La camioneta ingreso al conjunto residencial y podía ver a lo lejos donde aparco el vehículo, abrió el chico la portezuela de la camioneta y tomo el ramo, si, el ramo elegido, camino hacia la entrada de la casa, yo no podía ver quien salió a atender. Espere un rato hasta que salió el chico nuevamente, se montó en la camioneta, la encendió y salió del área nuevamente a sus obligaciones, despidiéndose del vigilante. Yo satisfecho con lo establecido, reía sin poder contenerme, el conductor creo yo logro entender de qué se trataba, sin embargo amablemente le pedí regresaremos nuevamente al centro y me dejase en el hotel señalado, para ir a descansar, ya había visto lo necesario...

De esta manera había logrado otro sorpresivo suceso en la vida de una chica, realmente mis expectativas eran buenas, aun cuando yo no pudiera saber sus consecuencias inmediatas, solo imaginaba, pero lo que no había duda, era que tenía que haber un impacto sobre estos acontecimientos y la vida que hasta ahora ha tenido ella, sobre todo porque ella no sabe “de dónde vienen las flechas de Cupido, que solo quieren ablandar y entrar a un mundo desconocido y misterioso”...

El taxista me dejo en las puertas del hotel, le cancele por sus servicios y él gentilmente me extendió una tarjeta con su número de teléfono personal, indicándome lo llamase para cualquier necesidad de servicio, que me puede llevar donde quiera ir, y esperar el tiempo que requiera yo independientemente de mi necesidad. Asentí y le agradecí, indicándole que así lo haría, le suministre mi número de celular y él lo anexo a sus aparato con mi nombre, asumiendo colocaría el nombre del hotel también para no olvidarme, y nos despedimos...

Entre en mi habitación, me disponía a echarme un baño, bajar al restaurant posteriormente en la noche, cenar algo, y luego subiría para dedicarme a comenzar con mi otra línea de acción, pero eso, si, eso, eso se los dejo para el próximo capítulo, porque déjeme decirles, ni se imaginan las consecuencias de la entrega de ese ramo de flores en la puerta de su casa, y por supuesto, ni ella misma podía ver venir la bola (como se dice popularmente en el béisbol), de semejante acción, por muy sencilla que esta parezca, jajaja, esperen para que continúen escuchando la historia con algunas interrogantes, de dos seres que se cruzaron en un mismo camino, en un momento sin ninguna premeditación...

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