martes, 24 de marzo de 2015

La predisposición a las palabras, la desconfianza y la intolerancia…



Puede sonar duro, repetitivo, más de lo mismo, hasta algo que ya entra en el cansancio de escucharlo, leerlo o de escribir, tal vez acerca de esto. Sin embargo y atreviéndome a ir un poco más dentro de la terminología y los aspectos culturales que en la gran mayoría de las sociedades nos caracteriza, nos estereotipa y hasta nos clasifica, dada entre ambos géneros, pudiera tratar de expresar algunas apreciaciones y comentarios, producto de mis experiencias, citas de algunas amistades y familiares, y anécdotas de otras personas de las cuales he leído en algunas publicaciones…

Para muchos y en ambos géneros de nuestra sociedad, resulta a veces temerario, arriesgado, tal vez osado, o simplemente por una manifestación natural al emitir una opinión, apreciación o comentario, y que en algunos casos con poca o mucha información al respecto, sean mal interpretadas esas palabras emitidas. Lamentablemente parece un gran defecto en muchas personas. Tal vez la razón sea simple. Son tantas las veces que nos han herido, manipulado, ensañado, utilizado y hasta cuestionado, llegando en algunos casos hasta de juzgar a las personas, que nos convertimos en seres desconfiados e intolerantes. Entonces nos creamos una coraza, un escudo o un protector a nuestro alrededor, para evitar antes de cualquier eventualidad, podamos sentirnos agredidos…

Es muy cierto y con toda la razón tal vez, que nuestra sociedad sea la responsable de esas conductas y actitudes. Son tantas las anécdotas y referencias en la gente, que en muchos lugares la gente adopta y hasta asume esas conductas, en vista de la capacidad de algunos para perjudicar a las personas, y bajo cualquier pretexto. Nos convertimos en seres muy desconfiados y a veces intolerantes, en ambos géneros reitero. Cuando cito cualquier pretexto, es desde lo más natural, moral o espiritual, como en aquellos casos donde prevalece la malicia para dañar tu ego, tu personalidad o tus habilidades, y hasta perjudicar en términos materialistas. Aunque muchas veces no sea así, porque caemos en lo que describo al inicio, una mal interpretación de las palabras producto de una predisposición a lo que se escuche, lo que se percibe, lo que se escribe o lo que se dice…

Resulta poco procedente a mí parecer, el medianamente administrar las palabras antes de emitir un comentario o una opinión. Obviamente también se entiende que muchas veces dependerá de las condiciones como se emitan, se escriban o se perciban, sin embargo creo que al menos algunos puedan tener la capacidad, de tal vez saber a veces él cuando, donde y como decirlas. Por prudencia, decoro, sutileza y hasta consideración. Tal vez a veces el tono con que se dice o se manifieste, pueda resultar comprometedor, pero también muchas veces estoy casi seguro, no ha sido con beligerancia o con mala intención, como lo decimos popularmente…

Esa desconfianza con la cual la gran mayoría convive, a veces es tan dañina o perjudicial que propicia y permite que al encontrarnos con tal vez buenas intenciones, o buenas señales, simplemente las dejamos pasar e inmediatamente se enfilan las armas verbales y se escudan en interpretaciones erradas. Se han visto casos donde tiempo después algunos que percibieron la situación de una manera equivocada, se arrepienten pero no reconocen el error. Eso también forma parte de las consecuencias erróneas, al no aceptar por una dignidad tonta, que se equivocó. Al final todo se pierde aun cuando la vida continúa sin detenerse. Lamentarse nunca servirá de nada si no se decide a reconocer que como seres humanos, la perfección no existe. Lo que existe es la rectificación y la aceptación de poder cambiar para bien, con todo lo bueno y malo que existe…

La intolerancia nos ha llevado a grandes problemas y conflictos, como consecuencia de muchas de estas eventualidades, en todos los aspectos de la vida. En las familias, en las relaciones de pareja, entre amigos y vecinos, en reuniones donde compartes con diversidad de personas, en fin en casi todas las ocasiones donde convergemos muy a menudo. Para muestra un botón, en nuestra sociedad y tal vez no es para menos, cuando consigues personas que su reacción ante las posiciones u opiniones, son agresivas, cortantes, hasta groseras y de una falta de sensatez a la hora de responder. Tal vez algunas no con ese tinte, pero si dejando ver que se sienten ofendidos sin razón alguna en ciertas veces. Es parte de los cambios a los que día a día vamos asumiendo y vemos como se convierte en un instrumento común, hasta  que forma parte de una costumbre…

En ningún caso pretendo que pasemos por ser ingenuos, inocentes o incautos, asumiendo que todas las personas andan en la vida con muy buena actitud y sin las pretensiones de obrar de mala fe, como decimos coloquialmente. Porque si las hay realmente, solo debemos confiar en nuestros instintos y eviralas a toda costa. Pero lo que sí creo es que en la medida que recapacitemos, reconsideremos y nos podamos convertir en seres humanos que propiciemos en los mejores términos que podamos disponer, con educación, sentido común, tacto y consideración, tal vez, solo tal vez, podamos ayudar aunque sea en una medida pequeña, a cambiar nuestro mundo y a darnos ese voto de confianza que muchos necesitamos hoy día. Es completamente necesario y hasta procedente podamos dar esos pasos, uno a la vez, coadyuvando, contagiando, compartiendo y logrando que poco a poco se sumen a estas iniciativas, y estoy muy seguro que eso puede cambiar en parte a lo que hoy hemos llegado sin necesidad. Hay sociedades en el planeta que culturalmente hablando están clasificadas con niveles de aceptación, felicidad, honradez y mejor calidad de vida. Todo eso está debidamente documentado y estudiado, ya que eso sirve de parámetros para tener esa mejor calidad de vida que se necesita…

De eso se tratan estos sencillos aportes, de eso se tratan estas apreciaciones y tal vez no sea la persona más adecuada para realizar las mismas. Sin embargo y después de todo, simplemente me atrevo a plasmar de acuerdo a mis vivencias, a lo visto y a lo escuchado, a lo leído en otras publicaciones, que muchas veces las cosas que se dicen o se manifiestan, no llevan el tinte mal intencionado o prepotente. Solo que algunas veces nuestros estados anímicos nos llevan a dar respuestas o a escuchar que suenan a eso, aunque en el fondo no sea así. Aprendemos día a día, poco a poco, de los fracasos, de los errores y de los aciertos, a encontrar una mejor manera de convivir, de compartir y de prosperar, para tener una mejor calidad de vida, sin menospreciar absolutamente a nadie…

No hay comentarios:

Publicar un comentario