martes, 14 de julio de 2015

Sacrificios y algo más, que una simple expresión a lo que estamos dispuestos a dejar por una mejor sociedad para las nuevas generaciones…



Una palabra que encierra tantos aspectos que están más alrededor nuestro, que propiamente aquellos que aunque parezca extraño, están intrínsecos en nuestro ser interior. La evolución del ser humano a través de los siglos, las nuevas tecnologías, el mismo avance de la ciencia, la difusión a través de los medios de comunicación del marketing y las tendencias, incluso el uso masivo de las redes sociales, han singularmente desviado bastante ese aspecto tan humano, tan de nosotros en épocas pasadas, tan emotivo, especial y universal...

Las sociedades han ido desarrollando aspectos con tendencias más superficiales, que aquellos que tiempo muy atrás, nos erizaba la piel como se dice folclóricamente, “de gallina”, cuando se trata de vivir esas experiencias “en carne viva”, como también se dice popularmente. Hoy día se siente, se percibe y se nota generalmente que muy a pesar del acercamiento en tiempo real, acortando las distancias y accediendo a todo aquello que “nos interesa”, dejo de ser una prioridad o importante, las sensaciones y emociones de las personas, el compartir con alegría, nostalgia, dolor o satisfacción.  Eso que para aún algunos de nosotros consideramos más importante, como mirarse a los ojos, sentir y tocar la piel, abrazar a la persona, y hasta tratar de “ponerse en sus pantalones”, simplemente porque la sociedad así hoy lo ha impuesto…
Antes cuando partíamos hacia una nueva incursión personal, fuese por vacacionar, por ir a estudiar, por hacer un trabajo determinado en un tiempo determinado, hasta por la ansiedad en las relaciones interpersonales de que llegase el momento, el día, la semana, la hora, el minuto o simplemente el instante de ver, sentir, escuchar y compartir con esas o esa persona, esos momentos, pues esas sensaciones dejaron de ser mas importantes o relevantes en la gran mayoría, porque fueron sustituidas por las nuevas tendencias. Un mensaje de texto, por whatsapp, por MSN, por e-mail, por facebook, linkedin, instagram o cualquier otra aplicación, red, sistema de comunicación disponible, es el recurso apropiado para cumplir y hasta ahí es suficiente. Y por esos medios por más que tratemos de transmitir emociones a través de las palabras, estas dejaron de ser hasta útiles en muchos casos, bien por el receptor o por el que envía la información, sea cual sea. Ahora las minimizan, las reducen, las simplifican y las nuevas generaciones solo entienden de qué se trata, mas no sienten en lo absoluto nada. Esa es una realidad. Y muy a pesar de que a lo largo del proceso educativo en los planteles, durante los primeros 14 años (tres en pre-escolar, seis en primaria, y cinco en secundaria), no son suficientes para escribir, redactar, leer y expresar lo que naturalmente por dentro llevamos intrínseco...

Los adultos formados, educados y llevados bajo las viejas escuelas por decirlo de alguna manera, y entendiéndose que no me considero un anciano, o en su defecto alguien de la tercera generación, cuando les indicamos, manifestamos, decimos o les insinuamos que la calidez, la sinceridad y la manera como deben tratar en lo posible de conducirse, dirigirse o expresarse, debería ser más cónsona a lo que se debe sentir, simplemente se molestan. Hoy día ni siquiera son capaces de subir la cabeza del dispositivo (celular inteligente, tableta super-inteligente o mini-laptop ultra-inteligente), porque están ocupados en algo que si es relevante, y eso a lo que nos referimos dejo de ser importante para ellos. La pregunta que algunos nos hacemos, ¿Dónde y cuando dejamos que esto pasara? Tal vez todos somos co-participes y culpables directos, al no instruir en ese sentido, que muy a pesar de la evolución de las sociedades, de las nuevas tecnologías, las tendencias y la manera de conducirnos hoy día. Los sentimientos y las sensaciones nunca se van a extinguir. Y solo por una razón sencilla, sublime y universal, todo ese ADN viene intrínseco en la sangre, en nuestro cuerpo y en nuestras mentes. Tenemos la capacidad de reaccionar y accionar las neuronas, para que el cuerpo y la mente enciendan todos esos ingredientes que están dentro de cada uno de nosotros...

¿Qué estamos dispuestos a dejar de ser? ¿Qué estamos dispuestos a hacer? ¿Qué estamos dispuestos a cambiar? ¿Qué estamos dispuestos a perder? El materialismo ha inundado lamentablemente a las sociedades. Absolutamente todo lo que el ser humano ha generado, creado, formado y desarrollado, ha servido para que avancemos, mejoremos, podamos convertirnos en mejores profesionales, técnicos, trabajadores, educadores y especialistas de lo que sea, pero nunca podremos dejar de ser humanos. Nunca será posible que nos comportemos como las mismas máquinas que construimos para beneficio propio. La conducta de nuestra sociedad debe tener un punto de inflexión, de corrección y de re-orientación, para todos aquellos aspectos que repito, deban permitir beneficiar para mejor, para bien, para dejar a las nuevas generaciones ese legado y ese ingrediente que la historia misma se encargara de recordar, tal como lo hace en algunos casos, para algunos de nosotros que extrañamos bastante esas conductas y esas maneras de ser mejores personas y más humanos...

Si cada uno de nosotros puede dedicar veinte minutos de tiempo al día sobre nuestros hijos, sobre la familia, sobre los amigos, los conocidos, hasta los que no conocemos, para que esa dedicación pueda abonar un mejor camino, tal vez, solo tal vez, esa contribución pueda ayudar a re-conducir y hacer entender a las nuevas generaciones que la vida no se trata de marcas, de tendencias, de materialismo superficial, de redes y algo más. Se trata de no permitir dejar de ser humanos, nobles y amables en todo su contexto, más allá de las circunstancias, situaciones y eventualidades. Al final la historia misma de la sociedad sabrá interpretar la lección dejada, heredada y transmitida a los que por llegar están...

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