sábado, 22 de octubre de 2016

¡¡¡Olé, olé y olé, viva el capoteo, la diestra faena, mil botas con vino y mil fantoches quienes lo bailan, al compás del martirio!!!



Saltando desde las bardas de aquellos senderos, sale reluciente rumbo al ruedo, nuestro amigo “el andariego”, hoy vestido de gala, bailando entre un montón de damas, bebiendo hoy más que ayer, quizás como nunca, señala la tarima donde rinden oda al temible bandolero, y brinda con bota arriba, con su boca abierta al licor pendenciero, y suena la maldita banda, cuando la muleta embiste a la bestia, quien muge de rabia, porque a su lado él lo danza, con su ágil maestranza, desliza entre lid y soltura, cual fandango en comparsas, y es entre mil colores y banderillas punzadas, quien derrama la sangre, esa que sale de la piel torneada, de esa musculatura bravía, de esos ojos que saltan, y dicen en la faena, que viva la magia, que viva la tarde, olé al torero, olé al vino, olé a la bestia, quien sabe ya cual será su destino...

Todos lo miran, todos lo alaban, todos se agitan, todos se abrazan, tercer cuarto de tarde y apenas arde la empalizada, es el sainete quien baila, y baila con muchas ganas, y embista a las damas, cual torero de la plaza, y mientras ahí sigue esa faena programada, se oyen cantares, y es la maldita banda, quien vuelve a sonar, desde la entarimada, porque el ilustre “mataor”, goza mil capoteadas, es el olé a grito perplejo, es el olé en toda la condenada plaza, y alzan las botas, y tragan y tragan, viva la vida, viva la danza, vivan las damas, que entre escotes y nalgas, seducen a cualquier alma, la muergana quien está muy encabronada...

Sueltan mil carcajadas, con gritos y coplas de mil almas desaforadas, es de esas tardes relucientes, de ese sol inmaculado, porque es entre sol y sombra, que se abaten mil ganas, las tribunas repletas, ya no cabe un puta alma, banderillas van, banderillas vienen, y el toro lo embiste, a se caballo bien “tapao”, quien con ojos bien cubiertos, no le importa cuánto lo han maltratado, porque es su gordo jinete, quien lo lleva asustado, y es la puta pica, esa quien revienta a un lomo sangrado, de esa pobre bestia, quien está intentando, acabar su jornada, sin saber ni siquiera, que su muerte temprana, está casi asegurada, pero está el sainete al frente, incitando al milagro, incitando a la bestia, para que no caiga en la maldita jugada, y salve su alma, salve su piel, salve su porte, de esta maldita gente, quizás despiadada, quienes por beber y gritar, desean ver a la muerte, desean ver mucha sangre, entre la arena perenne y la curtida empalizada...

Son los trombones, son las trompetas, y es el oboe y es la muleta, que se escucha sin desentonar un pasodoble entonado, y urgen mil centellas, y estallan mil tonadas, más allá de la entarimada, y “el andariego” quien se hace, quien bebió demasiado, pues entre risas y bailes, él danza al compas de esas ardientes damas, con su flamenco él incita, a la burda y descarada plaza, y él solo ve a la gente, quienes lo creen el sainete, el loco de la puta plaza, ese quien deleita por mil bufonadas, pero se equivocan todos, es más sabio que el diablo, es más temible que el santo, quien protege a esa alma desconsolada, por quien abajo sangra, por quien abajo lidia, entre la arena, los capotes, vítores y gritos, de esta encabronada plaza, y él mira a la bestia, a esos ojos brillantes, entre rabia y un corazón incesante, quien lucha por su vida, más allá de esta faena, porque a él lo eligieron, para llevar esta gran cruzada...

Ruedan mil vinos, entre mil botas mezcladas, hasta con jugo y licores divinos, de dulce almíbar, de ese de alcohol bien caro, ese por quien levantas, a cualquier enamorada, y beben mil hombres, y beben mil damas, quienes gritan ole con ole, hasta quedarse sin ganas, y es el toro quien pierde fuerzas, y es el sainete quien reza entre sus penas, entre esos gritos de alegrías y de azucenas, por ver la sangre en el ruedo, el rojo vivo de esa pelea desaforada, para admirar al de colores, quien baila al son de la entarimada, él hace lo suyo, hace por lo que le pagan, es la faena perfecta, de un toro que lidia, al compas del verdugo que inquieta, quien está pensando, en perdonar la vida, si la vida de la bestia, pues salió batallador, con alma de hombre envalentonado, luchando hasta más allá de lo que imaginaba, y siguen danzando, y siguen alabanzas, y siguen los gritos, y sigue la maldita banda, sigue el capote, sigue la faena mejor que mil zancadas, es la tarde perfecta, es el suspenso que tienta, evitar la muerte, del padrote de la hacienda de los Arriaga, ellos son andaluces de sepa, de tres generaciones en el arte de la tauromaquia...

Y llega a la tribuna la diva, la rubia platinada, vestida toda de negro, con sombrero de ala ancha, con una blusa blanca y una rosa en el pecho, de labios encamisados, de ese rojo sediento, por quien moriría cualquiera pendejo, por sentir cualquier beso, y ella se empuja la bota, del hombre quien la acompaña, un bufón de la calle, quien aparenta con sus sobras, por tener tanta plata, pero al hablar se incomoda, y es el licor quien lo hace, ventilar sus maromas, es más de lo mismo, es lo que siempre se ha visto, y “el andariego” ya ha visto, por dónde van los colmillos, de esa astuta diabla, quien derrama delirios, por donde pasa sus ancas, es alta, muy esbelta, buenota la cabrona, indiscreta, sabe lo que tiene, y se alza entre mil gritos, pues de algo le ha servido, la figura por quien ha mantenido, entre el gym, las frutas, la comida y lo mil acertijos, de aspirar por quien brille al tino, por ese hombre quien valga, lo que ella ha pedido...

Continúa la faena en la arena, continua la lidia sin penas, es el toro quien va y encamina, a no perder su vista, por ese capote rojo-amarillo, con su patas muy firmes y aun con mucho brío, y el andaluz lo tornea, lo capotea en la arena, y baila divino el danzón, muy flamenco el cimarrón, y suena el pasodoble al ritmo, de la banda que marcha con tino, todos bailan, todos gritan, olé, olé, olé, el toro se luce, el de las luces lo asume, es la tarde perfecta, es la magia del día, la gente lo aplaude, la gente lo grita, no mates la bestia, el ha hecho la gran faena, y miran al gran jurado, un poco de ancianos elitescos, los que llevan la batuta en la mano, quien muere, quien vive, y al toro han perdonado, mil algarabías han sonado, el toro mira al sainete, el sainete bendice sin creces, han salvado la bestia, merece una segunda mano, ahora a curar sus heridas, se retira a una gran vida, pues vuelve a la hacienda con porte, a procrear descendencia el padrote, y retirarse a la sombra del roble, a esperar con sus años no estorbe...

Y lo cargan con vitores, con aplausos y alegrías, pues es el torero quien trajo a este día, mil gritos, mil ofrendas, mil tragos y mil almas sedientas, por una faena muy entretenida, es entre tumultos y birretes, que siguen los tragos, siguen bebiendo desaforados, con mucho deleite, y con mucho torrente, es el momento de cruzar a la gente, para alcanzar a la diva, a esa mujer por quien el loco suspira, entre loqueros, borrachos e impertinentes, la diva lo mira, el sainete la cruza, son miradas que derriten, los deseos de mil alicientes, pues es el vino, son los tragos, es la gente, es su destino, buscar culminar en esos caminos, juntar la magia de un romance, de un placer, del besuqueo y del poder, entre un hombre y una mujer, quienes juegan hasta más no poder, a quien es el verdugo, y quien cederá su derrier, y se toman de manos, y al bufón lo dejaron, y a las afueras se apartaron, entre bebidas y tragos, hablaron de algo, de todo lo que gustaron, y por los poros afloraron, el deseo de sexo, sudor y desnudos de enamorados, pues es la tarde perfecta, pues el torero no mato, pero sacio la pasión, y el andariego logró, matar su ilusión, a la diva platinada, pues la hembra tiene lo suyo, y el sainete tiene lo de él, y pasaron una noche, entre velas y diretes, no se cansaron sino hasta ese amanecer, que quedaron exhaustos de tanto trinquete, fue amor, fue pasión, fue deseo, fue locura impregnada de sexo y desinhibición...

Fue un martirio, fue un tedioso delirio, suspirar por la bestia, suspirar por la vida, suspirar por la hembra, por quien cualquier loco no olvida, y fue el loco por quien no pensaron, se llevaría el trofeo de un mejor regalo, una tarde de faena, una tarde de gritos, allá en la arena, en una tarde de danza y de brillo, como nunca antes había tenido, pues fue la vez que entrego su alma, a esa diabla por quien valió la pena, morir por esa mirada, morir por mil estocadas, olé una vez más, olé, olé y olé, por los mil fantoches quienes gritaron en vilo, por esa bestia quien bailo con tino, al ritmo de un pasodoble pero muy divino. ¡¡¡¡¡Olé!!!!!...

1 comentario:

  1. Woow! simplemente maravilloso y fascinante!!
    Mil Felicitaciones Esdras,abrazos cálidos y Bendiciones...
    Me encanto!

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