viernes, 14 de octubre de 2016

De un cuento miserable, de esas historias interminables y de un danzante embriagado de un amor inolvidable…



Y un nuevo amanecer llegó, luego de esa farra, borrachera y pestilencia, que a cigarro con aguardiente le dejo, la noche de luna que lo volvió, como el andariego mulero danzante de ese sortijón, y como cada día en este hermoso continente, aun plagado de flagrante verde, realmente crudo, letal y hasta insolente, abarrotado de una sociedad insurgente, con deseos y anhelos de surgir entre miles de desmanes, de patanes, charlatanes, zorras y lengua largas desobedientes, es la viva escena, es lo que a diario envenena, es lo que te envuelve entre las penas, sobre estas calles pestilentes, algunas limpias, sanas y obedientes, pero no es el común en este cuadro a veces maloliente...

Ya no había marcha atrás, el pasado había quedado entre escombros, entre las arenas, entre recuerdos diluyentes, ahora era el presente, era lo conveniente, habían sonrisas y risas, hubo penas y tristezas, también tragos amargos, si, de esos muy amargos, sin embargo todo valió la pena, y entre tragos de vino, cerveza y licor del más fino, bailaba sin parar, entre miradas que envenenan, cruzaba las calles, andaba sin prisa, y sin trabajo, y sin estar pendiente de los que miran, de los que hablan pura paja, de los que dicen que ayudan a quien grita, y simplemente los utilizan, los seducen y los humillan, así lo veía, así lo sentía, así día a día, este sainete danzante, se hacia el loco, con estropajos, despeinado y con mucho tino, los veía entre sus lentes oscuros, los marcaba, no los odiaba, pero entre sí decía, algún día, sé que algún día, la factura has de pagar, y seré yo quien ría, pues entre sus risas, murmullos y alegrías, en su bolsillo no le faltaba, su fajo de billetes escondido, para hacer de las suyas sin aparentar su propio destino...

Cuenta su compañero de farra, de tragos, de borracheras y de cuanta vaina tú encuentras, en esas noche de luna llena, la tragedia por la que bebía sin tregua, esa que lo embriagaba de penas, que de su trabajo lo habían echado, por intentar hacer lo suyo con exigencia, en su casa lo culpaban de tantas ausencias, y solo se esforzaba por trabajar para llevar lo que pedían sin tregua, su mujer se acostaba con cualquiera, por billetes, por tonteras, solamente para que le dieran por donde quisieran, ya que su marido ni siquiera la veía en su mesa, sus hijos ni aparecían, se fugaban, se excusaban, para no dejarse ver la cara, porque les daba vergüenza, se esforzaba todo lo que podía, pero nunca fue suficiente para aliviar tanta pena, y llego el momento de saciar sin vergüenza, pidió dos botellas, convido al sainete danzante a compartir con sus letras, esas historias que te dan ganas de llorar, y también te dan pena, no por vergüenza, sino porque somos parte de esas historias de dolor ajenas...

De elecciones, decisiones y consecuencias, somos culpables siempre, nadie nos coloca una daga en el cuello, nadie nos obliga a hacer lo correcto, o lo peor del momento, somos consecuencia, de esos malos ratos, de esas angustias, de los sobre saltos, de las ilusiones, de los sentimientos y de encuentros, con mil deseos de llegar como el viento, lo más lejos de nuestros tormentos, apostando siempre, a ganar sin ser prudentes, a veces la pegas, y otras trastabilleas, te caes, te vuelves “una verga”, te destrozas, y aun así, te levantas nuevamente y sigues la senda, cambias la ruta, modificas lo que sea, para seguir adelante, porque siempre, siempre, valdrá la pena, intentar todo con lo que tengas, aprendiendo de errores, y enseñándote sin vergüenza, que nadie aprende de otros, y que tu lo intentas, aun cuando otros intenten frenar, esos destellos de luces, que te dan las buenas vibras, para alcanzar lo que de verdad tú tientas...

Y eso le decía repetidamente el andariego a su compañero, al pobre condenado, pues entre copas, y botellas de vino y cerveza, en ese rincón del bartulario, a baja luz y sin presencia de ningún otro aprovechao, hábilmente lo llevaba a su entramado, lo colocaba en la arena de los desdichados, citando encuentros y aventuras de miles de condenados, incluyéndolo a él, que pasaron por todo ese parvulario, relicarios y sudarios, pagando penitencias, pagando las avenencias, pagando los errores de esas elecciones que llevaron al fracaso, pero que detrás de ese elección, nos deja siempre un aprendizaje, pues nadie es perfecto, y nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde, y todos somos sainetes de este hermoso viaje, y vivimos la vida entre diretes, miradas, comentarios y esfuerzos por ser mejores que nadie, pero es nuestra vida, son las pruebas que a veces esta injusta y cruel vida, nos pone en frente de aquellos que no nos miran, por lo que realmente somos, sino por lo que tenemos encima...

Elegiste a una perra, él sainete le decía, vestida con piel de oveja en aquella vez que se presento con mucha pena, con esa sonrisa somnolienta, de ojos encantadores, de mirada seductora, de escote entre esos buenos melones, y de andar sin vergüenza, pero escondía bajo esa escena, las garras y la manera de seducirte, sin que te dieras cuenta, para alcanzar su meta, agraciarse sin saber tu lo que realmente escondía, pero tranquilo, aun sigues aquí, vivo, despierto, embriagado de alcohol solo por tus penas, tal vez tú la querías, pero ella le interesaba lo que tú le traías, no lo que tu sentías, quizás fue de esos trastabilleos en el camino, y más adelante todo podrá ser mejor, que en ese entuerto en el que te enredaste por tu propio instinto...

Y por los hijos no te preocupes, mas tarde que temprano ellos pagaron con su propio destino, nadie está exento, de sus culpas, fechorías, vagabunderías y de sus propios mal oficios, el universo entero se encargara de sus caminos, y trastabillarán, y se caerán, quizás más profundo que quien los trajo, quien los alimentó, y quien los acobijo, aunque no fueses el padre perfecto, pero intentaste tu mejor concierto, para construir tu castillo imperfecto, que se derrumbo no por tu amor, sino por la avaricia y por la conspiración, de quitarte todo lo que construiste con esfuerzo e ilusión, aprendiste la lección, pero mira hacia adelante, pues allá siempre hay mayores tentaciones, mayores elecciones y tal vez mejores decisiones, a las que ayer te embarcaron en esa aberración...

Pídele perdón a Dios, pídele perdón a todos ellos, pídele perdón a quien te humillo, a quien te utilizó, a quien no entendió, que no eras perfecto, y que solo intentaste lo mejor, bebamos esta botella en celebración, brindemos por esta noche de desorden pero de consideración, quien te apoyó sin ningún interés en esta ocasión, porque entre soledades, penas y desilusión, llegan los destellos de un mañana quizás mejor, porque lo que por mal camino te llegó, el universo entero se confabula para mejor, tal vez no es ahora, quizás tarde un tiempo, pero asi se aprende la lección...

Y llegaron de repente, en esa madrugada muy perenne, dos yeguas estridentes, muy alegres y displicentes, a embriagarse con mucho alcohol, envalentonadas con vestimenta de coloración, sin dejar de prestar atención, a aquellos que intentaban aprovecharse de esa ocasión, no eran fáciles, no eran perras, eran de esas mujeres alegres, guerreras, andadas por esas carreteras, de cuestas y de miles de cuerdas, de historias y de escenas, que sabían algo, que no eran cualquiera, miraba prudente el sainete danzante, cual hecho el loco entre palabras van y palabras vienen, propiciando con aliciente, se sentaran en ese rincón del Albacete, para brindar con su amigo, el pendejo quien liberaron de ese mojalguete, para ver un mejor futuro entre risas y diretes, no importa lo sucedido ayer, hoy es otro día que comenzó con mucho fulgor, y hay que ver la vida con humor, con pasión, con esa sensación, de dejar todo atrás y continuar el camino entre polvareda e inconvenientes, para abrir todo un mundo de oportunidades y de emociones con amor...

Mil desilusiones tuvo él en su ocasión, mil inconvenientes la vida le dejó, mil oportunidades también tuvo el loco en cada ocasión, algunas las pego, y en otras fracaso, pero aun así continuo él dando lo mejor, le decía al grupo reunido embriagándose todos con humor, les hablo de su gran amor, les hablo de toda su ilusión, les hablo de lo hermoso que sucedió, pero que quizás no estaba destinado para su mejor ocasión, y de esta manera el continuaba aprendiendo la lección, les dijo que pidió perdón, les dijo que aún sigue pidiendo perdón, y que perdonarse a sí mismo, lo volvió más humano y más libre de lo que pueden imaginar sin contemplación, y también él sufrió, y también en silencio lloró, pero eso lo hizo más fuerte y se envalentonó, en lo que hoy se convirtió, le aconsejó a su amigo de copas en esa noche de celebración, que bebieran hasta emborracharse de tanto licor, no por dolor, sino por abrir un nuevo mundo de ilusión, porque las oportunidades están afuera esperándolo con tesón, para regalarle por lo que tanto trabajo, quiso y amó, porque a veces lo malo trae cosas buenas, y al final de esa tormenta, que pasará en ese momento de revelación, pero que debe continuar trabajando como lo ha venido haciendo, porque nada llega gratis caído del cielo como premio de consolación...

Y entre la música de una buena rocola, diez botellas de vino, veintiocho botellas de cerveza, tres platos de maní, dos ensaladas con aguacate y palmito, y esas dos mujerones, que se sentaron a compartir cuatro destinos de desencantos y desamor, se embriagaron todos con tanto alcohol, con humo de tabaco y cigarrillo de Ecuador, hablando, riendo, llorando y contando anécdotas, de esos cuentos e historias en esa noche de celebración, porque para el sainete danzante, la vida es una tómbola, es un circo, es un sube y baja de emociones y de dolor, que abre funciones, asi llueve, relampagueé o truene, y que todos se montan en el vagón de la ilusión, para aprender y dejar en el camino, lecciones de humor, sueños, alegrías y de dolor, pero todo siempre por amor...

Más adelante continuaremos narrando más cuentos de tragos, de encuentros, con desatinos y de ilusiones de amor, algunos de este bailaor farolero y pendenciero, conocido en el mundo como el "Sainete", quien se mueve al paso del mejor capoteo con un clarinete, y de sus compañeros de farra, de cruces de caminos y de otros que en su destino, le dejaron huellas de aprendizajes y de una hermosa lección...

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