viernes, 29 de enero de 2016

De Tentaciones al atardecer, y de Pasiones al anochecer…



Capítulo II – Un encuentro fugaz, en medio de la oscuridad…

Era uno de esos días, cansada de los avatares en la oficina, discusiones estériles con clientes que realmente no tenían claro su propio negocio. Yo necesitaba un respiro, un desahogo, un cambio en mi sustento, olvidar la semana y buscar algo que realmente me entusiasmara el espíritu. Ya eran varios meses a solas también, luego de mi última relación traumática y enredada. Necesitaba un cambio a esta rutina. Era hora de encontrar emociones y darle un vuelco a las vicisitudes...

Miré la hora, la tarde había estado un poco intensa y el tiempo transcurría apresuradamente en la oficina. Decidí ordenar mi escritorio, archivar documentos, darle las últimas instrucciones a mi asistente y esperar llegase la hora para cerrar rápidamente acá. Salir a respirar, para caminar un buen rato por las calles de mi ciudad. Tenía que despejar mis pensamientos, en una noche quien pintaría tal vez, mejor de lo que presumía. Yo esperaba estuviese iluminada por estrellas, con una luna algo lejos, era tiempo de cuarto creciente. Las personas iban y venían, parecían autómatas, unos apurados por tomar taxi, otros discutiendo por los celulares, más allá de algunos encuentros románticos. Los vendedores ambulantes buscando su rebusque entre oportunidades, algo de tráfico ya convencional, viernes por la noche de final de mes, se avecinaba un fin de semana tal vez intenso...

Logré avistar un establecimiento bastante adelante, ya tenía caminando algo más de cuarenta minutos. Me encontraba algo más relajada y suelta, luego de dejar atrás el ruido del trabajo y el estrés. Algo me llamó poderosamente la atención. Había una pancarta anunciando la presentación de una banda de jazz, eso me atrajo mucho, música relajante, unos tragos, tal vez buena compañía, una subida de tono, y posiblemente un encuentro de esos fortuitos, que te llevan a la cama y algo más...

Decidí entrar, un chico en la puerta amablemente me abrió la puerta y otra chica adentro me condujo hasta la barra. Bastante agradable la decoración, una gran barra con luz indirecta bajo todo su tope, mesas bien disgregadas, se notaba que los dueños posiblemente pretendían que los visitantes se sientesen relajados, cómodos, sin tanto ruido, algo medianamente iluminado, pero con un gusto muy minimalista, colores tierra y ocre prevalecían en el ambiente. Todas las sillas y butacas de cuero marrón y las mesas en tonos beige. Música de fondo en lounge y smooth jazz, extraordinario. Realmente me gustaba el lugar. Obviamente llegue sola y me condujeron hacia la barra, un buen lugar, desde ahí veía perfectamente la tarima del grupo.  El barman, un joven apuesto y educado, inmediatamente se me acercó y me coloco una copa tipo flauta, con una rodaja de lima, un tono color rosa en la bebida, muy tropical, y con un aroma aterciopelado y cítrico a la vez. Gentilmente me indico que aceptara el trago, que me encantaría. La noche apenas comenzaba y deseaba tener emociones, comenzando por un buen trago. Y así comenzó el nocturnal para mí. Realmente el sabor del coctel era indescriptible, me sedujo al instante y comencé a imaginar los mil y un encuentros, en una noche de relax y de seducción sin condición...

El establecimiento poco a poco fue ocupándose, llegaban bastantes parejas, algunos grupos quizás de compañeros de trabajo, otros de chicas como equipo de voleibol, unas más bonitas que las otras, pero todas alegres y dispuestas a pasar una noche de copas y de diversión. Mi barman apuesto, siempre atento y pendiente de que no me aburriese aun estando sola. Una que otra pregunta con mucha discreción, chistes, sonrisas y picardías, pero sin intentar abusar en pretensiones. Eso me agradó, a pesar de que estaba dispuesta a ir más allá, pero tal vez no era lo que el chico buscaba, o no era de su tipo. Los efectos de los tragos me hacían imaginar los mil y unos destellos de encuentros, de esos que anhelas, que deseas, que quieres, que te sorprenden. La noche continuaba sin desdén, y el público aumentaba con placer, la hora de la primera presentación de la banda estaba por llegar prontamente a suceder...

El anfitrión de la banda, resultó ser el barman quien me atendía. Muy hábil para entretener al público, bastante ameno, con ciertos chistes picantes, muy jocosos, y anunció la presentación de los miembros del grupo. El primer set de los chicos comenzaría con un toque de temas clásicos en una versión de potpurrí, versionados al estilo Smooth Jazz. El vocalista un chico un poco corpulento, no tan alto, pero con una voz melodiosa y muy agradable. Los acompañaba una chica quien hace de la chica ¡hmmmmm!, ya saben, esas que causan ganas y deseos en las melodías con cierta carga erótica y placentera...

Ya casi por finalizar el primer set de jazz, por alguna razón que no logro describir, volteo hacia la entrada del local, como si realmente estuviese esperando a alguien, y veo entrar a un chico, no tan alto, pero si bien vestido, aparentemente conocido por algunos de los presentes, e inclusive por mi barman preferido, quien lo saludó desde su ingreso al recinto. El chico vestía una chaqueta de cuero negro corta, un pullover de color negro, y pantalones de color gris con espejuelos claros, con una montura muy fina, quizás con cristales al aire. De lejos se veía muy atractivo. Obviamente no podía dejar de mirarlo, tal vez los tragos y mis ideas de una noche de sorpresas, me tentaban a buscar como dicen algunos, “lo que no se me ha perdido”, pero eso era parte del juego, entre el cazador y la presa. Sentía en algunos momentos que había una interacción entre ambos, es decir, imaginé que el chico no dejaba tampoco de mirar hacia la barra, con la escusa del amigo común, mi barman de la noche...

Luego de un buen rato disfrutando de la noche y de que uno que otro chico intentaron acercarse, para flirtear un poco conmigo, y ver si caía yo en sus redes, me toco ir a retocarme un poco al espejo, y por supuesto a dejar un poco el licor que hasta el momento había estado consumiendo sin desdén, pero con sumo placer. El chico de la chaqueta negro se me quedó viendo hasta que desaparecí detrás de la puerta. Mi corazón latía muy de prisa, mis pupilas obviamente tuvieron que haberse dilatado, y se me erizo la piel, solamente de pensar la atracción que se disparó, como la chispa de una hoguera dentro de mí ser interior. ¡Waoooo! ¡Qué bien me sentía! Había que tomar las armas de la seducción y debía hacer algo al respecto. Debía arreglarme bien, asumir una actitud más femenina y dejar que la pasión nocturnal, los tragos, el ambiente y la música hicieran una parte del trabajo. La otra debía propiciarla yo, y finalmente el complemento sorpresivo, debía ser el chico de la chaqueta negra. Así lo llamaría yo a partir de ese momento, sin nombres, sin preguntas, sin miedos, sin pensar por mañana. Simplemente cambiar mi nota y dejar que fluyera todo aquello que debía fluir. Bastante simple...

Justamente al salir del área de los sanitarios, lo primero que encuentro es al chico, esperándome con una rosa en la mano, una copa con un coctel diferente al que estaba tomando, bordeada de un ligero toque de azúcar glaseada, y una fresa bastante roja, carnosa, grande y llamativa insertada en un lado. Solo se me acerco, me beso la mano de manera gentil, me entrego la rosa y me dio amablemente la copa del coctel. Simplemente le agradecí el gesto y la caballerosidad. Él me miró de arriba abajo, y me dijo en palabras que entraron como melodías sublime a mis oídos, “eres más bella de lo que imagine”. Me pidió con cortesía, le permitiese acompañarme en la barra. Había lugar y obviamente no me negué a ello. Se iniciaba el cortejo entre presa y cazador, y en ese momento quería ser la cazadora y el la presa, pero muchas veces las cosas no suceden como siempre lo planeas. Los designios de la pasión, un toque de licor, una subida de tono y las ganas de entrar en una pelea armoniosa entre géneros, anunciaba las crónicas del romance y del placer, en una noche de copas y de seducción...

Al sentarnos ambos en las butacas de la barra, mi buen amigo y anfitrión, se nos acerco, coloco un plato de frutos secos, con maní, avellanas y nueces, nos sonrió con la suficiente picardía de saber que algo pasaría entre nosotros. De pronto quedamos en tinieblas, a oscuras, la energía se esfumó como por arte de magia, mi chico de la chaqueta negra me tomo de la mano, asegurándose de que no temiera a nada. Él estaba a mi lado, y no pasaría nada, salvo lo inevitable. El chico de la barra, se acercó y nos manifestó que el apagón es en toda la ciudad, y que posiblemente era alguna falla de la planta de generación. Había que esperar. No se veía nada, salvo algunas linternas y las luces de los teléfonos celulares, que brillaban en la oscuridad del local. Las puertas del lugar las abrieron y se escuchaban algunos levantándose para salir a las afueras. Nosotros nos quedamos sentados. Yo me limite a tener en una mano mi coctel y beber oportunamente para calmar un poco los nervios, y la otra mano estaba aferrada a mi chico galante de chaqueta negra. No podíamos vernos, pero decidimos no movernos por los momentos...

Paso un buen rato y no había señales de que volveríamos a la normalidad. Ya muchos habían decidido irse a sus hogares quizás. Era más de la media noche. Estábamos solos en la barra, los demás estaban afuera, en la calle. Mi galante chico me susurraba al oído palabras de romance y de galantería, solo reía y me sentía como en las nubes. Nuestro anfitrión nos dejo una jarra de cristal, con una cubeta de hielo, muy cerca de nosotros, con el coctel preparado, como entendiendo que debíamos quedar a la espera de lo inevitable. Y así lo imaginaba, así lo deseaba, así ya lo transpiraba a través de mi piel. Dejaría que todo llegase a donde quisiera ir con placer...

Comenzaron los besos y las caricias sobre mi cuello, sobre mi rostro, mi boca, quien gemía de deseos y ansias por sentir su piel. Sus manos tomaron control ahora, y pase de cazadora a presa, algo que realmente quería sucediera. Me quite la chaqueta y quede con la blusa de seda blanca y abierta, esa que llevaba puesta y sin sostén. Mis senos eran casi perfectos, abultados y firmes, mis pezones pronunciados y duros por la excitación, mis labios ardían de deseos de absorber la dulce miel de su boca. Él muy caballeroso y con la delicadeza que lo caracterizaba, poco a poco fue desmantelándome el alma, y penetrando muy dentro de mí ser interior. Como el explorador que va con cautela, a través de los caminos tentadores de la pasión, buscando los placeres más ocultos en una noche de seducción y oscuridad. Era la melodía de un amor quien golpeaba a mi corazón, me sentía la mujer más sexy de esa noche, feliz y muy complacida por un romance efímero, momentáneo y atrevido, quién era conducido por las manos hábiles de un galante seductor de chaqueta negra...

Nos convertimos en dos extraños bajo el encuentro fortuito y oportuno, en una noche sumamente extraña y llena de sensualidad, de copas, de música relajante previa al momento, y de una oscuridad sin igual, quienes desnudamos nuestra piel, sin importar el lugar, sin importar la condición, sin dejar de sentir ni dejar de hacer lo necesario, para entrar en momentos de pasión a flor de piel. Me quite la blusa y él se sacó su pullover, quedamos piel a piel, sentía sus labios por todo mi cuerpo, sentía sus besos por toda mi piel, húmeda, lánguida y excitada, solamente anhelaba más y más y más, sin freno, sin pena, sin desdén. Sentí sus delicadas manos en mi vientre y deje que tomara posesión de mí, que penetrara hasta el lugar más recóndito de mí ser. Lo quise todo, sin dejar lugar sin explorar. Hice lo mismo yo con él. Lo desnude con encanto, seduje con ansias toda su hombría, todas sus partes. Me subió sobre sus piernas, sentado sobre la butaca, me acosté sobre la barra, dejando mi pecho al descubierto, abrí mis piernas y sentí toda su pasión muy dentro de mí. Quizás fueron minutos, pero parecían horas de tormentos, de emoción, de intensa y sudorosa pasión...

Era como si el mundo se hubiese paralizado para ambos. Como si nadie existiera o estuviese tan cerca de nosotros, como realmente fue. Deseaba no terminase ese interludio, esta sesión privada a la expensas de la oscuridad, simplemente quería que dejase muy dentro de mí, una marca, una huella, un destello de romance peligroso, certero e imborrable, tal vez de amor salvaje, pero muy placentero, como esos encuentros de tus sueños, cuando no quieres despertar, ni escuchar otro ruido que no sean sus jadeos y susurros, dentro de tu mundo interior. Sus manos se posesionaron en todo este cuerpo excitante y sumiso, quien dejo a mi imaginación, cristalizara los mil y un encuentros de pasión y seducción. Mi excitación estaba llegando al clímax. Su excitación en igual condición alcanzaba su mejor momento, y estábamos ambos por alcanzar nuestro grito de placer y de emoción. Desnudos ambos sin perdón, sin noción del lugar, sin dolor, pero con una gran sensación, alcanzamos la mayor satisfacción, de llegar a hacer el amor, sobre la barra de piedra oscura, solos ante la oscuridad de una noche cómplice, definitivamente bajo la conspiración de un universo mágico, quien nos citó al encuentro fortuito de esa noche de sexo, pasión y amor salvaje, sin palabras, sin promesas, sin compromisos, pero sumamente a la satisfacción de un sueño erótico y placentero...

Luego del momento mágico y divino, quedamos un rato descansando nuestros cuerpos piel con piel, sintiendo nuestro sudor mezclarse sin pudor, sintiendo su pecho sobre el mío, su miembro dentro de mí, sus piernas soportando las mías, sus labios muy cerca de los míos, mezclando nuestra dulce saliva con sabor a miel. Decidimos después vestirnos ahí mismo, retornando a la realidad e intentando mirar a través de la oscuridad, hacia la puerta del local, pero nada, ni nadie se veía cerca. No sabíamos realmente si nos habrían visto, escuchado o hasta grabado. Ya habíamos terminado nuestra locura salvaje. De manera cortes y con la delicadeza que lo caracterizo desde el principio, agradeció todo lo acontecido, me beso en la mejilla, se despidió, y no lo volví a ver...

Fue la noche más placentera que jamás podría yo volver a tener. De esas noches extrañas, de esos deseos y ganas de encontrarme otra vez, con un galante y cortes caballero, que dejó como recuerdo, una emblemática chaqueta negra, sencillamente para que jamás olvidase, a un caballero fugaz, quien en una noche mágica, bajo los destellos de la oscuridad, lleno de placer y emociones, a una dama seductora, quien de cazadora paso a ser presa sumisa, en una crónica anunciada de un romance efímero ante los ojos del universo sublime y eterno...

Y continuare más adelante, con otra de esas historias, de esos encuentros llenos de seducción y romance, al final de una tarde y en las noches sedientas de amor y de pasión...

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