viernes, 19 de junio de 2015

Un breve cuento del Ángel Alhaayt - Capitulo 6 – Dubitación y Motivación…



Era cerca del mediodía y el inclemente sol de las dunas arreciaba con mayor intensidad, ya era la época del verano ardiente del desierto. Donde los días se sentían mucho más largos que las noches. Algunos beduinos prefieren esperar, acampar y protegerse a orillas de pequeños oasis, también cerca de comunidades que habitan en el desierto, para continuar luego sus rutas y sobre todo en estas épocas del año. La caravana del Príncipe logró arribar a una pequeña locación, un tanto distante de la comunidad de la familia de Alanna-Zuhi, aproximadamente a semana y media de travesía, aun cuando el Príncipe no tenía previsto esa ruta en su itinerario. Se presentó de acuerdo a los ritos y costumbres establecidas en las dunas, hizo presencia ante el patriarca de dicha comunidad. Solicitó la posibilidad de que les brindasen comida y agua, a cambio de algunas monedas y piezas de valor que siempre llevan consigo para los negocios y trueques. De esta manera agradecería la generosidad del líder de la comunidad. Este accedió y le permitió al Príncipe descansara en su tienda, mientras que el resto del grupo descansarían distribuidos en las otras tiendas de la comuna...

El patriarca de esta comuna conocía bien a la familia del Príncipe y su ascendencia, por una ocasión en una comunidad del desierto años atrás, en la que tuvo la oportunidad de negociar con su padre, unos hermosos alazanes árabes que poseía, y de quien el padre del Príncipe, un Emir muy respetado en ese país, se había aferrado, comprándolos dado su gusto por estos ejemplares animales. Uno de los ejemplares montaba el Príncipe. Ese hecho facilitó y propicio que el Príncipe y el patriarca tuvieran un acercamiento y confianza más amena durante su estancia en la comuna. Hablaron de negocios, de placeres, de su padre, de lo duro que es la vida en las arenas del desierto y de las oportunidades que también brindan las dunas...

En la conversación al tocar el tema de las bellas mujeres, el patriarca le hizo referencia a una hermosa joven que convive con su familia, algo retirado de la zona donde están, y que esta familia tiene como líder a un buen hombre judío, muy correcto en los negocios, atento y servicial. Viven al igual que él, de los negocios en las dunas y de atender a los huéspedes viajeros. Al Príncipe le pareció que no debía desviarse de la ruta, pero le preguntó al patriarca que tan bonita era esa bella joven a la que hacía referencia. El Patriarca le manifestó que si tuviera la edad de él, no dudaría en acercarse a esa familia para cortejarla y hacerla su esposa. Esto dejo dubitativo al Príncipe, aspecto que el patriarca noto, pero dejo que la noche siguiera su curso. Entre beber buen licor, fumar y ser atendidos por las hermosas mujeres del harén del patriarca. Pasaron la noche intercambiando y conversando de todo los placeres de la vida. El Príncipe no tenía prisa en partir ya que sus intenciones al salir de su oriunda ciudad, era conocer, comercializar y encontrar algo que aún no podía describir...

Alhaayt como cada mañana, se acercaba al aposento de las hermanas. Las veía dormitar y despertar al amanecer. Ellas se levantaban a realizar los trabajos matutinos. Atendían a sus padres, realizaban los oficios en la tienda, preparaban de comer, arreaban las ovejas y las alimentaban, buscaban agua en el pozo y por las tardes dedicaban un tiempo breve a sus cotidianidades y gustos de adolecentes. Muchos de los viajeros que hacían parada en la comunidad, se deslumbraban por las hermanas, sobre todo por Alanna-Zuhi, por ser ella la mayor y la más hermosa. Sin embargo siempre se comportaron a la altura y todos los viajeros o transeúntes de las dunas, conocían muy bien a su padre. Por lo que el respeto y consideración prevalecían ante cualquier otro aspecto particular...

Denhaiut de igual manera siempre estaba muy cerca de la madre de las hermanas. Esta sentía una premonición acerca de algo que tal vez sucedería, producto de la sucedido la otra noche en la fogata. Como toda madre y mujer de las dunas, su sexto sentido le decía que pasaría algo, y que posiblemente no sería tan bueno. El ángel sabía que muy pronto las cosas cambiarían, y que de alguna manera entre él y Alhaayt, debían ayudar a superar esa situación. Algo que aparentemente esta previsto en el plano espiritual, mas no en el terrenal, ya que los mortales solo y únicamente por sus creencias y tradiciones, especulaban al respecto y presentían acerca de esos eventos, dada sus costumbres al interpretar las estrellas y los mitos de las dunas. Algunos a veces atinaban cerca a las premoniciones, y con otros simplemente no ocurrían, pero por lo general siempre algo sucedía, cuando estaban esos presentimientos al hilo de una posible situación eventual...

Esa tarde las dos hermanas menores luego de tener las conversaciones triviales con Alanna-Zuhi, fueron llamadas por su adorada madre, para que la ayudasen a realizar unas tareas en la tienda. Alanna-Zuhi decidió salir a caminar cerca del pozo de agua, a contemplar el atardecer en el desierto. No había ventisca, tampoco sonido alguno, todo se encontraba en una calma aparente. El sol al ocaso bajo un cielo resplandeciente, en ese tono rojizo confundido con las suaves arenas del desierto, proporcionaban una sensación de placidez y cierta nostalgia peculiar. Alhaayt siempre muy cerca de ella, en esta ocasión de frente, tanto que deseaba percibir su aroma, anhelaba sentir su piel, escuchar los latidos de su corazón, abrazarla y protegerla de cualquier eventualidad. Sabía que no había peligro alguno, pero su espíritu inquieto sabía que pronto las cosas cambiarían. Su aura resplandecía más que nunca y sus ojos irradiaban un brillo excepcional. La hermosa joven veía el espectacular atardecer, pensativa, lúcida y al mismo tiempo dubitativa ante sus pensamientos, ilusionada acerca de lo que anhela para su futuro. No emitía palabra alguna, pero Alhaayt sabía que en sus pensamientos había interrogantes, que su espíritu emanaba una calma aparente, pero su corazón se encontraba con la ansiedad de toda joven, deseando un futuro prometedor y esplendido. Ella sabía que bajo sus costumbres y tradiciones, había muchos obstáculos que superar de acuerdo a su cultura. Sus ansias y deseos de ser una mujer distinta, le costaría mucho más, dada las circunstancias y las condiciones de vida, sin embargo tenía mucha fe en que todo lo superaría, aun con los sacrificios debidos, para demostrarle a su familia y a Dios, que con dedicación y perseverancia, todo lo que se proponen los mortales, lo pueden alcanzar...

Al otro lado de las arenas el Príncipe le manifestaba a su anfitrión, la necesidad de buscar a lo largo de su camino una motivación, una de esas situaciones que le despierte el interés necesario para sorprenderlo y al mismo tiempo, exista una razón para orgullecer a su padre, a quien venera y respeta profundamente. El patriarca escucho con atención sus palabras, y lo dejaba expresarse como quisiera, esperando el momento oportuno para darle el consejo más sabio, que por sus años de vida, pudiera darle a alguien que está buscando su camino con la venia y protección de Alá. Cuando llegó el momento de su partida y dentro de la tienda, el patriarca tomo las manos de su nuevo amigo, las beso y le dijo lo siguiente “en el camino encontraras todo lo que necesitas para alcanzar tus sueños, sin embargo solo y únicamente dependerá de ti, que tomarás y que desecharás. Y aunque errores cometas, bajo el manto de Alá podrás descubrir muy dentro de ti, hacia donde, con que, quien, cómo y cuándo forjar tu propio destino”. Nuestros destinos tal vez debían encontrarse y agradezco por la vida hasta ahora he tenido, y aunque Alá no me dio la bendición para tener un hijo varón, puedo interpretar que en algún momento de esta vida, tendría la oportunidad de poder otorgar un sabio consejo a un joven como tú. Espero encuentres tu luz y tu camino a lo largo de las dunas. Espero consigas eso que tanto deseas. Que Alá y la fortuna te provean vida, dichas y alegrías...

El Príncipe partió con su pequeño grupo, en una caravana hacia la ruta del nor-oeste, hacia ese amplio y maravilloso desierto árido. Llevaban suficiente provisiones y agua, para recorrer por lo menos dos semanas de travesía, hasta que encontrasen otro campamento en las dunas, o un pequeño oasis que les permitiese descansar y continuar. Seguiría su camino y travesía buscando su joya, buscando su premio, buscando su motivación...

Mientras al otro lado de las dunas, ya en una noche refrescante y apacible, Alanna-Zuhi conversaba en privado con su padre. Le expresaba sus deseos y su visión de la vida que quisiera tener. Estaba muy cerca de cumplir su mayoría de edad y se encontraba apta para contraer nupcias, con el hombre correspondiente para formar su propia familia. Su padre le decía que muy a pesar de sus costumbres y tradiciones, optaba por permitirle escoger el pretendiente que para ella significara la persona correcta. No habría imposición alguna, en virtud de que para él tampoco hubo restricciones, en los años que cortejó a su adorada madre. Por eso en la tribu lo consideraban un hombre realmente justo ante las circunstancias y situaciones de la vida. Ella se ilusionaba con tener una familia acorde a sus creencias, con una vida plena y tener los hijos que Dios permitiese. Vivir, amar, enamorarse de su elegido, al igual que ella desea se enamore de ella, y establecerse en cualquier lugar donde la prosperidad, la dicha y la fortuna les bendijeran...

Alhaayt estaba a su lado escuchando todas las palabras que salían de su corazón, que emitía a través de sus labios, que expresaban los deseos y sentimientos de una hermosa joven, tierna, sincera y noble, tratando de encontrar su camino y la luz hacia un bienaventurado destino...

Al irse a dormir todos, Alhaayt decidió alejarse un tanto de los predios y de la comuna. Sabía que Denhaiut también estaba cerca de la familia. Necesitaba calmar sus ansiedades, necesitaba tranquilizar su espíritu casi indomable, requería de paz y armonía para evitar bajo cualquier situación, cruzar la línea entre los mortales y ellos como seres espirituales. No entendía sus reacciones, por primera vez estaba experimentando algo jamás antes previsto. Le tocaba el amor a su espíritu. Le estaba llegando un éxtasis que no tenía explicación, pero recordaba que su protector y cuidador, le había manifestado anteriormente, que solo y únicamente él, estaba previsto para algo totalmente indescriptible. Lo que no sabía Alhaayt era que El Creador había considerado todas sus interrogantes, sus dudas y sus momentos de reflexión, aunado al hecho de su repentina llegada a ese universo maravilloso, que le había dado cobijo, lo enseñaba cada momento divino y le había permitido regresar al mundo de los mortales, para ayudar a los más necesitados. Sus misiones y sus logros, le permitirían en el momento determinado, tomara la decisión adecuada y lo marcaría espiritualmente. Solo tal vez le daría una nueva oportunidad de retornar, para poder vivir lo que en sus inicios no logro ser...

En su soledad miraba hacia el cielo. Comenzó a interpretar las señales de las estrellas. Hablaba a través del nocturnal con “El Creador”, pidiendo lo iluminase, lo condujera por el buen camino y le indicara que es lo correcto ante una situación que esta por escaparse de su espíritu. Veía hacia las estrellas con humildad, nostalgia, hasta con ternura, orando y meditando sobre su condición y sensaciones. Más allá de ser un misionero del Creador, sentía que algo estaba por cambiar y que eso podría traer consecuencias que desconoce. Ya su protector en la primera charla que tuvieron a su llegada, le había manifestado que son seres especiales en el Universo. Son seres con un destino escrito. Son seres netamente espirituales y que no pueden jamás sentir o palpar, los mismos sentimientos y sensaciones de los mortales. Pero Alhaayt era la excepción elegida por “El Creador”. Lo intuiría a tomar la decisión. Así lo había previsto y así estaba escrito...

A la mañana siguiente llegaron desde el norte una bandada de viajeros. Todos venían en camellos y daban la sensación de pertenecer a esos grupos rebeldes, que andan por las dunas aprovechándose de los mercaderes y comerciantes de las dunas. Llegaron directo a la tienda del mercader de la comunidad. Las hermanas todas estaban en el pozo buscando agua como todos los días. El mercader salió a atender a los visitantes, y estos se presentaron y mostraron una serie de objetos algo valiosos y otros no, solo para tratar de venderlos a cambio de agua y comida. El mercader muy a pesar de entender la razón de ser de ellos en las dunas, y es propiciar cualquier oportunidad, y atender de la mejor manera a los viajeros, presentía algo y le incomodaba. En el pozo las chicas lograron ver que tres hombres se estaban acercando hasta el pozo, tal vez para cargar sus alforjas del preciado liquido, pero Alanna-Zuhi sospecho otra cosa por intuición. Alhaayt sabía que no venían con buenas intenciones y trato de susurrarle al oído de Alanna-Zuhi, se retirasen de ahí, pero ella interpretó con mucho temor que debía permanecer tranquila y proteger a sus hermanas...

Un tanto a lo lejos en las inmensas arenas del desierto, el Príncipe repentinamente montado en su alazán, paró la travesía y todo el grupo se detuvo en el medio de la nada. Observaba de forma extraña hacia el Este, justo sobre la salida del imponente sol. Pasó un ave esplendorosa y de alas amplias a lo alto del cielo. Muy a lo lejos en ruta hacia el este y sobre la salida del mismo sol. Volteo hacia su grupo. Luego volvió a mirar al ave a lo lejos y está ya casi indivisible por el radiante sol. Le manifestó a su guardaespaldas si lograba ver el ave. Este le manifestó que en el cielo y en estas dunas, es muy difícil ver un ave, porque no hay agua cerca. El Príncipe le señalo al cielo, aun viendo a lo lejos el ave. Este le dijo que no veía absolutamente nada, que tal vez era una ilusión por el ardiente calor del desierto. Les pregunto a los demás. Nadie veía nada, excepto él. Tomo la decisión de ir hacia el este. Todos se miraron y no dijeron nada, pero su guardaespaldas le manifestó que el agua de las provisiones duraba unos tres a cuatro días. El Príncipe le dijo con seguridad, “encontraremos una tribu en el camino, Alá nos protege”...

Y de esta manera voltearon su ruta rumbo hacia la comuna de Alanna-Zihu. Sin saber cuál era su destino y que lo motivó a ello. Pero había dentro de su ser interior, una voz que le decía que esa tenía que ser la ruta, que allá estaba lo que buscaba, que su destino estaba marcado por el ave y lo interpretaba como una señal que repentinamente llegó. Se acordó entonces de su buen amigo el patriarca y su sabio consejo...

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