Ese aroma a frutas, ese
sabor a veces dulzón, entre lo empalagoso y acido en cada ocasión, ese colorido
y textura que según tu opinión, se asemejan, se parecen, te divierte y te
entretiene en cada banquete que al filo de la primavera, o a la entrada del
calor en un ardiente verano, estimulan tu desafío por la búsqueda de tu inagotable
y envolvente amor, sea en esos sueños recurrentes, donde voy yo sin condición, donde
otros han llegado si saber cómo ni cuándo llegaron a ese rincón, o en los encuentros
de hoy, de mañana y de siempre mi Princesa, porque como te he manifestado en
reiteradas veces, tú eres y seguirás siendo la musa que aguarda por ahí en esos
rincones de mi ondulación, a veces para verte, tal vez para escucharte, o sentirte,
y en ocasiones dejarte, ir allá o acá, tal vez más allá, a esos lugares donde
intento yo mantenerte, en mi atribulada conciencia, en los laberintos de mi
mente, en el alma solitaria por quien yo continuo la ruta del marchante displicente,
cual Quijote y no de La Mancha, por quien el iniciante escribano, como dijo
alguna vez una gran amiga, quien aun en cautiverio deja plasmar tantas
ocurrencias y momentos a veces mágicos y otros desdeñados de la urbe otoñal de
mi edad y de los susurros ocasionales tuyos que me reavivan sin lugar a duda y sin
piedad...
Un decimo día de un
mes más mi querida Sophía, el tiempo pasa cariño mío, nunca en vano, pero si
tal cual entonado, con esas melodías que a veces nos atiborra de melancolía,
humanos al fin, seres expuestos a mil penas y mil alegrías, a las consecuencias
de nuestras acciones en la vida, por elección y decisión, para bien o no para
tanto, pero a fin de cuenta solo honro mi compromiso de situarte aquí y en
cuenta, de recordarte y no simplemente hoy por ser una fecha que yo mantenga,
es cada día, es cada noche, es en cada ocasión donde yo te vea, te escuche o te
sienta, porque de ese periplo realmente ya he perdido hasta la cuenta, y no
importa mi Princesa, porque yo termino entendiendo que el cariño en cada
ocasión ha de ser sincero y desde muy dentro, para hacerme más digno de
escribirte, de plasmar mis alegorías, de en ocasiones mis preocupaciones y de mi
afición por exponerte los colores que yo pinto en cada día de mi vida...
Pero retornando a
los aromas de esas frutas que me recuerdan a ti en ocasiones sin saber a qué se
debía, tal vez los rojos y las pepas se parecen a tu vestimenta, esa la de la “Bailaora
Atrevía”, esas que con flecos que ondulaban como la gitanilla llena de alegría,
quien pretendía no solo eso, sino también patear la pelota como futbolera de la
correría, esa que deseaba brincar, saltar y hasta gritar, aquí está la Flamenca
que ha bajado al pasto verde sin pedir ni tan siquiera la utilería, porque al
paso de tu entereza siempre prevalece tu propia esencia y tú naturaleza, quien
como la cereza y no de marrasquino, o las fresas de quizás de Bailadores,
encendían toda esa pasión vino tinto cual valga la gloria y tu alegría, como en
aquella ocasión cuando ambas vistieron la camiseta que aun yo recuerdo con
mucho amor, y quien las muestro porque vale siempre la pena mostrarlas con
tanto amor, la de nuestra marca, la que aún está por verse, la que aun nos debe
un lugar en la élite, y donde tú siempre los apoyaste, y ahora desde allá, desde
los cielos continuas apoyando, para que la magia haga su trabajo consecuente, y
celebremos algún día con la algarabía de la gente, y entonces quizás sea
“Isabella quien cantará Victoria”, diciéndote desde aquí hasta más allá del
cielo, “Por fin lo logramos hermana a pesar de tantas veces”, porque de la Vino
Tinto sale el vino de esa uva que a veces es tan dulce y tan amarga, lo que nos
identifica entre tanta y mil gentes hasta nuestros días...
Cada momento de tu
calendario, donde no marcas tiempo ni lugar, como tampoco ese espectro coyuntural
que nos sigue a cada paso de nuestra vigilia, pues tu vigilas, tu proteges y tú
cuidas, desde esos lares de tu noble lejanía, que es quizás más cerca de lo que
yo creía, el arribo y desarrollo de tu amada hermana “Isabella”, como también
continuas cuidando a tu adorable reina, quien hoy se siente más Mama que
siempre, quienes hoy al igual que ella celebran así este loable día, y ella vive
intensamente cada día, tu bella madre, mi amada hija Adriana, no sin recordarte
y amarte más que nunca cada día, pero si entendiendo que la gracia de Dios, de
los Ángeles, de ese grupo élite a quien tu perteneces, son participes y
cómplices de estas circunstancias, la de regresar un poco de esa alegría, aun
cuando en ocasiones nos entristece tu impetuosa y triste partida, sin embargo
quienes te amamos, quienes en ocasiones hablan acerca de un momento de
divinidad, de esas ocurrencias simpáticas, jodedoras y displicentes, tus
manifestaciones, tu alegoría tan coherente que apabullabas cualquier comentario
hasta de la misma gente, porque fuiste, eres y seguirás siendo tu mi pequeña Princesa,
esa irreverente niña genial, suspicaz y ocurrente, donde generalmente y a pesar
de la situación, siempre tú decías “No pasa nada, tranquila Mamá, ya pasará…
sigamos porque todo va a estar bien”...
Pues es así, bajo
ese manifiesto tan tuyo como siempre ha sido, así mismo hoy yo intento
fehacientemente ver las cosas, más allá de las contradicciones, del despotismo
de algunos pocos, de la desilusión consecuente o de la impotencia de no
alcanzar en ocasiones nuestras metas, termino de entender que el tiempo del
Maestro simplemente es perfecto, y que todo debe ocurrir en el momento preciso
o correcto, y que cada situación y evento forman parte de un plan universal, y
por consecuencia solo resta esperar que llegue cuando deba llegar, o suceda
cuando deba pasar, y que si no pasa nada, simplemente es por algo o porque aun
no es lo esperado, y que así como tú, toda la legión a donde tu perteneces
están vigilando para que todo ocurra cuando deba simplemente pasar, tal como lo
manda y anuncia el Señor, el Maestro de todos los cielos…
Y volviendo a las
frutas, en este caso a las mandarinas, esas de tonos amarillentos y
anaranjados, de textura tan particular, de sabor tan dulce como tan ácida en
ocasiones a nuestro paladar, me sigue recordando tus ocurrencias, tus
anécdotas, tus manifestaciones, esas que en ocasiones fueron tan dulces y tan ocurrentes,
como aquellas que otras veces fueron tan acidas y tan sorprendentes, y quizás
de esos cuentos que en ocasiones yo escucho, que en ocasiones se dice como
hechos tan memorables, eres y seguirás siendo esa musa afrutada, ese arrebato
genuino de la naturaleza, que en cada sabor a nuestro paladar, en cada color
que he de tocar, y en cada ocasión que yo las veo y palpo en cualquier lugar,
me recuerda tu carácter, tu personalidad, tu esencia sin cuestionar, muy de ti,
muy de un ángel quien llegó a estos predios para dejar una marca sin dudar,
para marcar su presencia aunque corta en nuestro privilegiado lugar, pero que
dejó algunas historias que aun tengo yo que contar, tal vez a mi modo de
juerga, de versos o poesía, de canticos llenos de algarabía, de una manera
soñadora y acaramelada, de esa constancia a la que me aferro para dar un poco
de mí en cada capítulo de esta historia de vida, donde quizás pronto cruzaré la
historia de vida de tu amada hermana, a quien han de llamar “Isabella”, quien
sumará cada “Victoria” por cada propósito que ella establezca en su acontecer
de cada día, y quien sé muy bien jamás tú dejaras da apoyarla, de quererla, de
cuidarla y de velar por las elecciones de su propia vida, desde ese plano
espiritual, ya veremos en que ella ha de convertirse, por supuesto, no en tu
clon, ni tu gemela o melliza, porque ella al igual que tú, traen una marca muy
personal desde ese cielo desde donde vienen para el interin de esta noble vida,
y a ella le leeremos de tus anécdotas, de tus travesuras, de tus ocurrencias,
de lo que hiciste y no dejaste de hacer cuando estuviste por estos lares, por
las tierras donde tu decidiste arribar en aquellos días, y que tu magia
trascenderá aunque ya no estés en los periplos de nuestros días, porque un
escribano está aquí para plasmar parte de tú historia de vida, parte de la
vida de ella, la de Isabella, parte de la vida mía, y parte de la vida de
aquellos que forman parte de esta historia entretejida de esfuerzos, de luchas
y de superación, porque tiene aun mucho cuento, tiene muchas letras, muchas
anécdotas que contar mientras este aventurero y algo loco andariego ose tener la
testa volada en escenarios a veces incoherentes o espirituales, donde por
siempre ha de prevalecer la imaginación, los escenarios, las ocurrencias
traviesas en algunos casos y la ocasión de disfrutar y del placer de
escribirlas por amor al arte y a tu máximo querer, de tu amado escritor de
cuentos y de la vida, quien pretende amarte más allá de esta vida...
Simplemente
Esdras…
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