Capítulo V – Sortilegios y encuentros de un pasado, en un presente...
“La adrenalina que se siente al flotar en el cielo, desde un salto en
caída libre, es tan adictiva como la continua búsqueda de esas sensaciones
inexplicables, intangibles y a veces extrañas, que tenemos algunos, y que está
enclavada en el rincón más oculto del alma”...
Es así como he llegado a saborear,
sentir, inhalar y alcanzar, todas aquellas búsquedas incesantes, a través del
deporte, en mi formación, en mi trabajo, en los riesgos que he tomado, y en mi
vida personal. Sin embargo aún sigo sin la compañía correcta, sin conseguir ese
ingrediente faltante, sin hallar la ruta hacia esa extraña sensación, sin
encontrar alguien quien pueda entender, acerca de esas ansias y de esos deseos,
de buscar ese algo, que ni yo mismo he podido entender o explicar...
Son los pensamientos de un
hombre, quien siempre ha tenido la intención de adentrase más y más en la
búsqueda de algo que para él, quizás es inexplicable. Pretende irse a una
montaña, buscando algo de paz a un alma y un espíritu incansable, inquieto,
dispuesto a todo. Quién busca explicaciones, a esas extrañas sensaciones y
sueños visionarios, vinculados a lo inimaginable, sorprendente, hasta
inverosímil. Creyente y fiel a sus principios, con valores y determinación, para
intentar encontrar satisfacer una ansiedad, acerca de tal vez algo intangible.
Dualidad en su yo interno, ante el mismo y ante quienes lo rodean. Conocido en
su círculo de amigos como un verdadero competidor innato, de sabiduría
investigativa en aquellos aspectos intrínsecos de la vida y de más allá de la
misma, y de esas personas que no les importan los riesgos que ha de tomar, con
tal de alcanzar la ruta hacia eso desconocido que lo atormenta...
Es jueves y a punto de culminar
un día extenuante. Una jornada trivial de una semana con diversas reuniones
justificadas, hacia la concreción de los deberes y obligaciones laborales.
Trabajador incansable y comprometido con el éxito. Pero como cada noche en los
últimos años, totalmente un solitario. Una soledad que lo embriaga y lo
envuelve, posiblemente por su propia naturaleza, quien lo invaden mil
pensamientos y deseos, acerca de esa sensación que lo perturba y lo inquieta.
Sus últimos años con respecto a su lado afectivo, no ha trascendido más allá de
alguna que otra relación. Una soledad que lo ha llevado a experimentar y drenar,
con deportes extremos, aventuras extraordinarias, y la necesidad de compensar
esa falta de compañía, ese lazo íntimo, ese afecto humano y espiritual, con la
adrenalina que siente al lograr superar, sus propios retos y limitaciones sobre
lo convencional, aun cuando no se rinde en encontrar respuestas a...
Dispuesto a dormir lo necesario,
o por lo menos intentarlo en ese momento. Mañana debía cumplir con una serie de
compromisos pautados, y a las 3 de la tarde, finalizando su jornada laboral,
tenía previsto partir rumbo a una excursión en solitario, hacia un área montañosa,
tratando de atravesar un intrínseco bosque, por una ruta que lo conduce a
través del sendero del río. Una cañada que descarga abajo en un apacible lago,
pero que al mismo tiempo, lo ha de llevar por una ruta conocida de montañistas
y alpinistas. No es frecuente salir a esa hora, pero el clima en la región estaba
en su mejor momento, aunado al hecho de que está en el pináculo de la
primavera, colorida y en su mejor esplendor...
Durante su dormitar, muy cerca al
alba, entró en un estado de levitación y sosiego inexplicable, si comparamos
con su estado natural anímico. Su naturaleza inquieta y de incesante búsqueda,
lo mantienen en constante alerta y con cierto grado de alteración en su ser
existencial. Sin embargo ese trance, ese sueño letárgico y reiterativo, lo
llevó a navegar a través de una densa niebla, pasando por un silencio absoluto,
por una ruta extraña pero atrayente y adictiva. Su corazón en tensa calma, sus
sentidos en el sueño muy alertas, pero concentrado en una especie de llamada
desde lejos, surcando un viaje hacia un destino incierto. Sensación de
aventura, catarsis de encuentros, quizás fortuitos hacia lo desconocido. Miraba
a su alrededor y solo veía la niebla. Bajo la mirada al fondo del agua, a un
manto de un lago. Una luz apenas tenue sobre un fondo cristalino, de rocas
calcáreas y rojizas, de pronto vio fijamente una pieza que brillaba sola, una
especie de aros o anillos, con formas de serpientes, sobre la base de una pieza
de roca casi blancuzca, con tonos algo color rosa, y en forma de una concha
marina, lo suficientemente grande para evitar su presencia sobre el fondo del
lago...
Intentó en su sueño mágico, zambullirse
hasta el fondo del lago, pero había algo que se lo impedía, había algo en el
ambiente que no le permitía ir por la joya. De la espesura de la niebla, surgió
desde las sombras, una imagen difusa, el ahogado llamado de una dama. Una imagen
de una mujer quien llamó poderosamente su atención. Alguien quizás que buscaba
algo o necesitaba de alguien. Intentó alcanzarla inmediatamente, pero al mismo
tiempo, dada su ansiedad de ir tras su llamado, esforzándose por llegar hasta
ella, en esa misma medida, ella se alejaba más y más, y eso lo angustiaba, su
corazón se aceleraba, su respiración se hacía casi incontenible, el esfuerzo
físico al remar, para intentar no perder de vista, esa imagen misteriosa, esos
ojos, ese grito pausado a un llamado. Casi era inevitable el perderse entre la
densa niebla. Solamente le quedó gritar, gritar, y justo en ese momento,
despertó al alba de esa mañana del viernes. Agitado y confuso despertó...
Al llegar a su oficina, entró
algo más alterado de lo habitual. Lo notaron algunos de sus compañeros, sin
embargo presumieron se trataba de su estado de ánimo habitual, de su escape a
esa excursión en solitario al final de la tarde, o de la cantidad de
compromisos pautados para ese día. No eran de extrañar esas salidas repentinas.
Siempre estaba en aventuras poco convencionales, y esta vez volvía a hacerlo en
solitario. Sin embargo presentía que se encontraría con algo, con alguien, o
con un descubrimiento ineludible...
Bajo una agenda bastante
comprometida, inicio la mañana asegurándose que todo lo pautado se atendiese, se
concretasen los compromisos, y cerrar ese fin de semana, con los éxitos
sistemáticos y continuos, acerca de su trabajo y su empeño por ser cada día
mejor en su área. A su asistente le solicitó buscase prontamente, dos litros de
agua “Evian”. Ella extraño la solicitud. Había agua mineral en el área de
servicio de la oficina, sin embargo salió a buscarle las botellas, en virtud de
esa marca específica. Los demás estaban ya en sus rutinas, sobre la marcha
acelerada de las pautas ya previstas...
Transcurrió el día con el desarrollo
normal en la oficina. Todos sus compañeros y asistentes de negocios, cumplían con
todas sus obligaciones. Eran cerca de las 2 de la tarde. No había querido
almorzar, para dejar cubierto todo lo previsto. Su secretaria le insistía en
buscarle algo ligero para almorzar, una ensalada o un sándwich de atún, que era
su favorito, pero se negaba mientras no terminase. Sin embargo ella lo conocía mejor
que nadie, y ya se lo tenía reservado en el horno del cuarto de servicios.
Donde todos calentaban sus almuerzos. No permitiría se fuese sin digerir algo a
su organismo. Le apreciaba como persona y como su jefe…
Realmente cumplió antes de lo
previsto su agenda. Eran las 2.25 pm. Aún le quedaban 35 minutos para repasar
su itinerario, reposar un poco el agite del día, en no pensar más en el trabajo,
y dedicarse un poco a su relax oportuno de 15 minutos del día. Una metódica y
sana relajación, entre un poco de yoga y meditación, encerrado en su oficina,
aislado de todos, y sin que nadie interrumpiese su rutina. Y de eso se encargaría
su asistente personal. Nadie había de interrumpir esa ritual muy particular...
Durante su estado de meditación,
le llegaron a sus pensamientos, esas imágenes difusas, de ese sueño repetitivo
de años. Sin embargo en los últimos tiempos, eran más continuos e intensos,
como tratando de señalarle o decirle algo en ese extraña fantasía. Mantuvo la
calma, meditó minutos después de haberse comido el sándwich de atún, que le
reservó su asistente, con dos copas de agua “Evian”, y entro a su mundo
interior, para dejarse llevar por las
energías espirituales del relax y la seducción...
Partió tal como lo había
previsto. Se despidió de todos. Su asistente lo abrazó tiernamente y le pidió se
cuidase, y no fuese tentado por alcanzar algo más allá de sus limitaciones. Estaría
solo y únicamente dependería de él, superar o retroceder en algún percance
inesperado. Él le vio a los ojos y le manifestó, no se preocupase. “Es
necesario salir a buscar respuestas”. Eso fue una conversación entre dos amigos
en ese momento...
Una hora y algo más era el tiempo
aproximado en moto, para llegar hasta el lugar donde iniciaría su curiosa y
extraña excursión. Tal vez buscando algo de paz. Buscando respuestas. Buscando
señales acerca de esos sueños que lo inducen a una aventura hacia lo
desconocido. Extraño para otros, sin embargo para él, formaba parte de su espíritu,
de su naturaleza misma, de su alma en pena, quien necesita imperiosamente respuestas,
a lo largo de una vida de logros, de algunos fracasos que lo obligaron a superarse
a sí mismo, y de una reputación bien merecida, que sin embargo para él, eso no
tenía la importancia que los demás le otorgaban. Necesitaba encontrarse a sí
mismo, y con ese misterio desconocido, donde fuese estuviera oculto. Su propósito
era encontrarlo, y así comenzaba su aventura hacia lo hasta ahora aún
inexplorado...
Dejo su extraordinaria moto en un
parqueadero seguro, vigilada y bajo techo. Montó su morral, observo la ruta a
lo lejos, miró su reloj y se percató, faltaba poco para las 6 de la tarde. Debía
alcanzar su primera parada en dos horas y media aproximadamente. Había que
caminar con cierta premura, para evitar la oscuridad y la tupida vegetación,
retrasaran su arribo al lugar previsto. Al comenzar a caminar por el camino
empedrado, a lo lejos le llamó poderosamente la atención, una extraña luz
titilando, pero con un brillo muy visible. La luz estaba muy cerca de su ruta.
Pensó en algún excursionista que se encontraba por esa área. Pero realmente no
era así...
La noche comenzaba y había
avanzado lo suficiente, de acuerdo a sus cálculos e itinerario. No se
encontraba cansado, a pesar del peso del morral, de las condiciones de la ruta,
y de la acumulación de trabajo de la semana. Paró su marcha un momento, para
tomar un poco de agua mineral. Bajo el morral, Sacó la botella que había
abierto en la oficina. Extrañamente volvió a visualizar esa misma luz, que
anteriormente había visto, pero no tan lejos, ligeramente desviada de su ruta.
Miró la cañada del río, y sabía que más adelante era donde tenía que desviarse,
para encarrilar por un camino a través del bosque de pinos. Volvió a levantar
la mirada, y se percató que titilaba aún con mayor intensidad. Pero se dio cuenta
que esa luz era algo extraña. No era una lámpara, ni un mechero, ni un
bombillo. Era otra forma lumínica, difusa, incandescente y móvil. Eso le dio
mucha curiosidad, tanto que decidió a pesar de su itinerario, seguir la luz y
descubrir que hay allá, que descubrirá, y que encontrará. Y eso extrañamente
formaba parte de su ansiedad...
Siguió su marcha a través de unos
escabrosos matorrales y entupidos troncos de pino sobre el pie de la montaña.
Le costaba trabajo avanzar por la espesura y condiciones del área, pero
comenzaba a sentir esa intensa adrenalina que lo llena de pasión y deseo por
alcanzar a descubrir de que se trata todo esto. Lo intrigaba la extraña luz,
esa presencia y la sensación de ir hacia lo desconocido o inexplicable. Las
luces no andan solas como fantasmas, pero tenía que haber alguna explicación. Y
deseaba encontrar respuestas...
A medida que avanzaba con
ansiedad, sintiendo que se acercaba a ella, también percibía que la luz misma
se distanciaba de él. Como indicándole que lo siguiese. Sabía que estaba
entrando por senderos fuera de las rutas convencionales y marcadas en el área.
Subía la montaña y había dejado atrás la cañada del río. Ya no escuchaba su
sonido. Estaba montaña arriba y la luz emanaba su brillo, quizás a unos cien o
ciento treinta metros de donde se encontraba. Miró su reloj y eran cerca de las
10 de la noche. Se había extendido y salido de su itinerario, sin saber a dónde
terminaría todo esto...
La espesura y oscuridad del
bosque, la escarpada subida, el peso del morral y la ansiedad jugaban un papel
preponderante en su humanidad. Estaba a punto de rendirse, pero había algo en
su alma que le impedía parar. Estaba exhausto, intentaría llegar a un mejor
lugar, entendiendo si alcanzaba o no a la misteriosa luz. Pocos minutos después
logró visualizar un pequeño claro despejado entre la montaña. Decidiría acampar
y descansar. Ya su cuerpo no daba más. Bajo el morral, extendió la bolsa de
dormir, saco algo para comer y encendió una pequeña fogata. La luz se difuminó,
se perdió en la espesura del bosque. No sabía en qué parte se encontraba. Esperaría
al amanecer, para tomar una decisión...
Ya cerca del alba, rendido ante
el cansancio, volvió a transitar por el ensueño repetitivo, el navegar sobre
ese lago, la densa niebla, el brillo de esa joya extraña en el fondo marino, el
llamado de la dama entre la niebla, la persecución, los gritos en silencio, y
al despertar repentinamente del aletargado sueño, contempló la luz tan cerca de
él, que sentía el calor de su intensidad ante sus ojos...
Comenzaría la aventura extraña e inverosímil,
nunca antes imaginada...
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